El ejército de EEUU diseñó una vez una granada con forma de balón de fútbol americano y… salió mal
Estados Unidos es conocido por su sofisticada industria militar. El país, que destina entre 320.000 y 778.00 millones de dólares para este sector, es el hogar de recursos de guerra tan sofisticados como el Lockheed F-35 Lightning o el USS Gerald R. Ford.
Pero en esta industria, no todo es tan perfecto. El país ha impulsado ideas tan extrañas como convertir agatos en dispositivos espía hasta proyectos como el MK-Ultra, que sería utilizado en interrogatorios para forzar confesiones en las personas.
Si puedes lanzar un balón, puedes lanzar una granada
El Laboratorio de Guerra Terrestre del Ejército de Estados Unidos pensaba en 1979: “Si puedes lanzar un balón de fútbol americano, puedes lanzar una granada”. Y bajo esa premisa empezó a desarrollar un peculiar diseño de granadas antitanque con forma de balón.
Por aquel entonces, en medio de la Guerra Fría, los altos mandos de la OTAN en Europa habían manifestado la necesidad de contar con un nuevo tipo de armamento. Este debía ser capaz de destruir o dañar severamente los nuevos tanques soviéticos T-62.
Según explica Military.com, los explosivos de mano se presentaban como una valiosa alternativa a los misiles, cuya tecnología no estaba tan desarrollada como en la actualidad y su utilización podía producir un importantes daños colaterales.
Las granadas, por su parte, tenían una enorme ventaja. Podía evitar revelar con precisión la ubicación de los soldados. Ahora bien, hacer que estas fueran precisas era un desafío enorme, por lo que el laboratorio empezó a pensar en ideas.
Como las tropas estaban familiarizadas con el futbol americano pensaron en que una granada con forma de balón del mencionado deporte podría ser muy efectiva. Los soldados no tendrían que esforzarse demasiado en lanzarlas de manera correcta.
“Dado que una pelota de fútbol de tamaño reglamentario pesa 14 onzas (396,8 gramos), se consideró factible fabricar una granada de carga con forma dentro de este límite de peso”, decía un comunicado oficial, según una entrada de blog del analista militar Joseph Trevithick.
Sobre el papel, la idea cuajaba en todos los aspectos. Y el desarrollo de esta se apresuraba a medida que la OTAN revisaba sus estrategias de cara a un posible ataque a gran escala en Europa con tanques modernos por parte de las tropas soviéticas.
Entonces, los científicos se encargaron de que las nuevas granadas fueran los más parecidas a los balones de fútbol americano. Para ello, tomaron como referencia el tamaño y peso reglamentario, y lo llevaron al nuevo proyecto.
Después de meses de investigación, el laboratorio había conseguido presentar un concepto granada que respetaba los parámetros que habían establecido en peso y tamaño. De hecho, el prototipo se insertó dentro de un balón ahuecado Nerf.
Esta, sin embargo, no era la primera vez que el Ejército estadounidense utilizaba este tipo de lógica. Anteriormente, había experimentado con granadas con forma de pelotas de béisbol con medidas reglamentarias, pero estas acabaron siendo descartadas.
Según explica Trevithick, dos soldados acabaron muertos en las pruebas con granadas con forma de pelotas de béisbol y otros 44 resultaron heridos. Las cosas con el balón Nerf debían ser diferentes, pero la mala suerte también se hizo presente en este proyecto.
El equipo encargado de desarrollar este nuevo tipo de arma llegó a la conclusión de que, si bien el peso del balón de fútbol americano y de las granadas era idéntico, este no estaba distribuido de manera uniforme dentro del dispositivo.
Por consecuencia, cuando el solado lanzaba una granada con forma de balón, la carga explosiva en su interior se movía, alterando el trayecto del mismo y limitando su precisión. En otras palabras, esta solución no era efectiva para lo que se había diseño.
La clave de estas granadas Nerf era que estas aterrizaran en la parte superior de la torreta o la parte trasera de los tanques para herir a la tripulación o dañar el compartimento del motor. Sin embargo, sin la suficiente precisión esto era imposible.
El laboratorio finalmente desestimó el proyecto esgrimiendo una serie de argumentos aterradores. “Tanto el alambre de resorte como el aluminio blando colocados en el morro no funcionaban como se esperaba y el balón era incapaz de alcanzar una trayectoria estable”.
Imágenes: Ejército de Estados Unidos
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Javier Marquez
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