A Estados Unidos se le han ido las propinas de las manos: ya las piden hasta las máquinas de vending
Pasarán los años, pero ciertas cosas no cambian. Cuando viajas a Nueva York hay rituales con los que cumples sí o sí: el selfie con la Estatua de la Libertad de fondo, el paseo de rigor por Central Park, la visita nocturna al Empire State o algún otro rascacielos para disfrutar del skyline de la ciudad… y esa soberana cara de pasmo que se te queda cuando, al pedir la cuenta en uno de sus restaurantes, haces una suma rápida y entiendes el dinero que (se supone) debes dejar en propinas.
No es algo exclusivo de Nueva York. Es más, las tips están tan extendidas y han adquirido tintes tan delirantes en el país que los propios estadounidenses parecen empezar a cansarse de ellas. Si es que cuando hasta una máquina pide propina…
¿Propina hasta en las máquinas? La noticia saltó en primavera y probablemente supone la vuelta de tuerca definitiva y más truculenta de las propinas en EEUU. En mayo medios como The Wall Street Journal, New York Post, Business Insider, CBS o Fox se hacían eco de una tendencia cuanto menos curiosa: máquinas de autopago (self checkout) que piden propinas en cafeterías, panaderías, aeropuertos o estadios. No importa que el cliente no haya tenido la menor interacción con los empleados y él mismo se encargara de realizar todo el cobro; la máquina le ofrece la opción de dejar una gratificación del 20%.
Aquello, claro, no tardó en generar preguntas. “Están reduciendo los costes de mano de obra al ofrecer el self-checkout. ¿Qué sentido tiene pedir propina? ¿Y a dónde va a parar?”, comentaba a The Wall Street Journal Ishita Jamar, estudiante de la American University de Washington. Otro joven, Garret Bemiller, trabajador de Manhattan de 26 años, iba incluso un poco más allá y después de pasar por caja para abonar una botella de 6 dólares y ver cómo la pantalla le ofrecía añadir una propina del 10 o 20%, tildaba la práctica de “chantaje emocional”.
Pero… ¿Hay “chantaje emocional”? Lo que se generó en EEUU tras reportajes como el del WSJ fue cierta polémica. Al utilizar una máquina de autopago el cliente quizás no interactúe con los empleados del negocio, o lo haga de forma mínima, pero cuando la pantalla le sugiere que deje una gratificación el efecto es el mismo que en un restaurante convencional: la empresa le asigna en cierto modo la responsabilidad de pagar a los trabajadores. Incluso cuando WSJ recabó testimonios de un buen número de empresas que aseguraban que esas propinas son opcionales y se reparten luego entre todos los empleados.
El escenario es sin embargo más complejo. Al fin y al cabo —recoge el diario neoyorquino— la norma que protege a los trabajadores que reciben propinas no sería extensible a las máquinas. “Estaba confuso porque no estaba del todo claro a quién estaba dando la gratificación”, explicaba un hombre tras pasar por una máquina de self checkout para pagar una lata de cerveza en San Diego. Comentarios similares se han podido leer también en Reddit.
“¿Me devuelven la propina?”. Lo más curioso es que la polémica de las máquinas de self checkout no es la primera protagonizada por las propinas en EEUU a lo largo de los últimos meses. A comienzos de 2023 saltó otra, distinta quizás en su forma y fondo, pero que ayuda a comprender hasta qué punto están extendidas: el debate lo generó entonces un vídeo de TikTok en el que un barista de Starbucks relataba cómo un cliente pidió que le reembolsasen la propina de dos dólares que había aceptado por equivocación al pagar con su tarjeta de crédito.
“Durante unos 10 minutos intento resolver esto porque la tarjeta no funciona. Entonces ambos estamos allí y en mi cabeza solo pienso: son dos dólares, amigos, no es tan importante”, relata. La popular cadena de cafeterías y bollería ofrece la opción de dejar gratificaciones con tarjetas de crédito desde el año pasado.
¿Están cansando las propinas? Eso es lo que insinúa un estudio reciente de Bankrate, firma de servicios financieros. Sus datos muestran que en 2022 el 73% de los adultos estadounidenses que acudieron a cenar a restaurantes con servicio de mesa dejaban siempre propina. Quizás parezca un porcentaje elevado, pero lo ha sido más: en 2021 suponían el 75% y en 2019 el 77%. No solo eso. A pesar de su popularidad, las tips no parecen gozar de una imagen demasiado edificante en EEUU: el 66% de los ciudadanos tienen una opinión negativa sobre ellas.
“Los estadounidenses creen que las empresas deberían pagar mejor a los empleados en lugar de depender tanto de las propinas (41%), les molestan las pantallas en las que se introducen previamente las propinas (32%), consideran que la cultura de las propinas se ha descontrolado (30%), están confundidos acerca de quién y cuánta propina dar (15%) y estarían dispuestos a pagar precios más altos si pudieran eliminarlas (16%)”, recoge el informe de Bankrate, publicado en junio.
El debate está servido. Correcto. Porque si bien el estudio muestra cierto hartazgo hacia las tips refleja también lo extendidas que están en el país. “Pese a las molestias, la gente no ha dejado de dar propinas. Más de las dos quintas partes (44%) de los adultos estadounidenses que cenan sentados en restaurantes dejan normalmente al menos un 20% de propina”, reconoce el informe. Con otros profesionales, como los peluqueros o taxistas, el consenso es menor.
Ted Rossman, analista de Bankrate, explica en cualquier caso que al hablar de propinas influyen otros factores, como la inflación y su efecto en los bolsillos de los clientes. Hay más elementos, igual de cruciales. La compañía recuerda por ejemplo que las tips sirven con frecuencia para completar sueldos de empleados que cobran el mínimo federal precisamente por la expectativa de que obtendrán ingresos extra con las gratificaciones de los clientes. “Muchos camareros ganan 2,13 dólares por hora y se espera que las propinas aumenten su remuneración”, abunda.
Imagen de portada: Dan Smedley (Unsplash)
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La noticia
A Estados Unidos se le han ido las propinas de las manos: ya las piden hasta las máquinas de vending
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por
Carlos Prego
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