Hemos jugado a Metro Exodus, el regreso de la saga postapocalíptica con una propuesta desafiante de mundo abierto
La pasada generación supuso el estreno de varias franquicias que causaron un gran impacto y han ido recibiendo continuaciones en las consolas actuales. En el caso de la saga Metro se llegaron a publicar Metro 2033 y Metro: Last Light hace unos cuantos años, pero ha llovido bastante hasta que 4A Games se ha animado a desarrollar una tercera parte.
Estos años le han servido al equipo para esforzarse en que el regreso de la serie fuese por todo lo alto con Metro Exodus, uno de los títulos que más nos llamó la atención cuando fue anunciado en el E3 de 2017 y que regresará a la acción el mes que viene cuando salga a la venta en Xbox One, PS4 y PC.
Gracias a Koch Media hemos tenido la ocasión de probar un buen adelanto de varias horas en un evento realizado recientemente en Londres y sobre el que nos disponemos a hablaros a continuación, porque se avecina el que puede llegar a ser uno de los mejores FPS de este 2019.
Midiendo cada disparo y los recursos con mucho cuidado
Uno de los factores que hicieron tan especiales a los dos primeros Metro fueron sus elementos de supervivencia, algo que naturalmente sus creadores no han querido pasar por alto en esta ocasión. La sensación de estar contra las cuerdas está presente en todo momento para elevar más aún la tensión de cara a sobrevivir contra todos los peligros que se nos presenten.
Los recursos brillarán por su ausencia y no nos encontraremos con la suficiente cantidad de balas para derrochar los disparos contra todos y cada uno de los enemigos y criaturas que nos encontremos. A veces no nos quedará más remedio que abrir fuego contra nuestros adversarios, pero siempre que sea posible habrá que buscar alternativas para derrotarles, ya sea pillándoles desprevenidos para noquearles o directamente poner pies en polvorosa, porque por lo general no será obligatorio acabar con nadie.
Además, no es que los enemigos sean especialmente débiles. Algunos requerirán que les peguemos unos cuantos tiros o puñetazos, aunque esta última opción es más arriesgada al exponernos a que nos golpeen también cuerpo a cuerpo. En ningún momento nos sentiremos aliviados o tranquilos, porque tan pronto puedes estar pasando por una zona en la que no hay ningún peligro como te pueden salir de la nada varios monstruos que harán todo lo posible por machacarte, y su inteligencia artificial los hace desafiantes.
Al final, una de las mejores soluciones será la de explorar los escenarios de arriba a abajo en busca de cualquier recurso que nos pueda resultar de gran ayuda. Pero explorar a conciencia, porque algunos están bastante bien escondidos. En este sentido, además de munición, también localizaremos elementos para fabricar botiquines, mejorar nuestras armas o limpiarlas. Porque sí, tendremos que tener cuidado de que no se ensucien demasiado o de lo contrario se deteriorarán hasta el punto de perder eficacia o romperse en pedazos.
A la hora de craftear cualquier cosa podremos hacerlo cuando queramos. Eso sí, lo más recomendable será situarnos en alguna mesa dentro de alguna casa, porque al hacerlo al aire libre el tiempo no se paralizará y pueden atacarnos mientras tanto. También seremos capaces de crear explosivos o reparar la máscara que deberemos emplear en las zonas con un alto nivel de radiación de este mundo postapocalíptico.
Precisamente la máscara será algo que también deberemos de procurar que no se rompa al presentar un gran realismo. A base de recibir impactos observaremos cómo empiezan a surgir rallajos en su cristal o también grietas que provocarán que la radiación nos afecte. En este caso un detalle que nos llamó bastante la atención fue el hecho de que podemos colocar un parche para cubrir esos agujeros, pero tan solo resultará un apaño temporal hasta que, con los materiales que hayamos recolectado, la reparemos por completo.
Por otro lado, otro detalle que también presentó un gran realismo fue cuando nos enfrentamos a un grupo de humanos que nos superaba ampliamente en número y lográbamos abatir a la mayoría de ellos, lo que causaba el miedo en los demás hasta el punto de pedirnos de rodillas que les perdonáramos la vida. Ahí ya dependerá de cada uno el dejarles vivir, golpearles para que queden inconscientes o directamente masacrarlos.
Unos niveles son sabor a mundo abierto
Para esta nueva entrega abandonaremos los túneles del metro de Moscú para viajar con Artyom y otros personajes en el Aurora, un tren con el que recorreremos varias zonas postapocalípticas de Rusia. El tren será como el lugar donde interactuaremos con nuestros compañeros, nos proporcionarán nuevas armas de vez en cuando y nos otorgarán las misiones principales que deberemos cumplir.
Cada uno de los escenarios por los que pasemos nos presentarán un mundo abierto que nos llevará su tiempo recorrerlos por completo. No sabemos con exactitud cuántos habrá en la versión final, pero para esta demo jugamos tres de ellos y sus dimensiones eran simplemente abrumadoras, lo que da a entender que la duración del juego apunta a ser realmente elevada. Además, cada uno nos presentaba entornos completamente distintos a los del resto.
Así, el capítulo de El Volga nos llevó a una zona nevada, el del Mar Caspio transcurría en un lugar desértico y por último La Taiga nos invitaba a recorrer un bosque. A su vez, todos ellos contaban con sus propias características que nos obligaban a plantear nuestra forma de jugar de diferentes formas.
Por ejemplo, en el caso del primero había partes recubiertas por completo de hielo y ríos que solo podíamos atravesarlos subidos a una barca, con el correspondiente riesgo de que nos atacaran unas criaturas marinas y otras gigantescas que parecían una especie de ballena. Por su parte, para recorrer el desierto contamos con un vehículo un tanto ruinoso, pero que al menos nos servía para viajar más rápido de un lado para otro, a lo que había que sumar una mazmorra un tanto tétrica plagada de arañas.
Finalmente, en el bosque perdimos todos los recursos que teníamos a mano, de manera que no nos quedó más remedio que buscarnos las habichuelas obteniendo nuevas armas, como una ballesta, aunque también nos tuvimos que enfrentar contra feroces lobos y osos mutantes. Como veis, cada mundo podía presumir de ofrecernos unos desafíos distintos, lo que hizo que resultara más atractivo jugarlos, buscar todos los secretos que ocultaban, así como completar sus misiones principales y secundarias.
Para no perdernos, Artyom dispone de un mapa que puede consultar en cualquier momento y en el que se indicará nuestra posición y los puntos de interés a los que podemos ir. Poco a poco, a medida que vayamos encontrando zonas importantes, se irán sumando más iconos a nuestro mapa, como por ejemplo casas que tengan una cama en la que podamos descansar, lo que nos servirá para recuperar nuestra salud y elegir la hora del día a la que nos queremos despertar, ya que ciertas criaturas o enemigos solo aparecerán cuando haya sol o sea de noche, al igual que serán más o menos feroces en determinados momentos.
Una experiencia asequible o angustiosa
Durante mi partida en Metro Exodus descubrí que se podían seleccionar cuatro niveles de dificultad distintos. Por defecto estaba elegido el normal, el tercero de ellos, pudiendo decantarnos por otro pensado para verdaderos expertos, uno más sencillo para los que no se les dé muy bien los FPS u otro para los que prefieran disfrutar de la experiencia narrativa.
Como el juego te permite modificar la dificultad en cualquier momento sin tener que reiniciarlo ni nada, me dediqué a ir alternando entre unos y otros y la verdad es que la diferencia se nota una barbaridad. En el caso del nivel normal nuestra vida solo se recuperaba a base de utilizar botiquines y los recursos eran escasos, además los enemigos eran capaces de causar grandes daños si nos dedicamos a ir a lo loco y no en plan sigilo y con cuidado.
Con respecto a los niveles inferiores, los recursos eran más numerosos y sobre todo destacaba el hecho de que la vida se recuperaba automáticamente, pudiendo prescindir de gastar nuestros materiales en objetos curativos. Además, no notamos en ningún momento una falta de munición y a la larga los recursos nos sobraban.
Por lo tanto, eso ya dependerá de cada uno cómo quiere de fácil o difícil que sea el juego, pero la verdad es que hay que reconocer que está concebido para que se elija el nivel normal, que a la larga será el que nos aportará la mejor experiencia con su justa dificultad para que suponga un reto y no un paseo.
En cuanto a las voces de los personajes destacaban con esos acentos rusos tan característicos, mientras que los textos estaban localizados al castellano para no perder detalle, aunque prepararos para presenciar conversaciones, porque a veces serán muy numerosas y excesivamente largas, lo que provoca que a veces te rompa un poco el ritmo y resulten un tanto tediosas.
En definitiva, Metro Exodus nos ha dejado con un gran sabor de boca. Es una tercera entrega a la altura de sus predecesores y con posibilidades de convertirse en el mejor capítulo de la saga. El momento de descubrirlo llegará el próximo 15 de febrero cuando salga a la venta en Xbox One, PS4 y PC.
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La noticia
Hemos jugado a Metro Exodus, el regreso de la saga postapocalíptica con una propuesta desafiante de mundo abierto
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Vidaextra
por
Sergio Cejas (Beld)
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