El encarecimiento del combustible resucita un viejo debate en Europa: tocar o no tocar los límites de velocidad
La escalada del precio de los carburantes, al alza desde hace ya meses, pero profundamente acentuada tras la llegada de las tropas rusas a Ucrania, ha avivado al debate sobre el recorte de los límites de velocidad en las carreteras. En un intento por paliar la deriva de las tarifas, surgen voces a nivel internacional que ponen el foco en el uso del acelerador. En Alemania el Partido Verde, parte de la coalición que aupó a Olaf Scholz a la cancillería, ha planteado ya aplicar un límite en las autopistas del país, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) lo ha incluido en su “receta” para reducir el uso del petróleo y en Reino Unido hay expertos que apuntan en la misma dirección.
Los cálculos de la AIE concluyen que si redujéramos los límites en 10 kilómetros por hora lograríamos ahorrar cerca de 290.000 barriles de petróleo al día en los automóviles, a los que se sumarían otros 140.000 relacionados con el transporte pesado. La estimación —explica la AIE— es para “economías avanzadas”, a corto plazo y siempre que la medida resulte “factible y culturalmente aceptable”, pero da una idea del impacto que tendría tocar las señales de las carreteras.
Una medida “simple y rápida”
En una línea similar, el Partido Verde alemán destaca además que replantear el uso de los viales sería “bueno para proteger el clima, los recursos y la seguridad en la carretera”. “Se está discutiendo si es algo que vamos a abordar a continuación”, deslizaban hace poco desde el Ministerio de Medio Ambiente germano. El debate no es nuevo allí. Es más, la idea de fijar un límite en las Autobahn lleva tiempo sobre la mesa y no ha logrado todavía un consenso unánime en la sociedad, si bien en los últimos años colectivos como la asociación de conductores ADAC han suavizado su rechazo.
El debate sobre las carreteras está sobre la mesa también en Reino Unido. El viernes el diario Financial Times publicó una carta firmada por media docena de expertos, incluido un directivo del Consejo Europeo de Seguridad en el Transporte (ETSC) en la que se destacaba las ventajas del recorte de los límites de velocidad para reducir las importaciones de petróleo ruso en la UE. “Se necesita una acción urgente“, recalcan los autores, quienes destacan que replantearse el uso del acelerador sería “relativamente simple, rápido” y eficaz para lograr el objetivo “a corto plazo”.
El artículo recuerda que hace dos años Países Bajos ya redujo el límite de velocidad en sus autopistas a 100 km/h durante el día para frenar la contaminación. “Un coche que circula a 100 km/h es un 25% más eficiente que a 130 km/h”, argumentan. En la lista de territorios que han dado pasos en esa dirección lo largo de los últimos años se incluye también Bruselas, París o el propio Reino Unido. La propuesta de los expertos es que la UE se comprometa a reducir “urgentemente” la velocidad a 100 km/h en las autopistas, 80 en las carreteras rurales y 30 en las rurales.
España también tiene su propio historial de recortes de velocidad. Hace once años, el Gobierno, entonces liderado por José Luis Rodríguez Zapatero, decidió aplicar una “reducción transitoria” en las autopistas y autovías del país y bajar la marcha máxima permitida de 120 a 110 km/h.
El objetivo era muy similar al que se busca ahora: “ahorrar gasolina” ante el encarecimiento de precios. Las cuentas del Ejecutivo concluían que la medida permitiría ahorrar un 15% en el consumo de gasolina y un 11% en el de gasóleo, con un recorte millonario en importaciones. La iniciativa llegó a aplicarse durante cuatro meses, de marzo a finales de junio, y aunque logró reducir el consumo no alcanzó las estimaciones de partida: el uso de gasolina cayó un 8% y el de gasóleo algo menos. En 2021 el Gobierno volvió a revisar las velocidades, aunque centrándose en los viales urbanos y con otro objetivo prioritario: mejorar la seguridad en las zonas con mayor flujo de peatones.
Tocar los límites de velocidad no es, en cualquier caso, la única opción para paliar la escalada de precios. En Europa los gobiernos han empezado a mover ficha ante el alza de la factura. En Francia el Ejecutivo ha anunciado un descuento de 15 céntimos por litro que empezará a aplicarse en abril y se mantendrá durante cuatro meses, en Alemania se plantean un subsidio para reducir los costes del combustible y aliviar así su impacto en la economía de las familias y empresas y Suecia aplicará un paquete de medidas que contempla una reducción del impuesto sobre el carburo.
Políticas similares han adoptado en Italia, que acaba de aprobar un decreto para reducir en 25 céntimos los impuestos especiales en el precio de la gasolina y gasóleo, o Portugal, que lleva meses subvencionando el gasto en combustible con la devolución de parte del Impuesto sobre Productos Petrolíferos. Aquí, en España, el Gobierno estudia también la forma de mitigar el mazazo de los combustibles en la economía y ha avanzado ya que abordará medidas en materia energética en el consejo de ministros que se celebrará a finales de este mismo mes, el martes 29 de marzo.
A nivel comunitario hay movimientos también y —además de las ayudas para afrontar el encarecimiento o replantear los límites de velocidad— algunos países exploran alternativas. Italia, por ejemplo, acaba de anunciar un plan millonario para incentivar los coches eléctricos. La propia AIE completa su “receta” con otras propuestas complementarias a la reducción de la velocidad, como una mayor puesta por el teletrabajo, renunciar al coche los domingos en las ciudades, apostar por los VE, abaratar el transporte público e incentivar el uso de los trenes de alta velocidad frente al avión.
Imágenes | Norbert Braun (Unsplash) y Sascha Bosshard (Unsplash)
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El encarecimiento del combustible resucita un viejo debate en Europa: tocar o no tocar los límites de velocidad
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Carlos Prego
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