Llevo años probando coches eléctricos. Me he comprado uno de combustión por una sola razón
Vivimos tiempos complicados para elegir coche. O, quizás, los creemos más complicados de lo que realmente son. Sí, es cierto que podemos tener dudas sobre qué rumbo va a tomar la industria del automóvil, qué tecnología se impondrá, qué no o, directamente, qué restricciones levantarán contra mi coche en los próximos años.
Pero miremos esto desde un punto de vista positivo: nunca hemos tenido tanta variedad y tantas tecnologías que se adaptaran mejor a nuestro estilo de vida y los viajes que realizamos en el día a día.
Es lo que trato de explicar a quienes, conociendo que escribo sobre la industria del automóvil y pruebo algunos de los modelos más recientes, me preguntan qué coche se deben comprar. Cuál debería ser la mejor opción para ellos. Para darles una respuesta doy una serie de consejos.
La más importante, aunque parezca una tontería, la dejo siempre para el final.
Eligiendo coche
Diésel (sí, diésel), gasolina, microhíbrido, híbrido eléctrico, híbrido enchufable, eléctrico o bifuel de gasolina y gas natural licuado o comprimido. También es posible comprarse un eléctrico de autonomía extendida, aunque las posibilidades son muy reducidas. O un coche movido por hidrógeno pero, en este caso, las opciones de recarga son casi inexistentes.
Por lo tanto, si estamos en esta situación y queremos comprarnos un coche, tenemos que pensar varios aspectos que yo resumo en los siguientes pasos:
¿Qué tipo de coche necesitamos (por tamaño)?
Aquí debemos contemplar qué buscamos exactamente. ¿Cuánto maletero necesitamos? ¿Vamos a hacer uso de las plazas traseras habitualmente o viajamos en pareja? ¿Somos una familia que va a crecer, estamos pensando en formarla o no tenemos pensado tener niños? ¿Los niños ya viajan por sí solos y no necesitamos un coche tan grande?
Personalmente, recomiendo hacer una lectura muy racional de nuestra situación. Si habitualmente no llevamos mucho equipaje no deberíamos priorizar el maletero. Si habitualmente no utilizamos las plazas traseras, su habitabilidad debería tener un peso secundario en nuestra decisión.
Se trata, sencillamente, de no sobredimensionar nuestras necesidades. Sí, si somos de viajar con poco equipaje en nuestras escapadas de fin de semana y, por ejemplo, un día al año queremos trasladar una bicicleta pues tendremos un problema o tendremos que cuadrar mejor el equipaje. Ese día, quizás, nos arrepintamos un poco de la elección pero esto será pasajero pues el resto del año omitiremos una cualidad por la que es probable que hayamos pagado un sobreprecio.
Si, por el contrario, somos aficionados a la bicicleta de montaña y todos los fines de semana cargamos y descargamos nuestra bicicleta, no sólo te recomendaré que compres un coche que facilite esta tarea. Digo más: lleva la bicicleta al concesionario y comprueba por ti mismo si la bicicleta entra en el maletero y cómo de sencillo o complicado te va a resultar su carga y descarga.
¿Qué uso le vamos a dar a nuestro coche?
Me gusta definir el tamaño del coche en primer lugar porque, para casi todo tipo de tamaños existe la tecnología que buscamos. En gran medida porque tamaño y tipo de uso van de la mano.
Si buscamos un coche para movernos exclusivamente en el entorno urbano, para ir y volver del trabajo y dejar a los niños en el colegio, no nos interesa un coche demasiado grande, pues en este tipo de trayectos será mucho más incómodo de utilizar.
Por el contrario, si nos movemos asiduamente por autovía y autopista y realizamos cientos o miles de kilómetros cada semana, priorizaremos la comodidad y, muy probablemente, el coche sea de mayor tamaño.
En este caso, yo priorizaría los siguientes aspectos, de mayor a menor importancia:
- ¿Vamos a utilizar este coche como el único en la casa?
- ¿Qué tipo de desplazamiento hacemos en nuestro día a día?
- ¿Salimos de viaje habitualmente?
- ¿Cuántas escapadas largas hacemos al año?
- ¿Cuántos kilómetros hacemos al año?
¿Qué tecnología elegimos?
Una vez tenemos el tamaño de coche adecuado para nuestras necesidades y tenemos claro el tipo de uso que vamos a hacer del mismo, queda por elegir cuál es la tecnología que más nos interesa.
Aquí son decisivos el dinero y, llegado el caso, el acceso a un enchufe para cargar un coche eléctrico o un híbrido enchufable. Mi recomendación es la siguiente:
- Diésel: quien realiza muchísimos kilómetros en autopista y autovía y pisa poco la ciudad. No me lo compraría si realizara menos de 20.000 kilómetros al año.
- Gasolina: queremos un coche “para todo” en casa. Nos movemos en las cifras habituales para un conductor medio y el uso que le damos al coche es mixto entre ciudad y escapadas en autopistas y autovías.
- Microhíbridos: de existir la opción, el microhíbrido es una buena opción para obtener la etiqueta ECO y sus beneficios si estamos buscando un coche de gasolina pues el coste apenas difiere y no notaremos cambio alguno al conducir.
- Híbridos: también tenemos el coche como “vehículo para todo” pero la mayor parte de los kilómetros los realizamos en ciudad. Aunque podamos salir el fin de semana, a diario hacemos una buena decena de kilómetros en el entorno urbano o necesitamos entrar en una ZBE donde se restringe el acceso a coches más contaminantes.
- Híbridos enchufables: mismo caso que el anterior pero tenemos la posibilidad de cargar un enchufe en casa y las escapadas de fin de semana suelen ser a una segunda vivienda cercana. Esto es importante pues, una vez la carga de la batería se agote, con el motor de combustión funcionando de manera exclusiva, el coche puede tener consumos demasiado altos que echen a perder el ahorro diario.
- Eléctrico: tenemos acceso a un enchufe. Se puede optar por dedicarlo como segundo vehículo si lo vamos a utilizar exclusivamente en el entorno urbano o como un “coche para todo” si el ahorro de dinero con la carga doméstica nos compensa a lo largo del año. En esta calculadora puedes comprobarlo.
Decía que el dinero y el acceso a un enchufe es determinante en este caso porque los híbridos enchufables y los eléctricos son vehículos sensiblemente más caros que sus homólogos de combustión. Para compensar el gasto, es necesario realizar los kilómetros suficientes.
Además, si estás pensando en un coche eléctrico, lo primero que hay que saber es que, aunque el déficit de puntos de carga en España es grande, éstos no dejan de crecer y ya es fácil acceder a la mayor parte de las regiones sin grandes complicaciones. Y, una vez uno se habitúa, es fácil evitar cualquier tipo de penuria con el coche eléctrico.
Mi consejo final y definitivo: compra lo que más te gusta
Efectivamente, eso es lo que le termino diciendo a quienes me preguntan sobre el coche que deben comprarse. Porque después de años subidos a coches de todo tipo, de diferentes marcas y tecnologías, tengo más que comprobado que, cuando alguien pregunta, ya tiene un favorito en mente.
En mi caso, compré un Mazda 3 de gasolina. Es un coche microhíbrido pero eso era más que secundario para mi. De momento, ni mi pareja ni yo necesitábamos un coche de mayor tamaño, por lo que el volumen del maletero y la habitabilidad en las plazas traseras pasó a un segundo plano.
Por suerte (entendible si vives en una ciudad como Madrid), no tengo que utilizar mi coche a diario. En Xataka teletrabajamos, por lo que yo no lo necesito, y mi pareja tampoco lo utiliza para desplazarse entre semana. Por norma general, es raro que lo utilicemos dentro de la ciudad. Sí hacemos, por el contrario, un uso habitual en carretera pero cubrimos pocos kilómetros al año.
Tenemos garaje y sería fácil poner un punto de recarga para llenar la batería de un coche eléctrico pero, personalmente, prefiero un motor atmosférico para mi día a día. Y aquí reside gran parte de la magia del asunto. Como no existía una imperiosa necesidad de comprar un coche (porque se hubiera averiado el que teníamos, por ejemplo) pude decidirme por un coche que, sencillamente, me gustara mucho.
Sí, un coche eléctrico es mucho más silencioso y suave pero, al contrario que un motor atmosférico, no me saca una sonrisa cuando lo utilizo. Y eso es lo importante. Porque ambas tecnologías encajaban en mi presupuesto y podría utilizar un coche eléctrico por un menor coste.
Pero dentro de las posibilidades de cada uno, siempre que no veas el coche como un electrodoméstico, acabarás teniendo un favorito. Bien porque sea un SUV, bien porque no lo sea, porque te guste la marca, porque te guste su interior, porque odies las pantallas… Por el motivo que sea: tendrás un favorito.
Llegados a este punto, lo tengo muy claro. Compra lo que más te guste. Porque es posible que ese coche que te hace tilín gaste un poco más que los rivales o quizás sea menos práctico. Es posible que sea más incómodo para poner y quitar una sillita de niño o que no tenga un maletero enorme. Pero, en el fondo, nos vamos a gastar una, dos, tres o las decenas de miles de euros que cada uno quiera en un coche que, normalmente, esperamos tener durante más de una década.
Porque luego pasa: nos arrepentimos. Nos pasamos toda la vida útil de nuestro coche reconociendo lo práctico que es o lo bien que se aparca pero veremos pasar nuestro ansiado (y nunca comprado) coche y sentiremos una pequeña punzada de dolor en nuestro corazón.
Sí, entiendo las ventajas del coche eléctrico. Soy el primero en animar a que, quien quiera y le apetezca, dé el salto a esta tecnología. De hecho, me habría decantado por esta posibilidad si utilizara mi coche a diario.
Pero, sencillamente, me gustan más las sensaciones que ofrece un motor de gasolina atmosférico. Cuando de verdad te gusta un coche, asumes que las desventajas del tuyo (maletero pequeño para el tamaño total del coche, coste alto del combustible frente a un eléctrico…) son menos desventajas porque sus virtudes pesan muchísimo más que ellas.
En resumen, ¿buscas coche y dudas entre dos, tres o cuatro opciones?
Compra el que más te guste. Así de simple.
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En Xataka | Comprar coche de segunda mano: qué mirar y qué tener en cuenta antes de comprar
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La noticia
Llevo años probando coches eléctricos. Me he comprado uno de combustión por una sola razón
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alberto de la Torre
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