Soy piloto de drones profesional y mi trabajo no tiene nada que ver con volar un dron “de juguete”
Los pilotos profesionales de drones graban anuncios y videoclips, pero también sobrevuelan nuestras carreteras para controlar el tráfico (e, incluso, para multar las infracciones) o zonas de campo para ajustar el riego o la aplicación de insecticidas.
En España, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) tiene registrados 3. 611 operadores de drones (según la última actualización de julio de 2019). Nosotros hemos hablado con tres de ellos para saber cómo es realmente su trabajo, si es tan sencillo como llevar un dron “de juguete” o la experiencia se parece más a la de ser piloto de avión o helicóptero.
Los drones, siempre tripulados
Lo primero es aclarar que en España solo están autorizados a volar, de momento, drones tripulados, los que se conocen como RPA (Remotely Piloted Aircraft, sistema tripulado con control remoto). El uso de los UAV (Unmanned Aerial System, sistema aéreo no tripulado), esas aeronaves que vuelan solas, que no están controladas por un humano si no por una máquina, aún no está regulado en nuestro país (aunque en el ámbito militar sí se llevan a cabo algunas pruebas).
Los drones, al margen de sus dimensiones y uso, son considerados aeronaves, tal y como define la legislación nacional e internacional a la que están sujetos. Esta normativa no se aplica cuando los vuelos se realizan por completo en espacios interiores totalmente cerrados, los drones militares, los de juguete o utilizados en exhibiciones aéreas, deportivas o de competición así como aquellos drones cuya masa máxima al despegue sea superior a 150 kg (salvo algunas excepciones). Todo esto queda regulado en España en el Real Decreto 1036/2017.
Los drones pueden operar en el espacio aéreo controlado, lo que incluye también las cercanías de los aeropuertos. Pero para cada vuelo se tiene que completar un estudio aeronáutico de seguridad (EAS) que prevenga de los riesgos de dichas operaciones. El objetivo de estos EAS es el de asegurar que no existen riesgos de colisión en el aire (Air Risk Collision) del dron con otras aeronaves.
Es decir, que volar un dron es casi todo menos algo improvisado (salvo que se haga en un espacio cerrado como puede ser una nave o cualquier otro tipo de edificio). Y es así por varios y diversos motivos. José Antonio Fernández de Usera, piloto de la DGT, explica que es necesario que los vuelos estén muy programados porque el espacio donde pueden volar los drones cada vez es más limitado. Además de que hay zonas en las que está prohibido sobrevolar, otras zonas son restringidas, como en los aeropuertos. “En el espacio aeronáutico no todo vale y hay zonas donde volar es más fácil y otros donde es necesaria una coordinación con otros usuarios del espacio aéreo”, explica este piloto. “No es lo mismo volar cerca de la cabecera de Barajas, donde hay muchos vuelos comerciales, que hacerlo en una zona donde no hay nada”. Y coordinar todo estos aspectos “lleva un tiempo”.
Volar un dron implica a dos personas como mínimo: el piloto, encargado de la aeronave, y un operador de cámara
De hecho, en el Real Decreto se establece que hay que determinar el plan de vuelo y los posibles riesgos que puede haber.
Mientras, Alejandro Robles, piloto de drones de Aerocámaras y parte del departamento técnico de esta empresa, explica que también es necesario realizar un reconocimiento visual de las zonas a volar para hacer una planificación de vuelo. Robles, que se dedica a labores de topografía, explica que de no hacerse este reconocimiento previo “no podemos garantizar el éxito del resultado”.
Controlando el tráfico desde el espacio
En abril de este año, la DGT empezaba a utilizar drones para controlar el estado del tráfico. Desde este verano, además, ya tienen la autorización para sancionar las infracciones.
La DGT tiene 21 aeronaves tipo Phantom M4 y Matrice 200. Las primeras tienen capacidad de transmitir imágenes en tiempo real para poder tomar decisiones (como añadir carriles o cortarlos). Las Matrice tienen la capacidad de detectar infracciones. En breve, la DGT aumentará su flota de drones en unas 28 unidades adicionales.
Estas naves son controladas por los 10 pilotos de la DGT y otros 20 de la agrupación de tráfico de la Guardia Civil, que son los encargados de tramitar las sanciones que detectan los Matrice. “El trabajo es muy divertido. Entretenido e intenso. Si te gusta es un privilegio poder participar en estas misiones”, señala Fernández de Usera. Desde la central en el aeródromo de Cuatro Vientos en Madrid, los pilotos atienden las peticiones de las jefaturas provinciales. Hasta allí se desplazan, en vehículos oficiales, pilotos y operadores de cámaras, cargados de baterías. Para hacernos una idea, la de los Matrice apenas duran media hora, así que llevan muchas para poder realizar varias horas de vuelo.
Un viaje acompañado
Alberto Pájaro es miembro del departamento audiovisual de Aerocamaras. Esta empresa ofrece sus drones para diferentes necesidades. Por eso, trabajan con diferentes tipos de máquinas; desde aeronaves de 0 a 5 kilos que permiten volar en espacios interiores y reducidos, hasta aquellas de máximo 25 kilos que pueden incorporar cualquier tipo de cámara profesional.
En concreto, tienen Mavic 2 Pro para cuando se graba en sitios de muy difícil acceso, los Inspire 2 equipados con cámaras Zenmuse X7 que sirven para prácticamente cualquier grabación profesional y que es el dron más utilizado (ya que tiene resolución hasta 6K) y el Matrice 600, que es “una plataforma más que un dron”. Permite cambios de cámaras (mientras que el Inspire solo te permite cambiar entre X5S y X7) y montar cualquier cosa de menos de 5kg.
Pájaro detalla que para hacer estas operaciones tienen que ir dos personas: el piloto para manejarlo y un operador de cámara que es el que hace la toma y grabación, diseña qué plano se va a tomar. “El piloto ejecuta el vuelo pero el operador encuadra”, explica. Es importante que amos tengan muchas horas de vuelo juntos para coordinarse y compenetrarse y que sea un trabajo fluido
Fumigar el campo desde el dron
Otra de las industrias donde más se está empleando el uso de drones es en la agricultura.
En el campo se utiliza para saber el estado de salud del cultivo o para fumigar desde el dron. Javier Menéndez explica que estas operaciones tienen mejores resultados cuando se realizan desde el aire que con un tractor u otro tipo de maquinaria gigante. “Con un dron es un trabajo preciso y exacto. No afecta a especies contiguas”.
Para ello, este piloto sobrevuela la zona con aeronaves con cámaras especiales que calculan el área a tratar. “Antes se hacía con imágenes de satélite, pero no es lo mismo ver un terreno con una imagen tomada a 8.000 kilómetros que a 60 metros” defiende este piloto
Volar un dron es de todo menos improvisado: hay que hacer un plan de vuelo previo y avisar a diversas autoridades
Pero cada vez se utiliza también más en en topografía, donde el empleo de drones hace que el coste por metro sea más barato que en un reconocimiento visual in situ. Alejandro Robles emplea los drones para “reconocer la zona y generar un mapa de curvas de nivel y alturas”.
¿Cuánto tiempo de vuelo se tarda en hacer estos trabajos? Robles asegura que depende mucho del terreno, del campo y las dimensiones de finca. “Para agricultura hacemos al día unas 100 hectáreas. No estamos el día entero volando porque necesitamos horas de luz, así que podemos calcular que son 4 horas reales de vuelo”, detalla. En los trabajos de topografía las acciones a realizar son cosas más concretas y pequeñas “pero la planificación es diferente; hay que combinar muchos requisitos” añade.
Pilota drones como aviones
Según Fernández de Usera, el trabajo de un piloto de drones es similar al de cualquier otra aeronave: tienen la obligación, antes de volar, de hacer una serie de comprobaciones y unos procedimientos para comprobar que el aeronave está en condiciones de hacer ese vuelo. Tras llegar a la zona de operaciones, hay que hacer una evaluación del entorno por si hay árboles, cables o cualquier otro obstáculo para definir el área de trabajo. “Es un trabajo en equipo de, como mínimo, dos personas (piloto y operador de cámara)”.
La gran diferencia estriba, sobre todo, en que aunque los RPA son aeronaves pilotadas, este control se hace de forma remota. “El piloto no está embarcado en la aeronave” sino que desde tierra lo controla con un aparato que tiene los mandos de control “como cualquier aeronave”. Con esos controles se puede subir bajar, subir, ir a la izquierda o derecha. “El piloto en función de las condiciones meteorológicas evalúa y utiliza los controles de vuelo para llevar el dron donde tiene que llevarlo”. Es decir, que la principal diferencia respecto a manejar otras aeronaves es la sensación, precisamente, de pilotar. “En tierra los sentidos trabajan diferente. Cuando estas en la aeronave tienes las puntas de referencia”.
¿Qué pasa cuando hay condiciones meteorológicas adversas o de baja visibilidad? “Rutina”, asegura Fernández de Usera. “Todo está procedimentado. Si cumples el procedimiento y estás preparado y entrenado, no hay mayor problemas”.
Algo parecido opina Alejandro Robles. Para este piloto (topógrafo de profesión), lo más complicado es planificar el vuelo sin conocer la zona. “Lo demás está todo muy mecanizado y son procesos conocidos. La planificación de vuelo es estándar”, detalla. Eso sí, reconoce que, al trabajar mucho en zonas agrarias y rupestres, a veces se ha cruzado en pleno vuelo de la aeronave con aves rapaces. “Aunque no siempre son muy grandes, se dejan ver”, explica quitándole hierro y peligrosidad a esta situación.
Pero, salvo estos detalles, Robles asegura que no tiene anécdotas ni detalles curiosos sobre su trabajo. “No hacemos cosas surrealistas”, justifica. Eso sí, es cierto que a veces se han encontrado con nidos de avispas durante el vuelo o que, incluso, se les ha pedido quitar nidos de abejas.
Algunas situaciones complicadas
Quizá la grabación audiovisual sea uno de los ejemplos que más nos venga a la cabeza cuando pensamos en el trabajo de un piloto de drones. Muchas de estas grabaciones son en exteriores, pero hay veces que las tareas se complican cuando se rueda en interiores. Pájaro explica que los drones pueden volar guiándose por el GPS, con lo que se consigue que el vuelo sea mucho más suave. Pero si el vuelo es en un espacio interior no se puede utilizar el GPS. Es siempre manual. La complicación, sin embargo, proviene de que “suele haber interferencias con cosas metálicas y a veces no funciona como quieres”, explica. “Tienes que tener capacidad espacial para corregir la desviación sin que se perciba”, detalla.
El trabajo de un piloto es “rutinario” en el sentido de que está establecido qué tiene que hacer en cada momento, sin margen para la improvisación
Otro de esos retos difíciles fue la grabación de una carrera de coches. Son drones muy ligeros, que pueden llegar a alcanzar los 250 kilómetros por hora pero que para utilizarlos es necesario llevar unas gafas especiales con las que el piloto es capaz de ver lo mismo que contempla el dron.
Para el piloto de la DGT lo más complicado de ser piloto de drones es el factor humano. Por un lado, porque, como hemos visto, para realizar cualquier vuelo es necesario que se coordinen con varios organismos y es un trabajo en equipo. “Las personas somos como somos y a veces estamos más torcidos, por lo que esa coordinación también se tuerce”, ironiza.
Pero, además, hay veces que el comportamiento humano también pone en un brete a estos pilotos. “Nunca puede haber un imprevisto y, si lo hay, es porque no lo hemos hecho bien. De ahí la importancia de las preparaciones para que no sólo tengas un plan A, si no que tengas un plan B y un plan C. Incluso uno D para que siempre sepas lo que tienes que hacer y nunca improvises”, explica.
“Ese dron no se caerá encima de mi casa, ¿verdad?”
Fernández de Usera reconoce, no obstante, que evidentemente también se han dado esos imprevistos. “Hemos tenido emergencias y hemos ido aprendiendo. Nuestro manual de operaciones y de formación es algo vivo y se va alimentando de esas experiencias”. Por ejemplo, vecinos que ven el dron y tienen miedo de que se les pueda caer encima y salen a preguntar. “Hemos aprendido que siempre tenemos que ir acompañados de Guardia Civil y crear una zona perimetral para evitar que las personas entren e interfieran”.
Pero la experiencia también les ha enseñado que determinadas tecnologías son sensibles a determinadas condiciones meteorológicas. “Algunos sensores de visión se llevan fatal con el ocaso y te bloquea los sensores. Los inerciales no saben qué hacer y eso te descontrola el dron”. ¿Se ha llegado a estrellar alguno? Sí, reconoce este piloto, sobre todo por incidencia en la máquina. Por eso nunca verás un dron de la DGT volar verticalmente a las carreteras y siempre con altitud suficiente para que, en caso de incidencia, “podemos tirar al suelo el dron antes de que se nos escape sin peligro para nadie”.
Así puedes ser piloto de drones
Para poder ser piloto de drones y trabajar como profesional hay que tener la correspondiente licencia que autoriza a realizar estos vuelos.
Para ello, es obligatorio demostrar que se poseen los conocimientos teóricos y prácticos necesarios, así como ser mayor de edad y estar en posesión de un certificado médico. Dependiendo del tipo de nave que se vaya a tripular (de más o menos 25 kilos de peso), las aptitudes médicas serán unas u otras. Pero, en general, este certificado avalará que el piloto cuenta con unas condiciones saludables y garantiza que el candidato no toma estupefacientes, entre otras cuestiones.
¿Difícil? Según José Antonio Fernández de Usera, piloto de la DGT, no. “No necesitas grandes requisitos y está al alcance de cualquiera”, asegura. Tanto que, según ironiza, “puede ser más difícil sacarse el carné de conducir”.
Eso sí, todos los pilotos deben anotar en un libro de vuelo todas las actividades de vuelo y entrenamiento realizados. Es más, deben llevar consigo este documento cuando estén haciendo vuelos.
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La noticia
Soy piloto de drones profesional y mi trabajo no tiene nada que ver con volar un dron “de juguete”
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Arantxa Herranz
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