El Hyperloop de Elon Musk fue un fiasco. Ahora China tiene uno, aunque va más despacio que un repartidor de Glovo
No son pocos los proyectos con un Hyperloop de protagonista que han caído en saco roto o están stand-by. Pero China se une a la fiesta y acaba de completar las primeras pruebas con esta tecnología de transporte que busca enviar mercancías y personas en cápsulas a través de un tubo al vacío a 1.000 km/h.
Bautizado T-Flight y concebido por la contratista de defensa China Aerospace Science and Industry Corporation (CASIC), comenzó su construcción en primavera del año pasado. De momento, el tramo concebido mide dos kilómetros y se ubica en la ciudad-prefectura de Datong, en la provincia Shanxi.
En estas pruebas ha transportado una cápsula de pasajeros. Aunque a una velocidad muy comedida tremendamente alejada de esos 1.000 km/h a los que se pretende transporte personas o mercancías.
Lo que por otra parte se antoja complicado dadas las anteriores experiencias con este sistema de ciencia ficción. Sirve de ejemplo el firmado The Boring Company, capitaneada por Elon Musk, cuya pista de pruebas ha acabado demolida y convertida en aparcamiento.
A 50 km/h y con varias incógnitas sobre aspectos clave
Según informa South China Morning Post, con este T-Flight ya se han completado tres pruebas. El 14 de este enero CASIC firmó la última: la cápsula de tamaño completo para pasajeros recorrió 210 metros y a una velocidad de 50 km/h y levitando sobre imanes.
China’s hyperloop completes first test runs in race for ultra-fast transport https://t.co/Qbg06c7BGc
— South China Morning Post (@SCMPNews) January 19, 2023
CASIC ha reportado que durante estas pruebas los componentes críticos operaron correctamente y según lo previsto: el imán superconductor, los sistemas eléctricos de alta potencia, los controles de seguridad de Inteligencia Artificial, los dispositivos de comunicación inalámbrica y los sensores.
No obstante, este medio señala que la contrata de defensa no especifica en su informe si durante estas pruebas se ha bombeado el aire fuera del tubo. No en vano, uno de los principales desafíos de este sistema es mantener la baja presión en el interior del tubo.
Y es que en los hyperloop, el aire generado por la velocidad de la cápsula no puede desplazarse más allá de las paredes, lo que supone que aumente la presión y el calor. Si no se bombea sacándose al exterior, no solo dejará de operar correctamente sino que puede ser fatal. En definitiva, los hyperloop cuentan con un sistema para hacer el vacío, siendo esencial para esta tecnología. Llama por tanto la atención que no se haya detallado.
Este Hyperloop asentado en Datong comenzó a proyectarse hace ya cinco años, pero su construcción no ha empezado hasta abril de 2022. Aunque ya han cogido ritmo: en poco meses ya cuenta con dos kilómetros de extensión. Un tiempo récord gracias al apoyo del Gobierno. El objetivo es que se extienda unos 60 km y que sea capaz de transportar tanto personas como mercancías a 1.000 km/h.
En estos primeros test se ha quedado bastante lejos no solo de esa mágica cifra, sino también de pruebas realizadas en otros hyperloop: sirva de ejemplo el de Virgin Hyperloop, que en 2020 trasladó una capsula con personas en si interior a 170 km/h. El de The Boring Company hizo lo propio a 460 km/h.
Una tecnología más cerca del sueño que de la realidad, desde hace siglos
China escribe el último capítulo con esta tecnología que viene con muchas promesas pero que parece alejada de ser viable. Primeramente porque más allá de salvar los desafíos técnicos, requiere enormes inversiones. Al final su infraestructura debe salvar los mismos escollos que una vía de tren: orografía, atravesar terrenos privados y poblaciones, etc.
Por ejemplo, el proyecto de TransPod, cuya intención es la de unir los aeropuertos de Edmonton y Calgary, cubriendo una distancia de 300 km, presupuestó 550 millones de dólares para su construcción. Y otros 300 millones de dólares para hacerlo funcionar.
Aunque China tiene una ventaja. Primeramente el respaldo del Gobierno y segundo que si solo esta empresa monopoliza su construcción, podría facilitar la atracción de inversores.
Además, el gigante asiático tiene pocos problemas para levantar gigantescas infraestructuras en los terrenos más complicados y naturales. Sirven de ejemplo los enormes puentes que se extienden a lo largo y ancho del país: China acoge nueve de los 10 puentes más elevados del mundo.
Sea como fuere, además de que estas infraestructuras requieren grandes inversiones, en un hyperloop se suma la tecnología. Todo ello contribuye a que de momento ha estado siempre más cerca del sueño que de la realidad.
Y es que en los últimos tiempos hemos visto nacer no pocos proyectos de hyperloop: los mencionados Virgin Hyperloop, el TransPod canadiense y el firmado por la empresa de Musk, así como en Países Bajos o en Emiratos Árabes Unidos (Hyperloop TT), por citar algunos ejemplos.
Incluso aquí en España ha habido dos centros de desarrollo de hyperloop, uno en Cádiz y otro en Málaga, sin éxito. Por no olvidar el europeo Hardt Hyperloop, que quiere unir Zaragoza con Berlín en trayectos que duren únicamente dos horas.
Es más esta tecnología peina siglos: en el XVII se concibió su principio y la primera aplicación práctica, o al menos intención de ello, data de 1870, cuando el alcalde de Nueva York proyectó un tren subterráneo a través de un tubo y operado con levitación magnética. No vio la luz, pero derivó en el metro de esta metropolis.
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La noticia
El Hyperloop de Elon Musk fue un fiasco. Ahora China tiene uno, aunque va más despacio que un repartidor de Glovo
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Motorpasión
por
Alejandra Otero
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