El gran problema de Microsoft es llegar tarde a muchas disrupciones. Le está volviendo a pasar con la realidad mixta
El pasado mes de diciembre Microsoft anunció que abandonaba su plataforma Windows Mixed Reality. Desaparece por tanto el soporte para esta tecnología y para las gafas como las que fabricaron Acer, HP, Asus, Lenovo Dell o Samsung. Tras lanzarse de lleno a este ámbito en 2017, Microsoft ha decidido que ya no merecía la pena.
Es, probablemente, el peor momento para abandonar.
Lo demuestra el lanzamiento de las Vision Pro, las gafas de realidad mixta de Apple que han vuelto a plantear un futuro en el que mucha más gente utilizará este tipo de dispositivos tanto para trabajar como para entretenerse. Más difícil parece que será lo de llevarlas por la calle, eso sí.
Ese lanzamiento ha puesto también el foco de nuevo en Meta y su (desmesurada) apuesta por el metaverso. Hasta Mark Zuckerberg ha acabado dando su opinión sobre las Vision Pro y afirmando que las Meta Quest 3 son un mejor producto.
Meta, cuya propuesta software es de momento —salvo en algunos casos— decepcionante, sí que dispone ya de un largo recorrido en el desarrollo del hardware de realidad virtual. La compra de Oculus —ahora desaparecida como marca— le permitió continuar y reforzar la apuesta, y aunque sus productos siguen sin cuajar masivamente, la propuesta de Apple ha vuelto a animar las cosas.
Así que, ¿qué pasa con Microsoft? La empresa parecía ir lanzada no ya con su plataforma de realidad mixta, que pronto dejó en segundo plano, sino con sus HoloLens, que tras tres generaciones también acabó cancelando.
Estas gafas de realidad mixta, casi unas “proto-Vision-Pro”, planteaban algunas de las prestaciones que ahora estamos viendo en las gafas de Apple. Mezclar nuestra realidad con objetos y escenarios de realidad virtual tenía aplicaciones potencialmente interesanes, pero la cosa no cuajó. ¿Por qué?
Probablemente, porque Microsoft llegó a destiempo.
De hecho lo ocurrido con las HoloLens y las gafas de realidad mixta es algo que a Microsoft le ha pasado más veces en el pasado. Es como si llegaran (casi) siempre demasiado pronto a la fiesta.
Les ocurrió desde luego con los smartphones. Para cuando Apple anunció el iPhone, Microsoft ya había intentado y abandonado lanzar su propia revolución en el mundo de los móviles.
Su intento se llamó Windows Mobile, un proyecto que se inició en 2000 —aunque parte del trabajo ya estaba hecho con Windows CE— y que desde luego prometía grandes cosas. Lo sé porque “yo estuve allí”: en 2002 asistí a un viaje de prensa de Microsoft y tuve en mis manos un Orange SPV 200, un terminal que ciertamente era una maravilla para aquella época.
Microsoft intentó hacer que aquello funcionara durante algún tiempo, pero no daba con la tecla. Las sucesivas versiones de Windows Mobile se chocaban siempre con la misma pared: tratar de adaptar un Windows de escritorio a un dispositivo móvil nunca salía del todo bien. Es curioso, porque Apple logró justo eso con los iPhone, que como dijo Steve Jobs en la presentación, estaban basados en OS X.
En Redmond nunca consiguieron que su apuesta cuajase, pero a su afición por llegar demasiado pronto se le sumó otra: también llegaron tarde. Lo hicieron con Windows Phone y sobre todo con Windows 10 Mobile y aquella maravillosa idea de las aplicaciones universales o Continuum que sin embargo tampoco cuadraban.
En Microsoft llegaron también pronto a las tabletas (Microsoft Tablet PC, 2001) y a los dispositivos plegables (Microsoft Courier, 2009). En ambos casos, aquellos proyectos acabaron cristalizando en productos con un éxito desigual: la familia Microsoft Surface ha logrado crear de la nada un nuevo formato de PC —los convertibles— con un éxito más que decente. La cosa no ha salido tan bien con los plegables: Surface Neo ni llegó a salir, y Surface Duo ha acabado siendo un fracaso colosal.
Pero como decimos, Microsoft también llegó tarde a unas cuantas fiestas. Le pasó con la del iPod —pobre Zune—, con los buscadores —pobre Bing, ahora denostado en favor de Copilot— o las redes sociales, donde jamás llegó a competir salvo con proyectos que pasaron desaparecibidos como So.cl.
Demasiadas batallas perdidas. Unas por llegar demasiado pronto, otras por hacerlo demasiado tarde, y otras incluso por no saber aprovechar la oportunidad. Skype por ejemplo lo fue y debería haberse convertido en lo que Zoom acabó siendo, pero al menos aquí los de Redmond reaccionaron a tiempo con Teams.
Pero hay que destacar también que Microsoft ha aprendido de sus errores, sobre todo con la llegada en 2013 de su actual CEO, Satya Nadella. Con él llegó el foco total en la nube —que se ha convertido en principal fuente de sus ingresos— y también esa apuesta por la inteligencia artificial y por OpenAI que de momento le está saliendo de perlas.
Y sin embargo, Microsoft sigue llegando a destiempo a muchas cosas. Les pasa a otras empresas, desde luego, pero eso es especialmente chocante en el caso de una empresa que como Microsoft lleva más de 50 años liderando el sector tecnológico. A estas alturas uno pensaría que no deberían equivocarse tanto en los tiempos. Y siguen haciéndolo.
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El gran problema de Microsoft es llegar tarde a muchas disrupciones. Le está volviendo a pasar con la realidad mixta
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Javier Pastor
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