El rover lunar fue el primer SUV 4×4 eléctrico de la historia, y ahora podemos verlo rodar por la Luna con una calidad inédita

El rover lunar fue el primer SUV 4x4 eléctrico de la historia, y ahora podemos verlo rodar por la Luna con una calidad inédita

Antes de que las normas anticontaminación empezasen a apretar a la industria, antes incluso de que la fiebre por la movilidad sostenible se hubiera acuñado como término, ya se erigió un SUV eléctrico. De hecho era uno muy especial: el Lunar Roving Vehicle (LRV), o el primer coche en rodar lejos de la superficie terrestre.

Ahora podemos ver a uno de los tres rover lunares puestos en funcionamiento en un nuevo vídeo de la NASA remasterizado para poder ver y oír la operación Apollo 16 en un vídeo con una calidad inédita.

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La grabación remasterizada se corresponde con el 21 de abril de 1972 durante la misión del Apollo 16. En este clip reeditado para rendir en calidad 4K y a 60 frames por segundo podemos ver a John W. Young conduciendo el rover lunar por la zona de aterrizaje bautizada como descartes. La grabación corrió a cargo de Charles M. Duke Jr con una cámara Maurer de 16 mm mientras Thomas K. Mattingly permanecía en órbita lunar.

La carrera espacial desatada durante la segunda mitad del siglo XX llevó a una lucha sin precedentes entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Una carrera en la que los soviéticos parecían ir por delante hasta que los americanos consiguieron poner un pie en la Luna el 21 de julio de 1969 gracias a las botas de Neil Armstrong durante la misión Apollo 11.

Rover Lunar 1

Pero no sólo llegaron a la Luna para pasear en pie por nuestro satélite en órbita, sino que de paso se llevaron el que podríamos calificar como el primer SUV 4×4 eléctrico de la historia. Durante los posteriores intentos de aterrizar en la Luna la ambición de la NASA cada vez era mayor e incluyeron al rover lunar en las misiones Apollo 15, Apollo 16 y Apollo 16.

El primer rover puso sus cuatro ruedas en la Luna el 31 de julio de 1971 convirtiendo a la Apollo 15 en la primera en transportar un vehículo de reconocimiento.

Diseñado para operar en condiciones de baja gravedad, vacío y superar los obstáculos del satélite terrestre, el LRV fue diseñado de manera ligera, portátil y modular. El rover viajaba empaquetado adosado a un lateral del módulo de descenso, ocupando un espacio de 90 x 150 x 170 centímetros para posteriormente ser ensamblado de manera relativamente rápida.

Una vez desplegado, el resultado final era un todoterreno de aspecto bastante arcaico que medía 3,1 metros de largo por 1,8 de ancho y cuyo peso total superaba por muy poco los 180 kg. Todo el bastidor estaba realizado en aluminio ligero y aparte de las ruedas (de acero) y las baterías colocadas en la parte frontal no había mucho más que sumar al conjunto sobre la báscula.

Como ocurre en cualquier misión espacial, el rover fue diseñado para ahorrar el máximo de peso posible pero maximizando su resistencia. Además de soportar el uso en un terreno inhóspito también tendría que superar con garantías las fases de despegue y aterrizaje y sobrevivir a temperaturas de hasta -150ºC.

El desarrollo del rover lunar corrió a cargo de la NASA mientras que la fabricación se delegó en la todopoderosa Boeing y recibiendo colaboración de Delco Electronics, división de tecnología avanzada propiedad de General Motors.

Una vez montado, el LRV debía servir a los astronautas para desplazarse por la superficie lunar en sus misiones extravehiculares de reconocimiento. Con capacidad para llevar a dos ocupantes, el rover disponía de una capacidad de uso de hasta 78 horas gracias a un paquete de baterías de 36V. Obviamente, era un vehículo 100% eléctrico.

Básicamente este vehículo no era más que un chasis adosado a cuatro ruedas y unos mandos. La motorización recurría a un total de cuatro motores de 200 W cada uno, lo que le hacía 4×4 capaz de alcanzar una estratosférica (guiño) velocidad punta de 14 km/h.

Las ruedas estaban realizadas en malla de cuerdas de piano y titanio para asegurarse la resistencia, mientras que el chasis tenía una altura libre de 35 cm. Aunque parezca que no, los LRV estaban dotados de una suspensión independiente en cada rueda mediante barras de torsión.

Como curiosidad y previendo una posible avería, el funcionamiento independiente de los cuatro motores eléctricos incorporaba también la posibilidad de desconexión de la rueda. Si dos motores eléctricos se estropeaban podía seguir funcionando en modo 4×2, aunque con menos prestaciones, obviamente.

Su radio de acción estaba limitado a menos de 10 kilómetros de distancia del módulo lunar. Esta limitación se marcó por cuestiones de pura seguridad, puesto que la NASA estimó que la distancia máxima que un astronauta podía recorrer a pie de vuelta al módulo lunar era de 9,6 km.

La autonomía máxima que podía lograr era de 180 kilómetros, más que suficiente para las labores de exploración, para las que incorporaba además dos cámaras y numerosos compartimentos para la recolección de muestras, así como un módulo integral de comunicaciones.

Rover Lunar 5

En realidad entre los tres LRV que se desplegaron en la Luna la distancia total recorrida fue de 90,8 km. Su capacidad de carga era de hasta 621 kg, incluyendo el peso de los dos ocupantes, sus trajes, equipo científico, una perforadora, recambios y muestras.

Uno de los equipos más importantes con los que estaban dotados los rover lunares era el dispositivo de navegación. En un paraje totalmente desconocido como el de la Luna y con las comunicaciones limitadas, perder de vista el módulo lunar podía acabar en tragedia.

Rover Lunar 3

Por eso se dotó a cada LRV de un giroscopio para determinar la dirección en la que viajaba y odómetros independientes en cada rueda para calcular la distancia recorrida. Entre tanto un indicador independiente se encargaba de recoger todos los datos y de mostrar la dirección del vehículo, la orientación y la distancia a la que se encontraba el módulo lunar en todo momento, garantizando el regreso en cada una de las exploraciones.

¿Y qué pasó con los rover lunares? Pues lo cierto es que los tres pequeños todoterrenos eléctricos estaban diseñados para desplegarse de manera sencilla en la Luna, pero nunca fueron planteados para volver a la Tierra. Así que, sí, cuando se haga de noche y brille la Luna, recuerda que allí arriba hay aparcados tres coches.

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por
Jesús Martín

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