Cuando Europa cambió de rey: el ADN mitocondrial puede resolver el enigma de la muerte del oso cavernario
Hubo un tiempo en el que uno podía salir de casa y cruzarse con un mamut, varios dientes de sable, un par de hienas gigantes y media docena de rinocerontes lanudos antes de llegar al trabajo. Eran otros tiempos. Hace unos 50.000 años, Eurasia y América del Norte estaban repletos de una espectacular variedad de mamíferos gigantes como nunca antes se había visto en el hemisferio norte.
Ni antes, ni después. Para el 9.000 antes de Cristo, estos enorme territorios habían perdido entre el 36 y el 75% de su macrofauna. En aquellos años y de manera bastante súbita, se perdieron casi un centenar de géneros de mamíferos grandes. El más famoso de todos, el oso cavernario. Esta es la historia de su desaparición.
El misterio del oso cavernario
¿Qué le pasó al oso cavernario? Durante generaciones, esa ha sido la pregunta que ha sobrevolado los estudios paleontológicos: ¿Qué le pasó al oso cavernario? ¿Fue “un fracaso de la evolución“, una especie incapaz de adaptarse a las nuevas necesidades climáticas? ¿O le pasamos nosotros? Un nuevo estudio señala claves fundamentales sobre qué pudo pasarle.
Ursus spelaeus. El oso cavernario, uno de los más grandes que han existido, debió de ser un animal formidable. Tanto su nombre científico como el popular se deben a lo mismo: las cavernas de toda Europa estaban repletas de restos óseos de animales de esta especie. Huesos tan grandes que, durante siglos, se usaron como prueba de la existencia de dragos y todo tipo de animales mitológicos.
Un nuevo estudio. Para desentrañar la desaparición del oso cavernario, un equipo de investigadores de la Universidad de Zúrich ha estudiado minuciosamente los genomas de 59 especímenes de todo el mundo (algunos de ellos de España). Ha sido precisamente el ADN mitocondrial el que ha permitido reconstruir la historia de la especie y han permitido descubrir que las poblaciones se mantuvieron estables hasta hace 40.000 años.
Y llegamos nosotros. Fue entonces cuando, repentinamente, las cifras se derrumbaron. Justo en esa época, los humanos modernos llegamos a Europa y los neandertales comenzaban su lenta desaparición. Esto es importante porque el enfriamiento de la última edad de hielo (algo que, hasta ahora había sido considerado clave en su fin) no se produjo hasta mucho tiempo después, hace unos 30.000 años.
Crónica de una muerte cavernada En las vidas de los osos cavernarios, a diferencia de los osos pardos actuales, olas cuevas tenían un papel muy importante. Para los investigadores, la hipótesis más probable nos dice que ante el aumento demográfico de seres humanos en Eurasia, las cuevas se convirtieron en un entorno muy concurrido (¡y disputado!). Eso y no el cambio climático, parece ser la gran presión evolutiva. Una presión que finalmente acabó con el oso más famoso de la prehistoria.
Imagen | Oso pardo de Janko Ferlic
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Cuando Europa cambió de rey: el ADN mitocondrial puede resolver el enigma de la muerte del oso cavernario
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Javier Jiménez
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