Tenemos la cura del VIH desde 2008. Ahora un cordón umbilical puede llevarnos al siguiente nivel

Tenemos la cura del VIH desde 2008. Ahora un cordón umbilical puede llevarnos al siguiente nivel

En 2006, 11 años después de que un médico berlinés le diagnosticara la infección por VIH, Timothy Brown se sintió cansado. Inusitadamente cansado. En el hospital, sus médicos identificaron una anemia, primero; y una leucemia, después. Empezó la quimioterapia y, aunque empezó a dar buenos resultados, sus terapeutas empezaron a buscar un posible trasplante de médula ósea.

Un golpe de suerte. Fue entonces cuando Gero Hütter, del hospital Charité de Berlín, encontró el donante perfecto. No solo tenía un perfil bueno de biocompatibilidad, sino que tenía una mutación en el gen de un receptor, llamado CCR5, que el VIH utiliza como gancho para colarse en los linfocitos, las células inmunitarias que infecta. Era algo rarísimo porque solo un 1% de la población del norte de Europa tiene esta mutación y, gracias a ella, es resistente al VIH. Hütter vio la oportunidad de hacer un dos por uno: no solo curar la leucemia, sino también volverlo resistente al virus.


En un primer momento, Brown lo descartó. Para ese momento, los antirretrovirales ya habían convertido el VIH en una enfermedad crónica y prensó que no necesitaba arriesgar su vida en un trasplante que podía acabar con su vida. Sin embargo, cuando el resto de tratamientos contra el cáncer falló, el trasplante se convirtió en la última alternativa. Y tuvo un éxito enorme. Durante los 12 años siguientes (Brown murió en 2019 por el cáncer), el VIH no volvió a aparecer en su sistema: fue la primera persona “curada” de la infección.

Un tratamiento muy arriesgado. Pese a la emoción y las expectativas que despertaron ese caso, se trataba de un tratamiento realmente delicado. Para hacernos una idea: consiste en destruir el sistema inmunitario del paciente e ‘introducirle’ el de otra persona con todos los peligros que un trasplante (y sus rechazos) conlleva. Es decir, que la lógica médica restringía este enfoque a personas que tuvieran que someterse a un trasplante como este porque ya era su último recurso frente al cáncer. Al fin y al cabo, entre un 40 y un 50% de los pacientes con VIH que reciben el trasplante, mueren.

A eso, hay que añadir que el proceso tampoco es escalable. Como decía, no abundan los casos de personas resistentes al virus. Era muy difícil encontrar a este tipo de donante porque, por si fuera poco, los que aparecían tenía que ser ‘potencialmente’ compatibles con el paciente. Y, pese a todo, la maquinaria del sistema médico se puso en marcha y se realizaron una serie de trasplantes que resultaron en fracaso. De hecho, pese a los avances, solo había otro caso que pudiera considerarse un éxito.

Una nueva técnica. Y digo ‘había’ porque ahora acaban de hacerse públicos los resultados de un trasplante distinto a los anteriores. Mientras los dos pacientes exitosos se sometieron a un trasplante de médula ósea de donantes adultos totalmente compatibles con sus perfiles inmunológicos, en el caso de la paciente actual se ha usado sangre de cordón umbilical de un donante que también tenía la mutación del gen CCR5. Parece algo muy similar, pero esto permite que la compatibilidad de perfiles sea mucho menor.

Éxito… por el momento. Los médicos retiraron el tratamiento antiviral a la paciente a los 37 meses del trasplante. Según hemos podido saber ahora, un año y dos meses después, no muestra rastros de VIH en sangre ni anticuerpos contra el virus. Es, como se dice en el argot para evitar hablar de ‘curación’, un nuevo caso ‘en remisión’. Los cálculos del equipo que ha realizado la investigación dicen que hasta 50 personas al año podrían verse beneficiados de la nueva técnica.

Indudablemente, estamos muy lejos de encontrar la curación de la infección del VIH; pero es esperanzador ver cómo pese a las innumerables dificultades vamos avanzando poco a poco frente a una enfermedad que ha perdido la atención mediática, pero no su impacto en la vida de millones de personas.


La noticia

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Xataka

por
Javier Jiménez

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