Los cuadernos de Curie siguen custodiados entre capas de plomo 90 años después de su muerte. Hay una buena razón
Si visitas los sótanos de la Biblioteca Nacional de Francia (BnF) y quieres ojear alguna de las joyas bibliográficas que allí se conservan lo más probable es que te obliguen a respetar una serie de medidas, como usar guantes o manejar los libros en unas condiciones perfectamente controladas. El objetivo, evidente: proteger los volúmenes. De ti, de una excesiva exposición a la luz, de la degradación. La cosa cambia si lo que quieres leer es alguno de los cuadernos de notas que garabateó Marie Curie en su laboratorio. En ese caso es a ti a quien deberán proteger.
Literalmente. Lo de que hay publicaciones peligrosas tal vez sea una afirmación polémica que puede o no compartirse, pero en el caso de los folios manuscritos por la célebre científica franco-polaca deja poco margen para el debate. A pesar de que Madame Curie falleció en 1934, hace casi 89 años, sus libretas siguen generando preocupación entre los archivistas. Y es bastante normal que así sea.
Cuando Marie Salomea y su marido, Pierre, investigaban en su laboratorio con uranio poco se sabía del daño potencial de la radiación, por lo que no aplicaban las medidas de seguridad básicas que rigen hoy en cualquier tarea radiológica. Así las cosas —admite el American Council on Science and Health (ACSH)— “no es de extrañar que su espacio de trabajo y los cuadernos se contaminaran”.
Cuando leer requiere un traje especial
Para evitar posibles riesgos las libretas manuscritas se conservan en los sótanos de la Biblioteca Nacional de Francia dentro de cajas especiales, compuestas por varias capas de plomo. No solo eso. Según detallaba en 2021 la cadena BBC, la institución gala exige a los investigadores que quieran manipular las libretas en persona que antes se enfunden unos trajes de protección especiales y, por supuesto, que firmen un documento en el que la eximen de cualquier responsabilidad.
¿Está justificado semejante recelo?
Para sus investigaciones, que les llevaron al descubrimiento del polonio y radio, los Curie acumularon, trituraron y manipularon en su laboratorio enormes cantidades de minerales que contenían uranio. El conocimiento sobre la radiactividad natural era por entonces muy reciente y el matrimonio, que contribuyó a su investigación, se expuso sin ser consciente a sus efectos nocivos. Ellos mismos y, por supuesto, todo el material que empleaban. Incluidos los cuadernos de notas.
Para entender en qué condiciones trabajaban viene bien repasar las notas de Marie, recogidas por Philipp Blom en ‘Los años de vértigo: Europa, 1900-1914’:
“Una de nuestras alegrías era entrar en el taller por la noche; percibíamos por todos lados las siluetas débilmente luminosas de los frascos de cápsulas que contenían nuestros productos. Era una vista hermosa y siempre nueva para nosotros. Los tubos brillantes parecían tenues luces de hadas”.
No era extraño, dicen, que la pareja de científicos llevaran consigo frascos con polonio y radio en los bolsillos del abrigo o los guardaran en el escritorio. La propia Marie acabó falleciendo en 1934 por una anemia aplásica que, probablemente, le causó su frecuente exposición a las muestras de radio y al polonio.
“Teniendo en cuenta la vida media de 1.600 años del radio y la sensibilidad de los detectores de radiación actuales, tampoco sorprende que esta contaminación aún sea detectable en la actualidad”, comenta el ACSH en un artículo dedicado al tema. Los expertos, precisa la BBC, calculan que dado que de media los átomos de radio tardan en desintegrarse unos 15 siglos no es descabellado pensar que los cuadernos deberán seguir en su caja de plomo durante ese período.
La Biblioteca Nacional de Francia no es en cualquier caso la única en conservar cuadernos de Curie. La Wellcome Colection cuenta con un volumen también, digitalizado, con anotaciones sobre experimentos y sustancias radiactivas y croquis. El volumen data de entre 1899 y 1902 y se escribió en París.
Para evitar sustos en 2014 la firma Aurora examinó el material y llegó a la conclusión de que estaba contaminado con radio-226. La ACSH desliza en cualquier caso que el volumen “no representa un riesgo apreciable”. Por fortuna, la libreta puede consultarse ya desde casa, online, o incluso descargarse en PDF.
El tema de “los cuadernos contaminados” de Curie generan tanto interés que incluso tiene una entrada propia en la web Marie-curie.eu, centrada en la figura de las dos veces premio Nobel, y sobre el tema se han escrito abundantes artículos.
Las libretas no son las únicas que están en una situación similar. La BBC explica que la casa del sur de París en la que trabajó Marie Curie hasta 1934 también está afectada por los niveles de radiación generados durante sus experimentos. El bloque se ha ganado incluso el mote irónico del “Chernóbil del Sena”.
Cuando se sepultó en el Panteón de París, incluso la propia Marie Curie acabó en un sarcófago de plomo con casi una pulgada de grosor.
Imagen de portada: Aurora
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La noticia
Los cuadernos de Curie siguen custodiados entre capas de plomo 90 años después de su muerte. Hay una buena razón
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Xataka
por
Carlos Prego
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