Cómo es vivir en uno de los lugares más calurosos del mundo: los trucos de los tuaregs, explicados
Sí, hace calor. Mucho calor. Y lo peor no es eso. Lo peor es que va a hacer mucho más. No por una cuestión climática (que también), sino por una cuestión de que aún estamos en primavera. Así que para moderar nuestra ansiedad térmica hemos pensado que podía ser buena idea revisar qué pasa en los lugares más calurosos del mundo.
Y la verdad sea dicha, a poco que nos acercamos a pueblos como los tuaregs, la primera tentación es pensar que están locos: tapados de la cabeza hasta los pies, con ropajes de color oscuro y bebiendo té caliente… ¿Qué sentido tiene todo esto? Pues bien, tiene sentido. Vaya que sí lo tiene.
¿Dónde vas así vestido de negro?
Quizás lo primero que llama la atención de los Tuaregs es que, en fin, van de oscuro. Los característicos velos azules y las túnicas (‘gandoras’) de colores oscuros-casi-negros son una de las características más curiosas de este pueblo bereber que lleva sobreviviendo en el desierto desde, al menos, la Edad Media. Puede parecer raro, sobre todo si tenemos en cuenta que para nosotros ‘calor’ y ‘blanco’ son casi sinónimos, pero (por supuesto) tiene su explicación.
Empecemos por lo más básico. Llamamos luz a un enorme (y muy diverso) conjunto de ondas procedentes del sol. Muchas de esas ondas terminan siendo absorbidas por el objeto en el que impactan y, en ese mismo momento, lo calientan. Los colores tienen que ver con esto: vemos las cosas según las ondas que absorben (y no absorben). El negro, de hecho, es la percepción visual de una superficie que absorbe todos los rangos de luz del visible; de la misma forma que el blanco se debe al “rebote” de todos los rangos de luz visibles.
En este sentido, es verdad que el negro absorbe la radiación (hasta el 98% de la radiación solar) y, de rebote, se calienta más. En este sentido, las telas claras parecen mejores porque se calientan menos con el sol. Y, si solo tenemos en cuenta este factor estaremos en lo cierto.
Pero el mundo no funciona así. En general, podemos entender que el nivel de protección que ofrece una prenda frente al sol depende de tres factores: el entramado del tejido (las telas o tejidos de punto apretado bloquean mejor la entrada de los rayos ultravioletas), el grosor (a mayor grosor mayor protección) y el color (los oscuros, como decimos, bloquean mejor el paso de los rayos).
En el caso que nos ocupa, en cuanto metemos la brisa en la ecuación, nos damos cuenta de que la cosa cambia. Dado que la brisa es uno de los sistemas naturales de refrigeración más potentes; si queremos facilitar su efecto (y no hacerlo en el desierto sería una cosa bastante incomprensible), necesitaremos prensas amplias para facilitar que la brisa aleje el calor superficial de nuestro cuerpo rápidamente: eso hace tengamos que jugar con el resto de factores para que el aislamiento con respecto al sol y sus rayos sea óptimo.
¿Unas cervezas bien calentitas?
Otra cosa que llama poderosamente la atención es el consumo de bebidas calientes que se hacen en las culturas tradicionales de las zonas más cálidas de la Tierra (ya sea en África o en Asia). Eso sí, llaman la atención porque no solemos pararnos a reflexionar sobre las mismas recomendaciones que nos dan las autoridades y medios de comunicación con respecto al calor. Cito textualmente de nuestros compañeros de DAP, “como norma general, la máxima en verano debe ser comer alimentos que tengan una gran cantidad de agua, nos ayuden a regular nuestra temperatura corporal y no nos deshidraten”.
Eso nos lleva a una conclusión: es recomendable tomar bebidas calientes cuando hace mucho calor porque estas ayudan a regular la temperatura corporal de forma más eficiente que las bebidas frías. Hay decenas de estudios científicos que lo acreditan (aquí un ejemplo) y es que el mecanismo es sencillo: el aumento de la carga de calor en el cuerpo por beber una bebida caliente produce un aumento en la producción global de sudor cuya evaporación compensa el aumento de calor interno. Sobre todo, porque las bebidas calientes se digieren muy rápido (con comidas contundentes no ocurre lo mismo).
Una lógica parecida está detrás del consumo de comida picante, por cierto. El calor que sentimos (y que no es real) terminando danto buenos resultados térmicos al organismo.
Imagen | Tatania Zanon
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La noticia
Cómo es vivir en uno de los lugares más calurosos del mundo: los trucos de los tuaregs, explicados
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Xataka
por
Javier Jiménez
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