Durante miles de años, neandertales y homo sapiens trataron de aparearse insistentemente. La genética tenía otra idea

Durante miles de años, neandertales y homo sapiens trataron de aparearse insistentemente. La genética tenía otra idea

En 1856, mientras trabajaban en una cantera de piedra caliza cerca de Düsseldorf, dos trabajadores italianos encontraron una cuenca llena de huesos. Pensaron que eran los restos de un oso y se los acercaron a un profesor de una ciudad cercana, conocido por ser coleccionista de huesos. No tenían ni idea de lo que estaban a punto de provocar.

Cuando vio los huesos, Johann C. Fuhlrott se dio cuenta de que no eran de un oso, llevó los huesos a la Universidad de Bonn y, junto a Hermann Schaaffhausen, comunicaron el hallazgo al mundo. Nadie los tomó muy en serio. Se llegó a decir que era un cosaco ruso con raquitismo que perseguía a Napoleón por Europa.

Hasta que casi una década después, el geólogo irlandés William King llegó a una conclusión revolucionaria: que no siempre habíamos estado solos.

¿Pero por qué lo estamos ahora? Con el descubrimiento del Homo neanderthalensis se abrieron muchísimas incógnitas, pero hay una que lleva casi 200 años persiguiéndonos: ¿por qué desaparecieron? ¿Cómo es posible que una especie tan antigua, tan robusta, que había sobrevivido a tantas cosas desapareciera sin más? ¿Por qué nos habíamos quedado solos?

Al lo largo de todos estos años, los científicos han dado numerosísimas hipótesis y teorías. Desde genocidios prehistóricos a un lento y agónico eclipse. Sin embargo, Ludovic Slimak, investigador del Centro de Antropobiología y Genómicas de Touluse y uno de los mayores expertos internacionales en los neandertales, tiene otra idea.

Las formas del amor (y lo que no es el amor). Para Slimak, si aplicamos los conocimientos de la antropología cultural a lo que nos está diciendo la paleogenética, la imagen es bastante distinta. y es que, como en todas las sociedades tradicionales en las que conviven identidades fuertes, parece las distintas comunidades humanas intercambiaron mujeres.

Desde nuestra perspectiva, la mera expresión ya es una salvajada. Pero desde la perspectiva de la antropología, esos procesos de “cruce familiar” eran básicos para asegurar alianzas estables entre distintas comunidades. Y eso, si tenemos en cuenta que estamos cargaditos de ADN neandertal, parece ser lo que pasó. Sin embargo, como señala Slimak, esa “fusión” de linajes nunca llegó a producirse del todo. La pregunta es por qué.

Una historia (genéticamente) imposible. Sabemos que neandertales y sapiens se cruzaron y tuvieron descendencia. Pero también sabemos que una parte significativa de ella eran personas estériles incapaces de reproducirse. Es decir, aunque las comunidades intentaron trabar esas relaciones y alianzas fundadas en el mestizaje, la cosa no funcionó.

Buscando. Es curioso, decía Slimak en una entrevista para LiveScience, que “cuando estás buscando ADN antiguo [de hace 40.000 a 45.000 años] todos estos sapiens tempranos tienen ADN neandertal reciente, y es por eso que tenemos  [ADN neandertal] hoy. Pero cuando llegas y tratas de extraer ADN de los  últimos neandertales, contemporáneos de estos primeros sapiens, digamos que hace entre 40.000 y 50.000 años no hay ni un solo neandertal con ADN sapiens“.

Curioso y muy posiblemente una de las claves que explican porque la más numerosa y genéticamente diversa población de sapiens le ganó la partida a los neandertales. Es decir, por qué nos quedamos solos.

Imagen | Suchosch

En Xataka | Solemos ver a los neandertales como una especie distinta, ¿y si nos equivocamos?


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Durante miles de años, neandertales y homo sapiens trataron de aparearse insistentemente. La genética tenía otra idea

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Javier Jiménez

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