‘Bliss’: en la nueva película original de Amazon Prime Video se sale de Matrix tocando fondo, no aprendiendo kung fu
‘Bliss’ (o ‘Felicidad’, traducción literal con la que también aparece en la plataforma) es un Original de Amazon Prime Video que combina elementos temáticos de ciencia-ficción tradicional y drama intimista basado en los personajes. Exactamente igual que las anteriores películas de su autor, Mike Cahill, donde también arrancaba de unos mimbres de género arrraigado a veces en la cotidianeidad, para desarrollar temas casi existenciales a través de los diálogos y las situaciones.
Es el caso de su película revelación, ‘Otra Tierra’, aún hoy su propuesta más redonda, en la que Brit Marling vivía una epopeya de mundos replicados con la aparición de otro Planeta Tierra en el firmamento. Más irregular (aunque no carente de interés, sobre todo en su fascinante primera mitad) fue ‘Orígenes’, en la que una pareja de científicos descubren en análisis microscópicos de los ojos humanos el que podría ser el secreto del origen de la vida.
Desde 2014, año del estreno de ‘Orígenes’, Cahill se había dejado ver en trabajos de encargo como la dirección de algunos episodios de series como ‘The Magicians’. Pero ha sido Amazon Prime Video a través de sus Originals, donde ya hemos visto películas tan interesantes como ‘The Vast of Night‘ la que ha recuperado a Cahill, que dirige y escribe esta propuesta, perfectamente coherente con el estilo de sus dos anteriores películas.
En ella, Owen Wilson es Greg, un oficinista que conoce a una extraña mujer, Isabel (Salma Hayek), que le convence de que la realidad que conocen no es tal. Están, en realidad, en una simulación, y solo el uso de unas extrañas sustancias de colores les permitirán salir de ese mundo falso y reencontrarse en otro con el que Greg siempre había soñado de forma recurrente y enigmática.
La ignorancia es la felicidad
En efecto, el tema de la realidad simulada y cómo salir de ella no es nuevo. ‘Matrix’ es hoy más moderna que nunca, está en ciernes un sugestivo documental sobre el tema y el propio Cahill lo trató ya en ‘Otra Tierra’. Sin embargo, aquí los elementos de ciencia-ficción se mantienen al mínimo (aunque no del todo: la máquina con cerebros flotantes es la idea más de serie B gozosa que ha tenido el director en toda su carrera), y en lo que nos centramos es en el peligroso descenso a los abismos de los dos protagonistas.
En todo momento Cahill deja la duda en el aire de si las teorías de Isabel son o no ciertas. La película puede entenderse como un delirio tóxico de una pareja de personas necesitadas de atención y compañía (y tratamiento) o, literalmente, como un experimento mental en el que se ha creado una realidad simulada. Cahill no se pronuncia y deja pistas en ambos sentidos, como el bar con un nombre que es una referencia al Mito de la Caverna de Platón. Pero según avanza la película, la balanza se va inclinando en una de las dos direcciones.
La conclusión es lo de menos ante una película de desarrollo bastante amargo: está clara la analogía de la realidad plácida y feliz a la que aspiran los personajes y los paraísos artificiales que generan las drogas. ‘Bliss’ no siempre hila fino, y a veces cae en la sobreexplicación o en un excesivo dramatismo, pero el conjunto es lo suficientemente sugestivo y críptico como para empujar al espectador a descubrir si Isabel (estupenda y poco habitual interpretación de Salma Hayek, por cierto) y Greg están condenados o benditos.
A título personal, me acerqué a ‘Bliss’ con reticencias: después de un aranque muy interesante, el tramo final de ‘Orígenes’ me pareció un auténtico desastre. Pero ‘Bliss’ es más contenida, sabe cuándo ignorar -y hacer que al espectador no le importen- las incoherencias de guión (el paseo por la realidad “real” y lo que implica es un triple salto mortal sin mucho sentido) y plantea una continuación ambigua de las tesis de ‘Matrix’. En aquella, la realidad era apocalíptica, pero valía la pena luchar por recuperar la condición humana. Aquí no hay tantas diferencias entre una y otra realidad, pero hay que tocar fondo para empezar a despertar. Lo dicho: una ‘Matrix’ existencial.
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John Tones
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