Finlandia utiliza mano de obra reclusa para clasificar datos de entrenamiento de una inteligencia artificial
Finlandia está apostando fuerte por la inteligencia artificial: en enero te contábamos, por ejemplo, su pretensión de empezar formando en esta disciplina al 1% de su población. Pero ahora se ha sabido que la IA ha llegado incluso a las prisiones del país, y no precisamente en forma de tecnología de vigilancia… sino de un modo más polémico.
Quien oiga hablar hoy en día del ‘trabajo penitenciario’, quizá se imagine al ‘típico’ prisionero picando piedra y la bola de metal atada al pie. Una estampa que ya no es posible encontrar en Europa.
Ahora se encargan de realizar trabajo remunerado para la propia prisión o para partners industriales (en cocinas o talleres de carpintería), pero eso no evita que haya quien hable de ‘explotación’.
Y en este caso tiene que ver con una startup, Vainu, que está usando a reclusos para clasificar de datos destinados al entrenamiento de algoritmos de inteligencia artificial. Para algunos, un medio de reinserción social a través del aprendizaje de habilidades laborales útiles. Para otros, un mecanismo más de la explotación de presos, empujados a trabajar a cambio de bajos salarios.
Tuomas Rasila, cofundador de Vainu, ha explicado a The Verge a qué se dedica su compañía: están creando una completa base de datos de empresas de todo el mundo que ayude a otras a encontrar contratistas con quienes trabajar.
Pero, para ello, debe haber humanos leyendo cientos de miles de artículos comerciales extraídos de Internet, con el fin de etiquetar -por ejemplo- si una referencia a ‘apple’ se refiere a la fruta o al gigante tecnológico. Esos datos etiquetados serán después los que permitan entrenar a la IA que administra la base de datos.
Todo empezó porque había pocos hablantes de finés en Amazon Mechanical Turk
Con los artículos en inglés no hay mucho problema: Vainu recurre a Amazon Mechanical Turk para que personas de todo el mundo realicen estas pequeñas tareas. Pero el servicio de Amazon “ya no es tan útil cuando hay que trabajar con el idioma finés”, reconoce Rasila, y el único becario con el que contaban para ello no daba abasto.
Así que la compañía decidió ponerse en contacto con la Agencia de Sanciones Penales (CSA), el ente gubernamental que supervisa las prisiones del país, cuya sede se encuentra en el mismo edificio que la startup. Ahora, gracias a un acuerdo por un año cuya vigencia empezó en enero, la CSA selecciona a un centenar de presos de dos cárceles (una en Helsinki y otra en Turku) para que lleven a cabo esta labor.
Vainu, por su parte, aporta los equipos informáticos y paga el trabajo a una tarifa comparable a la de Mechanical Turk (el contrato firmado especifica una cierta cantidad de tareas al año). Según explican, los funcionarios de prisiones recibieron con entusiasmo el acuerdo porque, al contrario que otras formas de trabajo penitenciario, reduce el riesgo de acceso a armas improvisadas que puedan incentivar la violencia en las cárceles.
Según un comunicado de la CSA, se plantean este programa como parte de sus esfuerzos para desarrollar actividades laborales que coincidan con “los requisitos de la vida laboral moderna”. Pero Sarah T. Roberts, profesora de periodismo de la Universidad de California, señala que esta labor sólo requiere que los prisioneros estén alfabetizados, y que las tareas son “rutinarias y repetitivas”, por lo que cabe preguntarse qué clase de habilidades se están enseñando o fomentando en este caso.
Ajeno a estas objeciones, el equipo de Vainu afirma que espera expandir este modelo a otras prisiones de Finlandia, en primer lugar, así como a otros países donde puede ser difícil encontrar gente conocedora del idioma local en Amazon Mechanical Turk.
Vía | The Verge
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Finlandia utiliza mano de obra reclusa para clasificar datos de entrenamiento de una inteligencia artificial
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Marcos Merino
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