La idea maya con la que esta investigadora quiere revolucionar la manera en la que tratamos el agua potable: jardines artificiales

La idea maya con la que esta investigadora quiere revolucionar la manera en la que tratamos el agua potable: jardines artificiales

No se puede decir que a los mayas les tocara una zona fácil. Buena parte de las tierras bajas del Sur sufren sequías intensísimas durante la mitad del año y eso, cuando quieres levantar una civilización compleja en el primer milenio después de Cristo, no es una buena noticia.

Y, sin embargo, lo hicieron.

Es decir, pese a eso se las apañaron para construir ciudades enormes y amplias extensiones de zonas de regadío. La pregunta que ha preocupado a los investigadores es cómo fueron capaces de hacerlo.

Y, de hecho, hicieron muchísimas cosas. Ese es el primer problema que tienen los investigadores a la hora de encontrar respuestas: que los mayas hicieron muchísimas cosas. Además, muchas de esas cosas eran “poco duraderas”. Y si entrecomillo el “poco duraderas” es porque en realidad hablamos de mucho tiempo.

El periódico clásico maya (el periodo del que hablamos) acabó abruptamente en torno al 900 después de Cristo después de años y años de una sequía salvaje que convirtió amplias regiones de América Central en inhabitables. Ahí se abandonaron las grandes ciudades.

Para cuando llegaron los españoles todo aquello eran ruinas (Mérida, la capital del Yucatán, tiene ese nombre porque la zona llena de ruinas recordaba a la Mérida española) y todo lo que vino después de su llegada no ha ayudado demasiado a conservar los restos de esas tecnologías.

Por suerte, la ciencia ha avanzado mucho.

¿Cómo conseguimos agua potable? Esa es la pregunta que se hizo Lisa J. Lucero de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign y lo cierto es que la pregunta es buenísima. Lo estamos comprobando estos años en España, conforme las cantidades de agua reducen de los acuíferos y embalses, su calidad baja. Baja mucho. Hasta el punto de volverse tóxica. ¿Cómo pudieron mantener suficiente cantidad de agua potable sin los medios técnicos necesarios?

“La mayoría de las grandes ciudades mayas de las tierras bajas del sur  se levantaron en zonas sin agua superficial y con grandes extensiones  agrícolas, pero lo compensaron construyendo sistemas de embalses que empezaron siendo pequeños y fueron creciendo en tamaño y  complejidad”, explicaba Lucero. Pero eso, por supuesto, no era suficiente.

Sabemos desde hace tiempo que los mayas usaban elaborados filtros minerales, pero los estudios que se han realizado parecen mostrar que hubo algo más.

Un sistema de purificación y control basado en… plantas. Según detalla Lucero en Proceedings of the National Academy of Sciences, los mayas clásicos usaban plantas acuáticas para limpiar las aguas de nitrógeno y fósforo (algunas como la espadaña, la juncia o el carrizo aún pueblan los humedales centroamericanos). Sabemos, de hecho, que esas plantas se cambiaban cada pocos años y se usaban para fertilizar campos y jardines.

Pero seguramente lo más interesante es que no solo usaban plantas para limpiar el agua, también para comprobar que estaban limpias. Según parece, la flor de agua (Nymphaea ampla) es una planta acuática muy sensible que solo prospera en aguas limpias y se usaba como indicador de que todo estaba en orden.

¿Puede ser un buen ejemplo para el futuro? Esa es la siguiente pregunta y, para Lucero, la respuesta está clara: “Los humedales artificiales ofrecen muchas ventajas sobre los sistemas convencionales de tratamiento de aguas residuales”. No solo eso, podrían proporcionar “una tecnología de tratamiento económica, de baja tecnología, menos costosa y que ahorra mucha energía”.

No hay duda de que no sería sencillo: ahora producimos agua contaminada a un nivel que los mayas no podían ni siquiera soñar. No obstante, es bueno tener todas las posibilidades encima de la mesa.

En Xataka | Así era el sistema de purificación de agua con el que los mayas se adelantaron a su tiempo hace 2.000 años

Imagen | Robin Canfield


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La idea maya con la que esta investigadora quiere revolucionar la manera en la que tratamos el agua potable: jardines artificiales

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Xataka

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Javier Jiménez

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