Un cura decidió pinchar techno durante la JMJ. Y eso ha abierto un agrio debate teológico
Son las 7 de la mañana, pero lo que suena (y a todo volumen) es techno. Techno del bueno. Y no, no estamos en una rave en Los Monegros, ni en un after en Ibiza: estamos en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que organiza la Iglesia Católica en Lisboa, faltan dos horas para la gran misa del Papa y el dj, en fin, es un cura.
El vídeo, como era de esperar, se ha viralizado. Lo que no vimos venir, era todo lo de después.
Don Guilherme Peixoto Parera. Aunque los españoles acabamos de descubrir a este cura dj, parece que este cura de Guimaraes es todo un fenómeno en Portugal. No solo “ha actuado en algunos de los grandes clubes” del país vecino, sino que “acumula cientos de miles de seguidores en sus redes sociales”. Y todo a ritmo de “dance, progressive, afrobeat y techno”. Techno melódico.
Sin lugar a dudas, el padre Guilherme es todo un personaje. Según contaba en una reciente entrevista para el Periódico de España, es cura, sí; pero también es un acérrimo futbolero y, durante años, estuvo destinado como sacerdote militar en África y los Balcanes. Y pinchadiscos, claro.
De hecho, según parece, todo esto de la música empezó alrededor de 2006 cuando, destinado en parroquias con deudas, decidió hacer eventos para recaudar fondos y descubrió que la música “moderna” era, como se suele decir aquí en España, ‘mano de santo’. Vio que había mucha receptividad entre los jóvenes y una cosa llevó a la otra hasta que empezó a producir sus propios temas y llenar salas por todo el territorio luso.
El gran día. Y el 6 de agosto, domingo, al padre Guilherme se le encomendó la tarea de despertar al millón y medio de personas congregadas en el Parque Tejo de Lisboa y caldear los ánimos antes de lo que sería el punto álgido de la JMJ: la macromisa de Francisco.
La imagen sin lugar a dudas es muy bizarra y divertida, pero lo más interesante ha sido la reacción: las redes sociales se han llenado de gente a favor y (sobre todo) en contra del padre Guilherme y su música. No exagero: por cada “me encanta”, hay media docena de “esa música está lejos de Dios”. ¿Quién iba a imaginar que un cura con cascos iba a generar todo un debate teológico?
¿Debate teológico? Podría decirse que sí, porque (aunque pueda parecer raro) la música ha sido un tema muy importante para la Iglesia desde… siempre. Marcos (14, 26) cuenta que “después de cantar los himnos se dirigieron al monte de los Olivos”. Y aunque la cosa no acabó muy bien en esa ocasión, podemos decir que las primeras comunidades cristianas recogieron esa tradición judía e incorporaron el canto a sus celebraciones comunitarias.
Pio XII, en 1955, escribió que la “música era un don de Dios” y desarrolló con mucho detalle todo lo que tenía que ver con la música sacra. Y sí, es cierto, si hablamos de música litúrgica, el techno tiene difícil encaje dentro de ella.
No sólo porque la idea que subyace bajo el misal romano es que “el sonido del órgano y de los demás instrumentos […] se permite sólo para sostener el canto” (en la música litúrgica, hay una “clara primacía de la palabra”, decía Ratzinger) y en la música electrónica más genuina el canto desaparece; sino porque los instrumentos permitidos están bastante tasados: el órgano de tubos (según el Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II) y algunos instrumentos de cuerda como el violín (según Pio XII). El resto de instrumentos pueden aprobarse, pero las Conferencias Episcopales suelen ponerse de perfil. Sea como sea, los platos de dj no están en el catálogo.
Pero, ¡ay!, hay vida más allá de la misa. Y este es el tema central. Todo el apartado anterior se refiere a música litúrgica; es decir, la música que se usa durante la misa. Fuera de la eucaristía, la cosa cambia. El mismo Pio XII decía que no podía sino “exhortar ahincadamente” a todos los obispos a que “con el mayor cuidado y diligencia promovieran este canto religioso popular”.
Voy más allá. Un par de líneas más abajo dice que “los que se consagran a la educación de los niños no [deben] dejar de usar debidamente estos medios tan eficaces” y “los Consiliarios de la juventud católica [deben] emplearlos asimismo con discreción en el desempeño de su importantísimo oficio”. Recordemos que Pio XII murió antes de que la iglesia se metiera de cabeza en el Concilio Vaticano II.
Y sí, soy consciente de que el texto dice “canto”; pero a juzgar por las reacciones, no creo que el debate esté centrado en si podemos ampliar el concepto de “canto” lo suficiente como para que el techno melódico entre dentro. En realidad, lo que se debate con la excusa del padre Guilherme se está debatiendo sobre la relación de la Iglesia con el mundo moderno, en general, y el arte contemporáneo, en particular.
La Iglesia y los artistas. El texto central para acercarnos a esto no lo escribió un teólogo progresista, ni un activista radical. Lo escribió Juan Pablo II. Porque en su ‘Carta a los Artistas‘ hacía una llamada directa a los artistas a “no malgastar ese talento”, sino a “desarrollarlo para ponerlo al servicio del prójimo y de toda la humanidad”.
Reivindicaba, de hecho, “el especial interés de la Iglesia por el diálogo con el arte y su deseo de que en nuestro tiempo se realice una nueva alianza con los artistas” y, decía expresamente que “la Iglesia necesita(ba) también de los músicos”. ¿Por qué? Porque “innumerables creyentes han alimentado su fe con las melodías surgidas del corazón de otros creyentes” y “en el canto, la fe se experimenta como exuberancia de alegría, de amor, de confiada espera en la intervención salvífica de Dios”.
En busca de la belleza. Sí. Está bien, lo reconozco: sigue hablando de canto. Y, además, Juan Pablo II se pasa toda la carta hablando de la conexión del arte con la belleza. ¿Puede el techno acercarse a esa “expresión visible del bien” del que habla el magisterio de la Iglesia? Pues, sinceramente, como yo tengo un oído en frente del otro y, de pequeño, me echaron del coro de mi colegio, no me veo capaz de responder esta pregunta.
Lo que sí tengo claro es que, si como decía San Pablo “hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo”, la Iglesia puede permitirse un cura dj. Otra cosa sería que hiciera versiones de la Oreja de Van Gogh. Entonces, hasta yo me pondría a pedir la vuelta del San Oficio.
Imagen | Padre Guilherme
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La noticia
Un cura decidió pinchar techno durante la JMJ. Y eso ha abierto un agrio debate teológico
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Xataka
por
Javier Jiménez
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