El primer paso para convertirnos en una especie interestelar pasa por: una rata
Lo hemos visto en decenas de películas, libros y series de ciencia ficción (y en alguna noticia también). En nuestro viaje hacia el espacio profundo, mientras nuestras naves recorren las larguísimas rutas que nos conectarán con otras estrellas, los seres humanos necesitaremos hibernar.
El problema es que es más fácil decirlo que hacerlo. Al menos, hasta ahora.
En busca del topor. Durante años, los científicos han estado estudiando el ‘topor’. Un estado fisiológico en el que los mamíferos suprimen el metabolismo, reducen la temperatura corporal y ralentizan otros procesos para conservar energía. Y lo han estudiado no por una cuestión de ciencia ficción, sino porque ralentizar el metabolismo podría ser una herramienta fantástica en emergencias agudas o enfermedades graves.
Sin embargo, durante todos esos años el topor ha sido esquivo. Los mamíferos somos máquinas muy complejas y, aunque los investigadores han ido encontrando claves que nos permitían empezar a entender cómo podemos emular a otros hibernadores, la realidad siempre nos ha demostrado que es un poco más compleja de lo que nuestros modelos preveían.
Una idea de hace décadas que hoy, por fin, es posible. Ahora, Nature Metabolism publica un trabajo en el que se demuestra que es posible “inducir un estado reversible de hibernación en ratones y ratas mediante pulsos de ultrasonidos dirigidos” a una zona muy concreta del sistema nervioso central: el área preóptica del hipotálamo.
Como explicaba en Science Media Centre Domenico Tupone de la Universidad de Bolonia, ya hace décadas que conocemos “el papel de este área en el control de la temperatura corporal y su papel en la fiebre”. Lo interesante es que resultar ser la primera propuesta que le saca partido a este conocimiento de forma no invasiva y eso abre una enorme cantidad de posibilidades.
¿Pero qué han hecho exactamente? El equipo de Hong Chen ha desarrollado un emisor de ultrasonidos que dirigen pulsos ultrasónicos de 10 segundos a la zona preóptica. Gracias a él, los investigadores provocaron un descenso inmediato de la temperatura corporal de varios grados (una media de 3-3,5 °C), junto con una reducción de la frecuencia cardiaca y del consumo de oxígeno de los ratones.
Fueron capaces de mantener 24 horas a los animales en este estado de torpor. Posteriormente, se recuperaron sin signos de daño o malestar. No solo eso. Los investigadores probaron el mismo sistema con ratas (animales que no hibernan de forma natural) y descubrieron una respuesta similar.
¿Estamos cerca de poder a ‘hibernar’ a personas? No, la verdad es que aún no. Como decía Tupone, “los ratones son animales muy pequeños en comparación con los humanos. La zona preóptica del hipotálamo es una región muy profunda del cerebro humano y sería difícil imaginar que un estímulo extracraneal pudiera ser eficaz en una región tan profunda sin interferir con las regiones cerebrales intermedias”.
Eso sí, Tupone reconocía que “un microdispositivo implantable, similar a los electrodos de estimulación cerebral profunda, probablemente podría implantarse directamente en la zona y esto [la técnica de la que hablamos] sería probablemente aplicable”. Es verdad que con algunos “efectos secundarios”.
Al menos ahora mismo, a las técnicas para inducir topor en seres humanos les falta precisión y potencia. Sin embargo, nada de eso es un problema para admitir que estamos en el camino correcto.
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El primer paso para convertirnos en una especie interestelar pasa por: una rata
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Javier Jiménez
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