Análisis de Transport Fever 2: una gran puerta de entrada para novatos que se queda corta al contentar a los fans

Que tengo especial devoción por los juegos de gestión es un tema que ya hemos tocado por aquí en más de una ocasión. Una enfermiza adicción que me obliga a desinstalar ciertos juegos una vez analizados por el pozo de horas en el que se pueden convertir. Esa necesidad es precisamente la que me ha colocado una suerte de vara de medir en el género. Si esto es importante es porque Transport Fever 2 sigue instalado en mi ordenador.

El juego de Urban Games recupera la fórmula del primero invitándonos a crear la red de transporte perfecta haciendo uso de trenes, vehículos de carretera, barcos y aviones. Un paseo por distintas épocas del mundo del transporte que, lamentablemente, es más cumplidor que revolucionario.

Un juego con más esperas que gestión

Con distintas ciudades, zonas industriales y puntos de recolección de recursos, nuestro objetivo aquí es crear la red de transporte ideal para entregar el producto final allí donde sea requerido. Así, para poder suplir a una ciudad de cucharas primero deberemos recoger las piedras que necesita la fábrica de metales, cargar el metal generado para llevarlo hasta la fábrica de cucharas y, en última instancia, transportar el producto final hasta la ciudad.

Un proceso que implicará ganar o perder dinero dependiendo de la carga transportada y que hará crecer la ciudad de destino cuando se complete el ciclo. Por el camino, toda la logística que requiere un servicio así, porque no cuesta lo mismo atravesar una montaña que rodearla y, por descontado, no es igual de eficiente tener una vía con un tren dando vueltas arriba y abajo que un sistema de vías y carreteras que nos permita tener todos los puntos  de la ruta cubiertos al unísono.

El principal objetivo del juego pronto deja de ser controlar la logística para alcanzar los hitos necesarios y se convierte en intentar averiguar cómo hacer la espera más amena. Con un avanzado rápido que resulta excesivamente pobre para conseguir huir del concepto idle, en demasiadas ocasiones nos veremos obligados a simplemente esperar para tener el dinero necesario o alcanzar la meta que propone la campaña.

Una tímida actualización de ideas

Añadiendo nuevos vehículos pero simplificando en exceso el reto, Transport Fever 2 deja de ser ese juego en el que la planificación es absolutamente imprescindible para poder avanzar. Un problema que ya se palpa desde la campaña, un conjunto de misiones repartidas en tres épocas distintas del mundo del transporte.

Ciudades con una demanda constante de dos productos concretos implica tener que lidiar con una planificación inicial relativamente simple y, desde ahí, limitarte a mejorar la red. Que los vehículos lleguen más rápido y con más carga, pero nada que implique romperte los cuernos para intentar averiguar cómo narices llevas ahora hasta allí un nuevo producto.

Incluso con las tímidas novedades sobre la mesa, Transport Fever 2 palidece ante otras propuestas del género, no ya las actuales, sino incluso frente a otras como Transport Tycoon. Por momentos queda más cerca del género de puzles y juegos como Train Valley que del juego profundo de gestión que debería esperarse de él.

La opinión de VidaExtra

Transport Fever 2 consigue ser entretenido y vistoso en lo visual, pero queda más cerca de la puerta de entrada al género para aquellos que nunca se hayan acercado a él que de la propuesta decidida a hacerse un hueco entre los grandes. Lo básico está ahí, pero en ningún momento pide al jugador ir más allá o reinventa nada.

Pese a ello la fe en la saga se mantiene. La base es lo suficientemente buena para que el día de mañana podamos hablar un de un digno sucesor del género de gestión de transportes, pero para llegar a ello Urban Games tiene que poner mucha más carne en el asador y, por encima de todo, creer que realmente son capaces de ello.

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Análisis de Transport Fever 2: una gran puerta de entrada para novatos que se queda corta al contentar a los fans

fue publicada originalmente en

Vida Extra

por
R. Márquez

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