Singapur está criando millones de mosquitos en un laboratorio. Tiene buenos motivos para hacerlo

Singapur está criando millones de mosquitos en un laboratorio. Tiene buenos motivos para hacerlo

Si no puedes con tu enemigo, ya sabes: únete a él. Eso sí, para buscar nuevas formas de vencerlo. En Singapur tienen un problema con el dengue, una infección transmitida por mosquitos que entre otros síntomas suele provocar fiebres, dolores y erupciones en la piel, así que sus autoridades han decidido… criar mosquitos de la especie que transmite la enfermedad. Y lo hacen además en grandes cantidades, a millones, para luego soltarlos por las calles y urbanizaciones del estado.

Suena descabellado, pero tiene todo el sentido del mundo.

¿Qué ocurre en Singapur? Que quiere plantarle cara al dengue, una infección transmitida por mosquitos y que se localiza sobre todo en áreas tropicales, como ciertas regiones de África, Asia o América Central y del Sur e islas del Pacífico. Si bien no suele ser grave, sí provoca molestias a quienes la padecen e incluso puede manifestarse en un tipo más virulento que ocasiona sangrados y fatiga.

Según los datos de la CDC de EEUU, se calcula que cada año unas 400 millones de personas se infectan con el virus del dengue y alrededor de 100 millones enferman. En cuanto a fallecidos, se registran unos 21.000 casos atribuibles a la dolencia.

Tres

Dos

¿Es importante la infección allí? La Agencia Nacional del Medio Ambiente (ANE) de Singapur lleva un control pormenorizado de las infecciones registradas, a corto y largo plazo. Sus estadísticas ayudan a comprobar cómo ha sido la evolución a lo largo de los últimos años… y días. Durante la semana del 5 al 11 de febrero, por ejemplo, el organismo registró 219 casos notificados. En lo que va de 2023, hasta la sexta semana, la agencia de Singapur había contabilizado cerca de 1.500.

¿Y qué está haciendo Singapur? Hace unos años, en 2019, precisa Undark, la NEA activó un programa que básicamente consiste en criar millones de mosquitos Aedes aegypti, también conocidos como “del dengue” o “la fiebre amarilla”, apodos que dan una idea bastante precisa de lo incómoda que pude resultar la convivencia con ellos. Los cuidan a conciencia, vigilando cada fase, para luego soltarlos  en los alrededores de edificios y calles. La NEA incluso publica mapas y un cronograma de las zonas en las que los suelta, en ocasiones con ayuda de camionetas.

Undark precisa que cada semana los insectos cirados por la NEA generan 24 millones de huevos. Los mosquitos empezaron a liberarse en 2016, aunque el programa en sí comenzó en 2019. Con el tiempo ha pasado de liberar unos dos millones de insectos cada semana a alcanzar los cinco millones en 2022.

Y eso… ¿Para qué? Pues, por paradójico que pueda sonar, para limitar la propagación del dengue. La clave está en el tipo de mosquitos que liberan los técnicos de la NEA: no se trata de insectos cualquiera, sino de Aedes aegypti que cumplen dos condiciones fundamentales. Primero, que son machos, por lo que no pican ni transmiten enfermedades. Lo que buscan es azúcar que obtienen de las plantas, a diferencia de las hembras, que sí necesitan proteínas de la sangre.

Su segunda peculiaridad es que son portadores de Wolbachia, una bacteria que se encuentra en más del 60% de las especies de insectos, incluidas mariposas, abejas o libélulas. También en determinados mosquitos, como Aedes albopictus o Culex quinquefasciatus. Quienes no se lo transmiten entre sí de forma natural son los Aedes aegypti. He ahí una de las claves del programa de Singapur.

¿Qué tiene de especial la bacteria? Que puede convertirse en un valioso aliado para reducir el riesgo de contagio de dengue. ¿Cómo? Usando los mosquitos criados por la NEA a modo de moderno “caballo de Troya”. “Cuando los mosquitos machos portadores de Wolbachia-Aedes se aparean con hembras urbanas que no lo portan los huevos resultantes no eclosionan”, destaca el organismo, que avanza cuál es la meta final: que, con el tiempo, las “continuas liberaciones” de mosquitos con la bacteria acaben derivando en “una disminución de las poblaciones urbanas”. En otras palabras, menos ejemplares pululando del molesto Aedes aegypti.

“Esto no solo reduce el riesgo de dengue, sino también de otras enfermedades, como zika y chukungunya“, insisten los expertos de Singapur. Para conseguirlo necesitan introducir la bacteria en los mosquitos inyectándola de forma directa en los huevos. “Wolbachia se transmite por vía materna. Las hembras portadoras transmiten la bacteria a su descendencia, generando así una línea estable”.

¿Está dando resultados? Los datos que maneja NEA invitan desde luego al optimismo. Sus expertos realizaron un estudio en varias localidades y constataron que la liberación de ejemplares macho con la bacteria reducía las poblaciones de Aedes aegypti hasta un 98%. “En consecuencia, las áreas centrales de los lugares de estudio con al menos un año de liberaciones vieron hasta un 88% menos de casos de dengue en comparación con las áreas sin liberaciones”, zanja.

El sistema, por supuesto, también tiene sus puntos débiles, como un aumento temporal de mosquitos machos tras su liberación, la posibilidad de que se cuele alguna hembra o que se ponga en peligro a otras especies del ecosistema. La NEA habla sin embargo de un peligro “insignificante” o “bajo” y reivindica: “Es seguro, sin riesgo para la salud humana y con un riesgo insignificante para la ecología”.

¿Es la única estrategia con la bateria? En realidad, no. Los expertos han comprobado que hay otra forma de combatir los contagios de dengue que se basa también en la Wolbachia. La que usan en Singapur se denomina “de supresión”, elocuente etiqueta que identifica con claridad cuál es su objetivo: eliminar las poblaciones de mosquitos. De ahí que solo se liberen machos con la bacteria.

La otra se denomina “de reemplazo” y lo que plantea es liberar machos y hembras con Wolbachia para que introduzcan la bacteria entre las poblaciones de insectos —cuando ambos miembros de la pareja son portadores pueden reproducirse con éxito— de la ciudad. ¿Por qué? Pues porque los mosquitos con Wolbachia ven reducida su capacidad para transmitir enfermedades, incluida el dengue.

¿Solo se usa en Singapur? La respuesta vuelve a ser negativa. Hace algo más de una década en Australia se liberaron mosquitos con Wolbachia precisamente para combatir el dengue y las posibilidades del método “de reemplazo” han animado a World Mosquito Program a lanzar iniciativas en una docena de naciones, como México o Vietnam. En California también se ha registrado una interesante.

Una de las grandes aportaciones de Singapur es la mejora del sistema de cría, un proceso complejo que requiere por ejemplo en conteo cuidadoso de las larvas o la separación de los especímenes por sexos. En la ciudad-estado usan por ejemplo un sistema automatizado de conteo que les permite garantizar que cada una de las bandejas de larvas contiene exactamente 26.000, fundamental para que los expertos de la agencia puedan mantener las condiciones de crianza.

Imágenes: DFID – UK Department for International Development (Flickr)


La noticia

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fue publicada originalmente en

Xataka

por
Carlos Prego

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