La alucinante evolución del rodaje de coches en el cine: de colgar a un tipo a dos metros de altura a utilizar un dron
“La música ayuda, en una escena de persecución. El corte rápido también. Cuando estás dentro de un vehículo, corriendo hasta dar contra la barrera lateral, a punto de caer por el precipicio, tienes que quedarte dentro. No puedes sacar la cámara para ver cómo va el coche de izquierda a derecha, porque perderías la intensidad de estar dentro del vehículo. Todo sea por el diseño y la espectacularidad de la escena”.
Así recordaba Howard Kazanjian, productor de ‘En busca del arca perdida’ (1981), las recomendaciones que le dio Alfred Hitchcock durante el rodaje de su última película, ‘La Trama’ (1976).
Y es que una de las cosas más emocionantes que puedes ver en una película es una persecución de coches bien realizada.
Cada década tiene varias películas con coches que incluyen persecuciones. Desde la mítica ‘Bullitt‘ (1968), utilizada como guía por Enzo G. Castellari para llevar a cabo la estupenda ‘La policía detiene, la ley juzga’ (1973), hasta ‘Baby Driver‘ (2017), el mayor éxito en la carrera de Edgar Wright.
Para conseguir estas persecuciones, lo habitual es rodar con un camera-car, un coche habilitado para montar cámaras y rodar la escena en movimiento, pero estos vehículos no se han utilizado sólo para persecuciones de coches en carreteras. El western y el cine histórico se han beneficiado también de estos vehículos. Y, como el propio cine, sus componentes no han parado de evolucionar con los años.
Un hombre subido a una grúa con un armatoste de cámara, todo montado encima de un coche
“Cuando me ofrecieron la oportunidad de realizar mi primer thriller acepté sin dudar. Sólo puse una condición: empezar con una persecución impactante, como ‘Bullit’. Lo quería al principio de la película, no me interesaba dejar el gran momento para el final. Quería al espectador clavado en la butaca desde el primer momento”.
Así lo contaba Enzo G. Castellari, leyenda viva del cine al que pudimos saludar durante en el Offscreen de Bruselas 2018, donde tuvo palabras de admiración y recuerdo para Rémy Julienne, jefe de especialistas y atleta extraordinario.
“Sólo colocamos la cámara con un operador en el coche, que pilotaba ese gran especialista, y nos lanzamos a la calle. El tráfico era real, y eso ayudó a dar verosimilitud a la escena”.
Carlos Sánchez García, responsable de la empresa Camara Car, veterano del cine y la televisión nacional, también nos explica que “lo que ves es lo que hay, salvo cuando se utiliza una pantalla verde, claro”.
Por ejemplo, en el ‘Ben-Hur‘ de 1959, lo increíble no es ya que no muriera nadie, sino que que sólo se rompió una cámara. Aunque esa cámara fuera una de las primeras y aparatosas Panavision de 65 mm, armatostes que se usaron en películas históricas y de aventuras más grandes que la vida, y que de vez en cuando siguen utilizando cineastas como Christopher Nolan o Quentin Tarantino.
Era lo que había, ni más ni menos. Se potenciaban los vehículos a medida que motores y chasis lo permitían, pero aquello no dejaba de ser un tipo subido a una grúa con una cámara.
Con el paso del tiempo, se sigue rodando igual, pero empleamos la tecnología para ganar seguridad y velocidad. Ahora también se utiliza el croma para los primeros planos, pero no hay que olvidarse de los fondos, que también tienen que rodarse. El camera car es un elemento indispensable.
Rodando una película a todo gas
Otra cosa que ha cambiado es la composición. Antes estos rodajes se hacían usando un trípode, una grúa sobre un vehículo… y el operador de esa cámara iba montado ahí encima. Eso limitaba mucho la velocidad. Un tipo subido en una grúa, a dos metros por encima del camera-car, era un peligro constante aunque fueras pisando huevos con el coche.
Esa es la razón por la que en muchos planos de persecuciones del cine clásico las secuencias se aceleraban, porque en realidad no podían permitirse el lujo de correr a la misma velocidad a la que lo haría el coche que estaban filmando.
William Friedkin, director de ‘The French Connection’ (1971), una de las películas más importantes a la hora de hablar de persecuciones de coches, habla así para el New York Times: “Sentimos, en ese momento, que la historia real que adaptamos tenía todo para un ser gran thriller policial excepto una cosa: una gran escena de acción”.
Friedkin recuerda que el coche se movía a 140 km/h, y que él iba tirando planos detrás del conductor, en el asiento trasero. Friedkin asegura que nunca planificó la escena de la persecución: simplemente atravesaron la ciudad con los coches.
En cambio, el productor D’Antoni afirma que la escena sí se planificó, bloque por bloque con guiones gráficos, igual que la persecución de ‘Bullitt’ fue planificada. También recuerda que durante el rodaje ocurrió un accidente automovilístico del que nadie salió herido.
El problema de estabilizar la imagen
La llegada del estabilizador fue la primera de muchas soluciones que la tecnología ha ofrecido al apasionante mundo de las persecuciones automovilísticas llevadas a la gran pantalla. Lo que no sabemos es si persecuciones como la de Friedkin habría tenido tanto impacto visual.
La técnica del steadicam fue inventada en 1976 por Garrett Brown, que utilizaba un complejo sistema mecánico para paliar los movimientos indeseados producidos por el operador y suavizaba y estabilizaba las imágenes.
Antes de eso, rodar unos caballos galopando se hacía a baja velocidad para acelerar más tarde en post-producción. Era inviable no saltar durante el rodaje, aunque la velocidad de paso fuera unos 30 km/h. Las llegadas de los estabilizadores y los steadicam facilitaron el trabajo, sobre todo de cara al uso de primeros planos, planos cerrados, mientras que en los planos amplios siempre puedes permitirte algún salto, porque la imagen cobra más impacto y realismo.
También hay que destacar la llegada de nuevos tipos de objetivos. El tipo de objetivo utilizado afecta a la profundidad de campo. Por ejemplo, con un teleobjetivo al hacer zoom la profundidad de campo se ve reducida y el desenfoque es mayor, mientras que con objetivos de distancia focal corta la imagen que realizaremos tendrá una profundidad de campo mayor y todo quedará mejor enfocado.
Ahora se puede rodar a alta velocidad con cualquier tamaño focal, mientras que antes rodar en camera-car con un objetivo de más de un 50 era inviable, y cuanto más larga es la focal empleada, la profundidad de campo es más reducida.
Un ejemplo impresionante de un rodaje sobre ruedas lo podemos ver a continuación, con un operador de cámara montado sobre unos patines que no pierde detalle de la acción que quiere mostrar en plano. Esto era impensable, hasta hace unos años.
El otro punto de inflexión fue la cabeza caliente. Con ella se logra un movimiento en varios ejes de la cabeza de la cámara, lo que permite cualquier tipo de seguimiento y movimiento a diferentes alturas.
Como la cabeza va robotizada, al prescindir de un operador en constante peligro de muerte, y gracias a los nuevos motores y vehículos potentes de gran tamaño, se gana precisión, estabilidad y lo más importante: velocidad.
Cuando llegaron las cabezas calientes, el operador salió de la peligrosa ecuación. Sigues manejando la grúa, pero no es lo mismo tener 50 kilos de trípode, cabeza y cámara que esos 50 kilos más los ochenta o cien de un operador.
Con la cabeza caliente giro estabilizada y sin el operador, aceleramos mucho más tranquilos y los resultados son realmente sensacionales. No hay producción hoy en Hollywood que no utilice este equipo aunque sea para rodar una escena en unos grandes almacenes.
El dron, como paso adelante
Carlos López de Arenosa Cordero, gerente, instructor y director de operaciones de NubeCam, también nos habla de los drones y del cable cam. El resultado de rodar con un dron es realmente espectacular, pero tiene el handicap de necesitar permisos y un título de piloto UAV.
Económicamente resulta más viable una jornada de dron que una grúa con cabeza caliente de última generación. Pero la elección de esta tecnología depende también del tipo de movimiento que se busca. Por ejemplo, los clásicos ascensos al cielo que toda la vida se habían rodado con grúas se filman ahora con drones de varias hélices.
Lo increíble de los drones es cómo cada vez están más presentes en la vida cotidiana, ayudando en situaciones de emergencia o modernizando los aspectos más rancios del glamour.
También el cable cam es una herramienta muy útil y versátil que muestra otro punto de vista distinto y cubre amplias zonas. Este dispositivo cada vez está más presente en eventos, conciertos o competiciones deportivas, así como en situaciones en las que volar un dron sea muy difícil de pilotar o no se pueda.
El resultado es espectacular, ya que se podrá controlar la velocidad de movimiento con precisión y adecuarse para sincronizarse con la velocidad del vehículo.
Ahora, con estos elementos y con cacharros como la cabeza giro-estabilizada de Scorpio, herramienta indispensable para los grandes presupuestos, es posible entrar dentro de la persecución más inimaginable posible. Y si no tienes suficiente presupuesto, siempre puedes preguntar por el dron, cada vez más capaz de soportar diferentes pesos y modelos de cámara, o el cable cam.
Con esas persecuciones protagonizadas por coches fantasma y rodadas con técnicos invisibles, el cine ha ganado en espectacularidad, pero ha perdido toda esa artesanía del I+D ancestral que hizo posible un cine que creó escuela.
Fue con aquellos artefactos que pudimos comprobar lo buen piloto que era Steve McQueen, y fueron aquellos artilugios con los que gigantes como John Frankenheimer rodaron cintas como ‘Grand Prix’, o tres horas de alta velocidad con las cámaras empleadas en ‘Ben Hur’.
Prueba a hacer eso ahora y no volverás a pisar Hollywood.
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La noticia
La alucinante evolución del rodaje de coches en el cine: de colgar a un tipo a dos metros de altura a utilizar un dron
fue publicada originalmente en
Motorpasión
por
Kiko Vega
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