Bendita animalada: el nuevo Cadillac Escalade V es una mole de 2,8 toneladas catapultada por un V8 de 682 CV
El Cadillac Escalade siempre ha sido el coche de la desmesura. La última generación dio un pasó más en ese sentido. Mide hasta 5,76 m de largo con una distancia entre ejes de 3,40 m, tiene una pantalla OLED curva de 38 pulgadas en el salpicadero y en su versión tope de gama, un V8 6.2 litros de 420 CV. Pero aún se puede ser más excesivo. He aquí el Cadillac Escalade V de 682 CV.
Detrás del inmenso morro del Cadillac Escalade V se esconde un V8 sobrealimentado por compresor volumétrico. De una cilindrada de 6.2 litros, comparte numerosos elementos con el V8 del Cadillac CT5-V Blackwing, al superberlina deportiva de la marca.
Es un bloque con cigüeñal de acero forjado, bielas de acero forjado y pistones de aluminio forjado, junto con válvulas de admisión de titanio. Desarrolla 682 CV (en realidad son 682 hp, es decir, 689 CV) y 885 Nm de par motor.
Va asociado a un cambio automático de 10 velocidades y a una tracción integral permanente. Ésta varía el reparto de par en continuo. Para completar la cadena cinemática, un diferencial autoblocante controlado electrónicamente.
La suspensión dispone de muelles neumáticos y amortiguadores Magnetic Ride Control 4.0 adaptativos, ambos sometidos a cambios de hardware y software para mejorar su rendimiento.
Y por supuesto, en un SUV con aerodinámica da armario ropero y un peso de 2.800 kg capaz de acelerar de 0 a 60 mph (96 km/h) en 4,4 segundos, está la delicada cuestión de los frenos.
Para ello Cadillac ha confiado en Brembo. Delante, pinzas de seis pistones muerden discos absolutamente gigantescos de 41 cm de diámetro (eso es más grande que una llanta de 16 pulgadas) se encargan de detener esa mole.
Hablando de llantas, las que equipa son de un diseño exclusivo para el sello Cadillac V y de 22 pulgadas. Pero el Escalade es tan macizo que hasta parecen pequeñas.
En el interior del Escalade V, no hay cambios sustanciales con respecto al resto de la gama. El habitáculo es prácticamente el mismo, salvo por un par de logotipos Cadillac V.
Por supuesto la pantalla curva OLED de 38 pulgadas que agrupa el cuadro de instrumentos y la pantalla de infoentretenimiento, junto con un sistema de audio AKG de 36 altavoces siguen estando presente.
Lo que sí tiene en exclusiva esta desbocada versión es el botón “V”, el de los modos de conducción, que permite al conductor personalizar la firmeza de la suspensión, la dureza de la dirección, los ajustes de la tracción integral, la respuesta del motor al acelerador y el volumen del escape.
El exceso hecho coche y en serie limitada
Todo eso tiene un precio, evidentemente. Y no hablamos de consumo, totalmente irrelevante en este segmento. Y es que Cadillac explica que Escalade V será el modelo más exclusivo y más caro de la historia de la marca.
Al otro lado del Atlántico, el precio arranca en 149.990 dólares (vía las importaciones más o menos paralelas en Europa, no debería bajar de los 200.000 euros).
En cuanto a la exclusividad, no es sólo una cuestión de precio, es un modelo en serie limitada. El truco está en que en Cadillac no especifican, al menos de momento, si se limita en el tiempo o en unidades, y obviamente no dicen cuántas unidades máximo piensan fabricar.
Y esto tiene dos lecturas posibles. La primera, se trata de un truco para que los clientes se den prisa de hacer su pedido y crear expectativas e incluso crear especulación.
Una especulación, por cierto, que los propios concesionarios fomentan cada vez que pueden, aumentado a veces de forma desorbitada el precio de venta de un coche nuevo a estrenar.
La segunda, en Cadillac dudan acerca de la demanda real del modelo. Y es que con este modelo Cadillac se enfrenta a modelos del calibre del Porsche Cayenne, del Range Rover o del Audi RS Q8 y el Bentley Bentayga. Así, si finalmente las ventas no son muy allá, queda la excusa de la serie limitada.
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Bendita animalada: el nuevo Cadillac Escalade V es una mole de 2,8 toneladas catapultada por un V8 de 682 CV
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Motorpasión
por
Daniel Murias
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