Las energías renovables han vivido un año de auténtica eclosión. Se lo pueden agradecer a Ucrania
“No hay nada que la guerra haya conseguido que no hubiéramos podido lograr mejor sin ella”, decía hace ya un buen puñado de décadas el ensayista y médico británico Havelock Ellis. Con esa premisa clara, al echar la vista atrás y analizar las múltiples derivadas de la guerra de Ucrania hay una que destaca de forma especial en el campo energético: el conflicto ha servido para impulsar la “transición verde”. Lo dicen varios estudios y la propia Agencia Internacional de la Energía (AIE), que tras deslizar ese mensaje ya a principios de año vuelve a recalcarlo ahora en el último informe que ha dedicado a la inversión prevista en el sector.
Es la otra lectura que deja el conflicto y la crisis energética que desató.
¿Qué dice el informe? Que pese a la pugna a corto plazo por el suministro de petróleo y gas, la guerra iniciada en 2022 ha pisado el acelerador de la transición energética. “El período de intensa volatilidad en los mercados de combustibles fósiles provocado por la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha acelerado el despliegue de una serie de tecnologías de energía limpia”, destaca la AIE.
Sus técnicos recuerdan cómo, a modo de presión, en 2022 Moscú redujo los suministros de gas por gasoducto a la UE en cerca de un 80%: “Esto dio lugar a fuertes incentivos políticos y de precios para que los inversores incrementaran el suministro de gas no ruso, construyeran infraestructuras alternativas y ampliaran las alternativas al gas natural”. En el caso de la UE, van más allá y subrayan que se están impulsando las renovables como parte del objetivo de descarbonización y para “hacer frente a la perturbación del mercado causada por la invasión”.
¿Y los datos de inversión? Lo que muestran los datos es un aumento considerable en la apuesta por las energías limpias. Al comparar las cifras de 2021 con las estimaciones para 2023, la AIE ha concluido que la inversión destinada a energías limpias se ha incrementado mucho más rápido que la dirigida a combustibles fósiles: un 24% frente a un 15%, para ser precisos.
La tendencia se explica por varios factores, claro. Si bien el organismo incide en cómo ha influido la volatilidad de los combustibles fósiles desencadenada por la guerra, con la consecuente preocupación por la seguridad energética, a lo largo de los últimos años han intervenido también otros factores, como la inversión durante los períodos de bonanza económica, la apuesta de la UE o China por las renovables o la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) aprobada en 2022 en EEUU.
¿Qué inversión se prevé para 2023? Alrededor de 1,7 billones de dólares, según cálculos de la IEA, que incluye en ese saco a lo que considera “tecnologías limpias”: renovables, vehículos eléctricos, nuclear, sistemas de almacenamiento, combustibles de bajas emisiones, mejoras de eficiencia y bombas de calor. No está mal, si se tiene en cuenta que su estimación de inversión en energía es de unos 2,8 billones. “Por cada dólar invertido en combustibles fósiles, cerca de 1,7 se dedican ahora a energía limpia”, resalta Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE.
A modo de referencia, el organismo calcula que en 2023 se invertirán 380.000 millones de dólares en energía solar, lo que le permitirá superar por primera vez el gasto en petróleo. Eso no quita que los fondos para la exploración y producción del “oro negro” o gas sigan incrementándose. Lo harán, aproximadamente un 7%, en parte por el impulso de las grandes petroleras nacionales de Medio Oriente que prevén invertir este ejercicio más que antes de la pandemia del COVID-19.
¿Es una lectura nueva? El informe sobre inversión de la AIE aporta más pinceladas, pero sus conclusiones sobre el impacto de la invasión de Ucrania no son exactamente nuevas. En enero, durante un conferencia en Madrid, Birol ya avanzó que las energías renovables habían crecido un 25% en 2022 y destacó el impulso experimentado por la transición energética con la guerra.
El motivo, deslizó: cómo el conflicto ha llevado a muchos países a implementar políticas energética e industriales con las que blindar la seguridad del suministro y el cuidado del medioambiente. A modo de ejemplo citaba la Ley de Reducción de la Inflación estadounidense. Combinada con otras medidas, como la Ley Bipartidista de Infraestructuras, Washington confía en que le permita llegar a 2030 con una reducción sensible de sus emisiones: un 40% menos que en 2005.
¿Es la IEA la única que lo ve así? No. La compañía BayWa publicaba hace poco un estudio en el que concluía también que la guerra de Ucrania ha dado un impulso a la transición energética, aunque acompañaba esa idea de otra menos positiva: también ha motivado un más que probable retraso en la neutralidad en carbono. Tras realizar un sondeo concluyó que el 47% de los líderes empresariales de Europa y EEUU creen que se tardará entre dos y tres años más en alcanzar ese objetivo. Aproximadamente la mitad (53%) reconocía que el alza de precios de la energía había servido como aliciente en sus objetivos de sostenibilidad.
Imágenes: Andreas Gücklhorn (Unsplash) e IEA
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La noticia
Las energías renovables han vivido un año de auténtica eclosión. Se lo pueden agradecer a Ucrania
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Xataka
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Carlos Prego
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