La carrera de la Isla de Man es la más espectacular y mortal del mundo. Y por eso mismo se sigue disputando
El Tourist Trophy de la Isla de Man vuelve a ocupar portadas en nuestro país. Y, como suele suceder, lo hace por el peor motivo posible: Raül Torras, piloto español, ha fallecido en un accidente. Un hecho que, sin embargo, es relativamente usual en la que está considerada la competición más salvaje y peligrosa del mundo.
Es el último reducto de una forma de competir que hace años que intenta desterrarse.
El caso Raül Torras. Con 46 años y una larga trayectoria en el motociclismo, el piloto español ha fallecido en el TT de la Isla de Man como consecuencia de una caída en la última vuelta de la carrera en la que competía, tal y como ha confirmado la organización hace unas horas.
El español había debutado en 2017 en la considerada carrera de motociclismo más peligrosa del mundo. Su mejor posición hasta ahora había sido un decimoquinto puesto en la categoría Supertwin y este mismo año había conseguido firmar su mejor vuelta, con una velocidad media de 125.470 mph (más de 200 km/h). Un hito que le había convertido en el español más rápido en la historia del circuito.
¿Qué es el TT de la Isla de Man? El Tourist Trophy de la Isla de Man es, ni más ni menos, que la carrera de motociclismo (y probablemente del mundo del motor) más peligrosa del mundo. Una competición que se disputa en formato contrarreloj con cinco categorías: Superbike, Superstock, Supersport, Supertwin y Sidecar, extremadamente loca.
La diferencia entre las categorías es, evidentemente, el tipo de motocicleta utilizada. La categoría Supertwin, en la que competía Torras, aglutina a motocicletas de dos tiempos y 700 cc que derivan de motocicletas de calle pero han sido preparadas para la competición. En Supertwin, la carrera se desarrolla durante cuatro vueltas al circuito.
Pero, además de esta categoría, por las calles de la Isla de Man se pueden ver motocicletas de hasta 1.000 cc y 200 CV. La categoría Superbike permite ciertas modificaciones en algunas de las motocicletas más salvajes que se venden en la calle. El resultado es una carrera a seis vueltas con velocidades punta muy superiores a los 300 km/h. El récord del circuito está cifrado en una velocidad media de 218 km/h.
Un paraíso. ¿Cuál es el atractivo del TT de la Isla de Man? Su exotismo. Exótico por dónde se desarrolla. El circuito consta de 60 kilómetros que recorre buena parte de la Isla de Man, una dependencia británica a medio camino entre las islas de Gran Bretaña e Irlanda que, en imágenes, es un compendio de footgrafías bucólicas, lleno de paisajes verdosos y húmedos que, en definitiva, son realmente espectaculares.
Pero exótico también por la propia idiosincrasia de la carrera. Desde su primera cita en 1907, el asfalto del circuito es el de la propia carretera de la isla, que se cierra al tráfico durante las competiciones. Es decir, los pilotos circulan a velocidades altísimas pegados a los campos y las casas sin apenas protecciones. Es el sueño de muchos aficionados.
La carrera más peligrosa. Evidentemente, con estas características, podemos imaginar que el TT de la Isla de Man es una de las citas más peligrosas del año para quienes participan. El circuito es de 60 kilómetros, por lo que no solo la falta de protecciones es parte del riesgo. La propia climatología puede ser antagónica en los extremos del trazado.
Desde la primera prueba a principios del Siglo XX, la carrera se ha cobrado 267 víctimas mortales y, pese a todo, año tras año sigue levantando una expectación que no se encuentra en ningún otro lugar. Aunque hay otros circuitos urbanos a lo largo del año, la mezcla de sus imágenes, sus velocidades altísimas y el riesgo inherente a la competición forman un cóctel explosivo.
El último enlace con el pasado. El TT de la Isla de Man tiene otro aliciente innegociable para los aficionados que siguen la competición y, evidentemente, para los pilotos que toman parte de ella: es una conexión con las raíces más profundas de las competiciones del motor.
Desde el ciclismo hasta el motociclismo, pasando por el automovilismo. Cualquiera de estos deportes tiene en sus genes un punto de pasión por la aventura, por lo desconocido y por el riesgo. Los primeros años de estas modalidades están llenas de competiciones de miles de kilómetros, donde los pilotos se exponían a la muerte constantemente.
Este componente de riesgo se ha tratado de limitar al mínimo en la inmensa mayoría de las competiciones. Este mismo año hemos visto cómo el Giro neutralizaba parte de una etapa por mal tiempo. En la Fórmula 1, la muerte de Ayrton Senna cambió para siempre la seguridad de los coches. El Grupo B del Mundial de Rallies apenas duró cuatro años por ser considerada una categoría absolutamente salvaje y dejar un por el camino muertes de pilotos y espectadores. Y el motociclismo, aunque conlleva más riesgo que cualquiera que las anteriores, trabaja incansablemente por dotar a los pilotos de una mayor seguridad.
Héroes. Tampoco se puede entender que el TT de la Isla de Man perdure en el tiempo sin la aceptación de público y competidores. Sólo hay que darse una pequeña vuelta por redes sociales para comprender que los pilotos alcanzan figuras casi místicas. Jugarse la vida y, en ocasiones, perderla es motivo suficiente para ser elevados a la figura de héroes.
Es, en parte, una fascinación (y mitificación) de ese piloto de antaño que sin apenas medidas de seguridad se subía a una bicicleta, un coche o una moto para recorrer en el menor tiempo posible la mayor distancia capaz de abarcar. “Cuando veo a Dios, sé que ha llegado el momento de frenar”, dijo Kevin Shwantz.
A contracorriente. Y si algo ayuda a que crezca la leyenda del TT de la Isla de Man es su punto de rebelión, su manera de ir a contracorriente. Como decíamos, todas las competiciones del motor han tratado de salvaguardar la vida de sus pilotos. El propio Campeonato del Mundo de Motociclismo dejó de competir en la Isla de Man ya en 1976, pues se consideraba extremadamente peligroso.
Las posturas, por tanto, chocan. Desde quien pide prohibirlo hasta quien sostiene que compite lo hace por voluntad propia y que, por tanto, es plenamente consciente del riesgo que ello conlleva. Guy Martin, quien compitió 44 veces en el asfalto de la Isla de Man lo resumía así: “Si crees que es demasiado peligroso, vete a casa, corta el césped y déjanos a nosotros”.
De hecho, es el propio Raül Torras, en una entrevista a Autobild quien dio el año pasado la clave de todo: “Estoy aquí porque quiero y porque me encanta, no necesito que la gente lo comprenda, pero al menos sí que lo respeten”.
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Foto | TT Isla de Man
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La noticia
La carrera de la Isla de Man es la más espectacular y mortal del mundo. Y por eso mismo se sigue disputando
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por
Alberto de la Torre
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