Odiado o admirado, a Mansory le da igual lo que pensemos. Lleva 30 años preparando coches para los más ricos. Y le funciona
Mansory es sinónimo de kits carrocerías extravagantes y combinaciones de colores dignas del Miami de los años 80 que tienen como resultado coches de lujo increíblemente caros. Es el preparador favorito de los oligarcas rusos, jeques del petróleo, famosos ingleses, como James Stunt, y estrellas del fútbol, como Cristiano Ronaldo o Lukas Podolski.
“Para nuestros clientes, el dinero no importa”, decía Kourosh Mansory, fundador de la empresa, en una entrevista a Capital. Y obviamente, a partir de una cierta cantidad, especialmente en el sector de la personalización, no se discuten los gustos de los clientes. Esto no es un concesionario Ferrari que sutilmente incita su cliente a comprar un coche rojo porque le será más fácil venderlo luego en el mercado de segunda mano. Cuando las preparaciones superan los 600.000 euros, todo eso son minucias.
Pero más allá de las cifras de infarto que alcanzan sus creaciones o de si sus obras no gustan al público (gustan a sus clientes, es lo importante), Mansory es una historia de pasión por el automóvil y una aparente necesidad vital de destacar a lo largo de los últimos 30 años. Se dice pronto, pero Mansory lleva personalizando coches y motos desde 1989.
Actualmente Mansory Design & Holding tiene su sede en Brand, en la región bávara de Fichtelgebirge, no muy lejos de la frontera con Chequia. Fabrica todas las piezas en fibra de carbono para sus creaciones en la República Checa, donde posee hornos autoclaves, y tiene una talabartería en Mannheim, que produce los cueros para sus coches.
Salvo los elementos mecánicos, Mansory fabrica todo en casa. En total, Mansory da trabajo a más de 250 personas, pero es en la sede de Brand, una antigua fábrica de zapatos, donde nacen los coches. Diseñadores, mecánicos y carroceros dan forma a los sueños de Kourosh Mansory y de sus clientes.
Unos 22 técnicos pueden trabajar hasta en seis coches al mismo tiempo. Nuevos parachoques, interiores llenos de cuero, motores cada vez más potentes, llantas cada vez más grandes, cada coche es prácticamente desmontado al completo para convertirse en un Mansory. Pero la seña de identidad de la casa es la fibra de carbono.
Hoy Mansory es un nombre tan reconocido y apreciado como pueden ser Brabus, AMG, Alpina TechArt o ABT. Obviamente, no tienen la misma clientela. Mansory se mueve en un mundo en el que la ostentación y la pomposidad no son mal vistas, sino apreciadas.
Autodidacta del automóvil
Curiosamente, el automóvil no estaba en los planes de Kourosh Mansory, aunque siempre le gustaron los coches. En la década de 1970, este hijo de una familia de comerciantes de Irán fue enviado a un internado en Inglaterra. Dice que no huyó, ni del Sha ni de los mulás, es un matiz importante para él. De Inglaterra se fue a Alemania, aprendió el idioma en el Instituto Goethe de Munich, estudió gestión hotelera y trabajó como camarero en Löwenbräu.
Cuenta que en el Reino Unido se quedó prendido de los automóviles de lujo ingleses, de la artesanía, de la atención al detalle que tenían y de la tradición. Rolls-Royce, Bentley, Jaguar y Aston Martin le impactaron. Sin embargo, su primer coche en Alemania fue un Mercedes Clase E tipo W123. Y pronto se vio comprando y vendiendo coches, actividad más rentable para él que la hostelería. Tanto que terminó teniendo la típica carpa de coches usados, en las afueras de Munich. Pero quería más.
Pronto empezó a añadir accesorios a los coches que tenía en stock. Un volante en madera en uno, asientos de cuero recuperados de otro modelo o nuevas llantas en otro, nada muy complicado pero que transformaba un coche usado del montón en uno especial por el que pedir más. Y por tanto hacer más beneficio.
Con el éxito, el siguiente paso fue crear sus propios accesorios que vendía a otros compra-ventas y concesionarios bajo la marca de Mansory Design & Holding, en 1989. Más tarde se hizo con una talabartería, ya no tenía que comprar pieles, negociar los precios y añadir el coste del tapicero, todo quedaba en casa. En 1999 traslada progresivamente sus operaciones de Munich a Brand, y en 2001 Mansory ya solo trabaja en Brand.
Es uno de los proveedores favoritos de los tuners alemanes. Los kit carrocerías en fibra de carbono y tapicerías de cuero que lucen las creaciones de afamados tuners son en realidad de Mansory. El negocio funciona muy bien, pero al final ,aunque la empresa sea suya, sigue trabajando para otros.
Y un buen día se fue a Munich, sin avisar. Volvió al volante de un Bentley Continental GT de 180.000 euros. ¿Se dio un capricho? Nada de eso. Al día siguiente empezó a desmontarlo y a diseñar un kit carrocería en fibra de carbono para el prestigio coupé inglés. Lo presentó en el Salón de Essen de 2004, el equivalente europeo del SEMA Show de Las Vegas. Fue un éxito, vendió más de 100 kits, sobre todo en California.
El reconocimiento de las grandes marcas
En Crewe, la creación de Mansory no gustó y Bentley le demandó. Estuvieron en juicio tres años, pero al final, todo quedó en nada. Ahora se lleva bien con Bentley. Y con muchos otros fabricantes, asegura, que recurren a él para la fabricación de pequeñas piezas en fibra de carbono para pedidos especiales o series limitadas, como Porsche y Audi, o BMW y Daimler, quienes le compran pieles para los interiores más exclusivos. Además, desde 2012 es el preparador oficial de Lotus.
Y es que Mansory, que en 2008 compró la división de tuning de Porsche al suizo Rinspeed, hace mucho que dejó de ser un mero preparador. Ahora está al nivel de Brabus, Alpina o Ruf. Cuando un fabricante de lujo lanza un nuevo modelo al mercado, Mansory suele ser uno de los primeros clientes. Cada año compra entre 20 y 25 coches nuevos, para prepararlos.
Tiene en plantilla a tres diseñadores de automóviles. Cuando llega un nuevo modelo, primero escanean la carrocería y crean un modelo 3D. Se tarda un día. A continuación, se desmontan los coches y se escanean también cada pieza de forma individual. De este modo se reduce notablemente el proceso de creación, manteniendo de paso los puntos de anclaje originales de cara al futuro montaje. Y saben que todas las miradas, condescendientes o admirativas, estarán puestas sobre esos diseños.
Sus creaciones ponían la nota de color el Salón de Ginebra y en 2020 Mansory debía celebrar allí los 30 años de su empresa desvelando en un inmenso stand hasta 11 vehículos, entre ellos el Ford GT Le Mansory. El evento tuvo que ser cancelado, como tantos otros, por causa de pandemia. Pero solo es una pausa en el camino, pronto volveremos a ver sus creaciones en vivo.
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Odiado o admirado, a Mansory le da igual lo que pensemos. Lleva 30 años preparando coches para los más ricos. Y le funciona
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Motorpasión
por
Daniel Murias
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