Probamos el BMW X1, un coche SUV más grande y completo que destaca por sus novedades tecnológicas
Estamos ante la tercera generación ya del BMW X1, un SUV que ha sabido posicionarse en el mercado y entre la gran variedad de productos de este segmento que ofrece BMW hoy en día, hasta tal punto que es el modelo más vendido de la marca alemana en nuestro país. Lo hemos probado y estas han sido nuestras primeras impresiones.
La diversificación de la familia de modelos SUV en BMW llevó en el año 2009 al nacimiento del BMW X1. Esa primera generación estuvo a la venta hasta el año 2015, y tenía en sus mecánicas diésel y de gasolina sus principales puntos fuertes.
En 2015 llegó la segunda generación de este modelo, el cual ha estado a la venta hasta este mismo año. En este caso, la llegada de las primeras versiones híbridas enchufables al final de su vida comercial ya adelantaba lo que estaba por llegar en esta que hoy nos ocupa.
Y es que tras 2,7 millones de unidades vendidas en todo el mundo del BMW X1, de las cuales 87 mil se han quedado en España, lo cierto es que el nuevo modelo llega con una propuesta que nada o casi nada tiene que ver con la de sus antecesores, más allá del nombre.
Estamos ante un coche que ha crecido considerablemente. Este aumento de tamaño y el uso de la plataforma xxxx, permiten que la nueva oferta mecánica esté compuesta por las tradicionales versiones de gasolina y diésel con micro hibridación de segunda generación, así como versiones híbridas enchufables que llegarán más adelante junto a una nueva versión completamente eléctrica llamada iX1.
Diseño exterior
A nivel de diseño, el nuevo modelo rompe por completo con el estilo del anterior para adoptar las líneas que ya conocemos en otros modelos como el Serie 2 Active Tourer y el resto de la gama SUV.
Estamos ante un coche con un aspecto muy robusto y compacto, con volúmenes contundentes y, bajo mi punto de vista, un diseño muy acertado.
Se ve vanguardista y elegante al mismo tiempo, sin perder por ello el toque de deportividad que siempre se espera en un BMW, pese a ser SUV.
En el frontal los gigantescos riñones hacen las veces de parrilla activa. Sus láminas se abren y se cierran en función de las necesidades para favorecer el flujo de aire a la mecánica o para reducir la resistencia al avance.
Las líneas del frontal son fluidas y limpias. Si lo vemos con detalle, destaca especialmente cómo los distintos sensores que incorpora para monitorizar el tráfico y el estado de la calzada quedan perfectamente integrados en esos riñones.
Las tomas de aire laterales inferiores albergan en su interior los canales de los air courtains, que permiten un flujo de aire por el exterior de las ruedas que ayuda a reducir la resistencia al avance.
Las luces LED tienen dos perfiles internos muy marcados y gracias a sus formas similares a las de otros BMW, por si quedaban dudas permiten identificarlo como un BMW.
En la vista lateral, el nuevo BMW X1 destaca por las secciones limpias y planas, con muy pocos apéndices y unas líneas muy fluidas. Las manillas para abrir las puertas quedan enrrasadas con la carrocería, y para abrir las puertas hay que tirar de ellas hacia afuera. Por suerte mantienen el accionamiento mecánico.
Las llantas varían según la versión y acabado elegido, pero pueden ir desde las 17 hasta las 20 pulgadas.
Y si nos vamos hacia la trasera, encontramos una luneta muy estrecha, flanqueada en la parte superior por un alerón de considerables dimensiones y cerrada en los laterales por dos molduras en negro brillante que le dan un aspecto muy dinámico.
También destacan las ópticas en tres dimensiones, con segmentos más anchos en los extremos de la carrocería y dos secciones más estrechas sobre la tapa del portón.
Destacado también que en ninguna versión, ni las de gasolina ni las híbridas y por supuesto tampoco en la eléctrica que llegará en 2023, el coche luce salidas de escape. Se han obviado, los gases salen por abajo y en su lugar el paragolpes trasero se transforma de forma natural en un difusor discreto pero suficiente para enfatizar su diseño.
Interior digitalizado y muy amplio
El cambio a nivel exterior es considerable, pero si nos vamos al interior podemos hablar de una auténtica revolución respecto al anterior X1.
La digitalización manda y marca tendencia hoy en día en el mundo del automóvil y en el X1 es palpable desde que abres la puerta y ves un salpicadero presidido por dos gigantescas pantallas curvas que se unen creando una fuente de información de lo más completa.
En total hablamos de 10,25 y 10,7 pulgadas de información que se pueden manejar de forma táctil en la central, ya que este modelo carece del mando iDrive que sí equipan modelos más altos de gama en BMW.
En general el ambiente en el interior transmite sensación de gran calidad, gracias al uso de materiales como la piel, el aluminio o los plásticos de tacto agradable y sólido, con muy buenos ajustes entre las distintas partes que componen el coche.
Es un habitáculo sorprendente amplio, con mucho espacio tanto a nivel de cabeza como de piernas, y lo mismo ocurre con los huecos para dejar objetos cotidianos.
En este sentido el BMW X1 tiene una capacidad inmensa, en parte gracias al curioso y bajo mi punto de vista acertado diseño de la consola central que separa ambos asientos delanteros.
Se trata de un perfil flotante, que hace las veces de apoyabrazos y a su vez integra el módulo donde se integra el mando selector de marchas, los botones que permiten seleccionar los modos de conducción y subir o bajar el volumen entre otros. Ah, también se pone en marcha la mecánica pulsando un botón situado en esta consola.
Lo bueno que tiene más allá de que los mandos de uso más comunes quedan muy a mano, es que permite dejar un espacio libre debajo en el que podemos dejar desde la cartera hasta las llaves o cualquier objeto del día a día.
¿Y el móvil? Nuestro compañero inseparable se puede cargar en la parte delantera de esa consola central, en un espacio que permite situarlo en posición vertical y mantenerlo bien fijado mediante una pestaña que ejerce fuerza para que no se mueva.
Por lo demás, el volante es redondo, y en el caso de las versiones con acabado deportivo M, luce un diseño muy llamativo del brazo central con perfiles huecos. En él se integran los botones que también permiten ir manejando los distintos sistemas del vehículo, que han cambiado ligeramente respecto a los tradicionales que conocíamos en BMW.
Como punto negativo y crítico, el accionamiento de la climatización queda integrado en las pantallas, y aunque se puede manejar mediante comandos de voz desde una tecla en el volante, hubiese preferido que tuviese su independencia con botones físicos.
Otro aspecto importante es el maletero, y en este sentido el nuevo BMW X1 brilla con sus 540 litros para las versiones de tracción delantera sDrive, que se reducen a 500 litros para los xDrive. En ambos casos cuentan con un compartimento superior y otro inferior en el que el propio piso del maletero hace las veces de tapa para cerrar el inferior.
Aplomo y buenas sensaciones al volante
Durante la presentación del nuevo modelo, tuvimos oportunidad de conducir el nuevo BMW X1 en entorno urbano y de carretera tipo autovía, suficiente para coger las primeras impresiones dinámicas antes de que podamos hacerle una prueba a fondo a este modelo como parte de un análisis más profundo.
En ámbito urbano, el BMW X1 ofrece un manejo muy agradable. La posición de conducción ligeramente elevada, unida a la gran superficie acristalada que rodea el coche, hacen que la experiencia entre el tráfico urbano sea muy agradable.
La unidad que conducíamos llevaba la mecánica sDrive 18d que, como todas las demás, va asociada a una caja de cambios automática Steptronic de 7 velocidades que es de serie. No hay BMW X1 con caja de cambios manual.
Se trata de una mecánica de cuatro cilindros diésel, con 150 CV de potencia y 360 Nm de par motor. No tiene micro hibridación, de ahí que luzca la etiqueta C de la DGT.
Pese a ser el modelo de acceso a la gama BMW, el X1 sDrive 18d se desenvuelve con soltura en ámbitos urbanos y semiurbanos, ofreciendo un comportamiento que destaca por la suavidad de marcha y comodidad al volante.
De hecho este último aspecto es especialmente destacable porque la unidad que probamos venía equipada con el paquete de equipamiento M y llantas de 20 pulgadas con neumáticos de perfil bajo. Pese a esa configuración tan particular, lo cierto es que el coche ofrecía un confort muy alto, filtrando bien las irregularidades del asfalto.
Se percibe como un coche con mayor aplomo que generaciones anteriores, gracias a ese mayor tamaño del conjunto que le permite tener una distancia entre ejes más considerable que además de ayudar a hacer el interior más amplio, también le da más aplomo.
Entre las cosas que pude probar durante la toma de contacto, también me llamó la atención la leva izquierda del volante. En ella la inscripción Boost con detalles en color rojo indicaban que tenía alguna función más allá de servir para reducir marchas.
Si la presionas unos segundos, se activa el modo Boost que como su propio nombre indica permite avanzar con mayor rapidez, sacando las máximas prestaciones durante un periodo de tiempo determinado. Son concretamente 10 segundos los que el coche está en la configuración más prestacional, tiempo que puedes controlar mediante la cuenta regresiva que se dibuja en el cuadro de instrumentos digital.
Esta funcionalidad permite hacer adelantamientos o incorporaciones a vías de velocidad alta con más seguridad, aunque bajo mi punto de vista podría durar algunos segundos más para que su funcionalidad fuese perfecta.
Otro de los aspectos que me gustó, es el notable salto que hay entre unos modos de conducción y otros. Esto es algo habitual históricamente en BMW, pero se mantiene en este en el que los tradicionales modos Comfort, Sport y Eco Pro han dado paso a una nueva segmentación llamada Personal, Sport y Efficient, a las que se unen tres nuevos modos Expressive, Relax y Digital Art de los que hablaremos más adelante, porque no tienen pérdida.
Me gustó también la integración, al fin, de realidad aumentada en las funciones de navegación. ¿Cómo funciona? Pues básicamente cuando llevas el navegador con una ruta cargada y te acercas a un cruce o intersección, el coche activa la cámara delantera proyectando la imagen en la pantalla central. Ahí de forma dinámica se sobre impresionan las flechas que indican por dónde debemos circular para seguir la ruta.
Es una evolución grande respecto a anteriores sistemas de navegación y permite a BMW situarse al nivel en este sentido de otros competidores, como Mercedes que ya ofrecía este tipo de tecnología en sus coches desde hace unos cuatro años.
Gama completa por fases
versión |
combustible |
etiqueta dgt |
potencia (cv) |
precio |
---|---|---|---|---|
X1 sDrive18i |
Gasolina |
C |
136 |
41.700 € |
X1 sDrive20i |
Gasolina |
ECO |
170 |
43.700 € |
X1 sDrive18d |
Diésel |
C |
150 |
40.900 € |
X1 xDrive20d |
Diésel |
ECO |
163 |
44.900 € |
Los de arriba son los motores y versiones disponibles en esta primera fase de comercialización, incluyendo versiones de gasolina y diésel puras y otras con micro hibridación (de ahí la etiqueta ECO) de segunda generación, pero más adelante durante el primer trimestre de 2023 llegará la electrificación.
Lo hará con dos versiones híbridas enchufables. El primero es el BMW X1 xDrive25e con 245 CV de potencia y una autonomía eléctrica de hasta 92 km. Por encima el xDrive30e de 326 CV con hasta 88 km de autonomía eléctrica.
A estas versiones híbridas enchufables del BMW X1 se unirá el iX1 100% eléctrico, llamado xDrive30 con 313 CV y un rango de autonomía WLTP de entre 414 y 440 CV.
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La noticia
Probamos el BMW X1, un coche SUV más grande y completo que destaca por sus novedades tecnológicas
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Motorpasión
por
Héctor Ares
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