El día que General Motors se atrevió a venderle coches al enemigo. La historia de los 12.500 taxis para Saddam Hussein
Hacer negocios con un dictador puede ser una operación lucrativa…salvo si lo que se vende son coches. Volvo lo aprendió de forma amarga con Corea del Norte y Chevrolet solo consiguió salvar los muebles cuando en los años 80 le vendió casí 30.000 unidades del Chevrolet Malibu a Saddam Hussein.
No está muy claro como llegaron en General Motors a vender 25.500 coches a Iraq cuando en esa época Estados Unidos había impuesto bloqueo económico a Iraq. Consideraba que Hussein y su partido Ba’ath apoyaban acciones terroristas. Con el tiempo y nuevos intereses geopolíticos en la región, las relaciones entre Estados Unidos y Hussein serían más amistosas…hasta que terminaron como terminaron.
Iraq quería oficialmente esos coches para constituir una flota de taxis y de vehículos gubernamentales. Pero GM no se los vendería directamente, como empresa estadounidense no podía hacerlo. Sin embargo, GM poseía una factoría en Oshawa, provincia de Ontario, que fabricaba los Malibu. Sería su filial canadiense quien vendería los coches a Iraq.
Para GM, era un negocio redondo. Vendía los coches, no sufría sanciones (solo repatriaba los beneficios de su filial canadiense) y su fábrica canadiense ganaba un nuevo pedido. Era una venta valorada en más de 200 millones de dólares estadounidenses actuales.
General Motors quiso hacer las cosas bien y adaptó el coche a las duras condiciones viarias y climáticas de Iraq. El sistema de refrigeración del coche estaba sobredimensionado con respecto a los Malibu norteamericanos, los amortiguadores eran más fuertes, el aire acondicionado más potente, los elevalunas manuales y la tapicería era de tela. El motor era un V6 de 3.8 litros de 110 CV (norma SAE) asociado a un cambio manual de tres relaciones.
¿Por qué hay 12.500 Chevy Malibu muertos de asco en el puerto de Halifax?
Todo iba bien y nadie sabía nada. Hasta que en febrero de 1982, la prensa canadiense empezó a hacerse eco de unos 12.500 Chevrolet Malibu, aparcados desde el verano en unas campas del puerto de Halifax (Nueva Escocia). En la cadena canadiense CBC se explicaba entonces que eran coches destinados a Iraq y que debido a los graves problemas de fiabilidad de esos vehículos, no los quería.
Iraq ya había comprado otros 13.000 Malibu y al parecer el resultado no fue el esperado por parte de los iraquíes. Habida cuenta que las producciones de entonces no brillaban por su vanguardia tecnológica o estética, ni por sus prestaciones o eficiencia, la idea caló entre el público que sí fue esa la causa por la que Hussein canceló el pedido.
Michael Vaughan, el reportero de la CBC, explicaba entonces que GM había enviado un centenar de mecánicos a Iraq para ayudar a solucionar los problemas de los coches. Pero también apuntaba a un hecho que explicaría los acontecimientos que ocurrieron después.
Según el periodista, la Export Development Corporation (empresa estatal y agencia de crédito a la exportación de Canadá) había garantizado la venta. Si GM no conseguía finalmente vender esos 12.500 coches adicionales, tendría que compensarle por la venta fallida, a altura de 100 millones de dólares canadienses.
Viendo todos esos coches, esperando en la intemperie, y sabiendo que la Export Development Corporation estaba involucrada, se expandió el rumor de que GM había abandonado la idea de venderlos a Iraq y los vendería en Canadá por 2.500 dólares canadienses. En principio esos coches no se podían vender en Norteamérica porque no cumplían con las normas anticontaminación de Canadá o EstadoUnidos.
Aun así GM los vendió finalmente en Canadá por 6.500 dólares canadienses la unidad. Esto equiavalía a unos 5.200 dólares estadounidense de 1981 cuando el Malibu de base nuevo costaba entonces 7.000 dólares. Es decir, los estaban vendiendo con un 26 % de descuento.
Fueron finalmente todo un éxito en Canadá. Tanto que los trabajadores de la fábrica de Ontario amenazaron con denunciar a GM porque les habían prometido que pondrían comprar un Malibu iraquí y muchos no pudieron.
¿Tan malo era el coche? Probablemente no. En todo caso no era peor que cualquier otro Malibu y la clientela norteamericana no parecía especialmente descontenta con ese modelo. ¿Qué pasó realmente? No hay una teoría confirmada.
Es muy probable que enfrascado en una guerra contra Irán, Hussein no se iba a gastar más dinero en coches que nunca se usaron como taxi y regalaba a las familias de los soldados iraquíes muertos en combate como compensación económica.
Hoy en día, estos coches son una curiosa anécdota y una suerte de objeto de colección, pues pocas unidades quedan hoy en circulación. Y es que en lugar de rodar por Oriente Medio pasaron su vida en los fríos inviernos de Canadá. Al final, el que era un coche anodino se hizo un hueco en la historia del automóvil un poquito más grande de lo que correspondía por derecho propio gracias a esta curiosa historia.
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La noticia
El día que General Motors se atrevió a venderle coches al enemigo. La historia de los 12.500 taxis para Saddam Hussein
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Motorpasión
por
Daniel Murias
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