El Citroën My AMI Buggy demuestra que el coche eléctrico barato es lo menos parecido a un coche. Y tiene sentido
Citroën presentó el AMI en febrero de 2020. Poco después, ya entrado el otoño, nuestra compañera Victoria Fuentes pudo subirse a él por primera vez y nos contó su experiencia de lo que la firma francesa denominaba por entonces “objeto de movilidad”.
Bajo esta denominación, realmente, se escondía un cuadriciclo ligero y eléctrico, que puede conducirlo cualquier persona con carné por encima de los 16 años y que tiene una autonomía de 75 kilómetros en condiciones reales. Dos años después, fuimos citados por Citroën para conocer un prototipo más aventurero: el Citroën My AMI Buggy.
Entonces decíamos que era “improbable que alguna vez lo veamos en la calle”. Pero hablando con los trabajadores de Citroën nos sorprendió el entusiasmo con el que abrazaban la idea de que este pequeño prototipo llegara a las calles. El tiempo les ha dado la razón y va mucho más allá de cualquier extravagancia.
Un éxito poco esperado pero con mucho sentido
Después de tantear el mercado con una edición especial de apenas 50 unidades, Citroën extenderá su producción a otras 1.000 unidades y lo podremos comprar en España. La duda ahora es saber su precio, que ya será desvelado en 2023.
El primer lanzamiento del Citroën My AMI Buggy contaba con un doble factor psicológico: su precio era 2.000 euros superior al modelo ofertado en nuestro país, pero seguía situándose por debajo de los 10.000 euros. Concretamente, cada una de las 50 unidades del cuadriciclo eléctrico que se pusieron a la venta costaba 9.790 euros.
La ventaja para Citroën es que pueden sacarle un enorme rendimiento a este coche eléctrico económicamente hablando. Sus costes de fabricación son tan bajos que es igual por delante y por detrás. Es el mismo coche cortado por la mitad enfrentando sus puertas. De hecho, lo único que cambia es que las luces son de colores distintos y las puertas se abren en sentidos contrarios.
Por tener, no tiene ningún elemento de confort a destacar. Ni calefacción ni radio. ¿Sistema de infoentretenimiento? Quien quiere uno cuando tiene su propio teléfono móvil. Pero hay otras cosas muy valiosas en este tipo de vehículos: una carrocería, mucho espacio interior y mucho diseño.
Atacando todas las exigencias de su público objetivo
Puede parecer una tontería pero el Citroën AMI ha demostrado que no lo es. Una carrocería es muy apreciada por el público de este tipo de automóviles. Cuando he escrito sobre este “objeto de movilidad” me han repetido hasta la saciedad aquello de “para eso me compro una moto”. Pero ahí es justamente donde apunta Citroën, a aquellos que no quieren una moto.
Los clientes mayoritarios del Citroën AMI son personas adineras, a menudo de edad avanzada, que solo quieren un pequeño vehículo para hacer recados cercanos, como ir al supermercado, moverse por un área muy acotada como una urbanización más o menos cerrada o ir a la playa más cercana y con el que sentirse más seguros que en una moto eléctrica. No es casualidad que las ventas de Citroën se concentren en Madrid, Barcelona y Valencia.
Son personas que valoran la practicidad de un coche muy pequeño, que pueden enchufar como enchufan el teléfono móvil y que, además, acogen con entusiasmo pequeños cambios de diseño que, en el fondo, a Citroën le cuestan muy poco dinero. Unos acolchados para el asiento (realmente interesantes), unas puertas que permiten trasladar una bolsa perfecta para la playa y un diseño campero que le otorga un carácter único.
Desde luego, el Citroën AMI no va a ser el superventas de la firma francesa pero sí lo tiene todo para convertirse en su coche más rentable. Sus costes de fabricación son muy reducidos y ya ha demostrado que con unos pequeños retoques estéticos puede mantener con vida el modelo durante muchos años sin necesidad de tocar su estructura esencial.
Si algo nos ha demostrado el Fiat 500 es que los coches urbanos son perfectos para mantenerse inalterables con el paso de los años y, al mismo tiempo, animar las ventas periódicamente con versiones exclusivas y tiradas limitadas que elevan el precio y ofrecen un valor añadido al cliente. No sería de extrañar que aflorasen las colaboraciones entre Citroën y diferentes diseñadores.
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El Citroën My AMI Buggy demuestra que el coche eléctrico barato es lo menos parecido a un coche. Y tiene sentido
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Xataka
por
Alberto de la Torre
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