“Domo de calor”: el fenómeno que ha derretido México tiene nombre y preocupa a medio mundo (España incluida)
No hace falta haber pasado un agosto en Sonora para saber que en amplias regiones de México puede hacer calor. Mucho. Muchísimo. No obstante, no todo el país es así. En Ciudad de México, por ejemplo, el máximo histórico está 33,8°C y se alcanzó en 1998. 34 grados, para una ciudad que está a 2.200 metros sobre el nivel del mar, son muchos grados.
Pues, bien, la semana pasada los termómetros acariciaron esa cifra récord, mientras el norte del país se ponía muy por encima delos 40; y todo el Caribe y Centroamérica vivían también una ola de calor especialmente intensa. En resumen: no era una ola de calor normal.
Era un domo de calor y eso es lo problemático.
¿Domo? ¿Qué significa domo? Un domo, cúpula o bóveda es un fenómeno que se produce “cuando las altas presiones atmosféricas empujan el aire caliente hacia abajo, evitando que suba” y atrapándolo una región concreta. En términos coloquiales, podríamos decir que se trata de una “trampa de calor”.
O, como decía estos días el meteorólogo mexicano Alberto Hernández Unzón, “una olla express“. La imagen es perfecta: una situación atmosférica que mantiene estacionaria a una masa de aire muy caliente; es decir, una situación que favorece una estabilidad casi exasperante. Sobre la que el sol (calentando un aire ya de por sí muy cálido) actúa haciendo que las temperaturas se disparen.
¿Por qué se produce esto? En principio, todo parece indicar que, este tipo de fenómenos están relacionados con cambios bruscos en las temperaturas del océano. Es un proceso en cascada: el agua calienta el aire, el aire se interna en la tierra y, al llegar, que atrapado por el sistema de altas presiones encajado entre dos mares calentándose.
Es decir, a la presión de un lado, se le suma la presión del otro y, sobre todo ello, una potente columna de aire empujando para abajo: una olla a presión.
¿Es realmente un problema? Eso fue lo que pasó en México, Centroamérica y la cuenca del Caribe la semana pasada y, por supuesto, no es la primera vez que pasa. Estos domos, aunque raros, forman parte del funcionamiento (relativamente) normal de la atmósfera y sus circulaciones. Lo preocupante no es eso.
Lo preocupante es que, como señalan los científicos, este tipo de fenómenos atmosféricos han aumentado su frecuencia, duración e intensidad durante las últimas décadas. Tiene lógica: si es algo relacionado con la temperatura superficial del mar, el aumento de las temperaturas debe facilitar que se hagan más frecuentes.
Lógico y problemático, claro. Hablamos de millones de personas acercándose peligrosamente a temperaturas para las que no están preparadas.
¿Y qué tiene que ver todo esto con España? Es, en el fondo, un proceso parecido (aunque más masivo) que lo hemos venido llamando durante estos años el “horno ibérico”: un conjunto de condiciones meteorológicas que estabilizan una masa de aire caliente sobre un sitio concreto justo en el momento en que hace más calor.
La pregunta es ahora qué impacto tendrá la tremenda ola de calor que viven las aguas que nos rodean en todo esto. Mientras el Atlántico vive temperaturas nunca vistas en tiempos modernos, el Mediterráneo engancha una sucesión de altas temperaturas realmente históricas. Con la circulación atmosférica completamente rota e impredecible, añadir más incertidumbres nunca es una buena noticia.
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“Domo de calor”: el fenómeno que ha derretido México tiene nombre y preocupa a medio mundo (España incluida)
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Javier Jiménez
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