Las vías del tren siempre se han construido sobre piedras. Hay una explicación

Las vías del tren siempre se han construido sobre piedras. Hay una explicación

Probablemente alguna vez viajando en tren has observado que debajo de prácticamente todas las vías de ferrocarril hay toda una pasarela de piedras. Que estén ahí no es una coincidencia, sino una parte esencial del funcionamiento de este sistema de transporte. Pero antes de llegar a su funcionalidad, conviene entender el desafío de ingeniería que supone depositar un tren sobre estrechas vías de acero en el suelo.

Los convoyes de los trenes de mercancías viajan con cargas de hasta 22,5 toneladas por eje y no lo hacen precisamente de manera suave: los trenes se enfrentan a la expansión y contracción por calor, al movimiento y vibración del suelo, a la acumulación de lluvias y al crecimiento de maleza. En resumidas cuentas, grandes obstáculos a los que se les puso solución por primera vez hace casi 200 años. Un remedio que no ha cambiado apenas desde entonces.

Y eso nos devuelve a ese montón de piedras debajo del tren. O como se le denomina según la Real Academia Española: Balasto. Se trata de un material de piedra triturada o grava cuya finalidad es soportar y nivelar las vías de ferrocarrilen el suelo. Es decir, proporcionar estabilidad, permitiendo que los trenes circulen sin volverse inestables o inseguros. También actúa como muelle capaz de amortiguar las vibraciones del terreno y reduce el ruido de paso de los trenes.

balasto

No sólo eso. Además de ayudar a garantizar que la vía permanezca en su lugar cuando los trenes pesados ​​pasan sobre ella, el balasto también ayuda a drenar el agua para evitar que se acumule y se deterioren las vías. Y desempeña un papel fundamental a la hora de frenar la vegetación que crece cerca, manteniendo las vías libres del crecimiento de raíces o plantas que puedan causar desalineaciones.

Desde que se empezó a utilizar, el balasto se ha fabricado casi siempre a partir de piedra triturada, como granito o piedra caliza. La principal razón es que estos materiales son duros y duran bastante, lo que los hace muy prácticos. Sin embargo, en los últimos años se han utilizado también otros materiales como el hormigón reciclado, que suele ser más rentable y sostenible.

Aunque este punto depende mucho del tipo de tren que se vaya a utilizar y las condiciones del terreno. Por ejemplo, los trenes pesados de mercancías necesitan un balasto más resistente que los trenes de pasajeros. En regiones donde hay temperaturas extremas se necesita un material que pueda soportar mejor el calor o el frío. Al igual que en zonas donde existen fuertes lluvias o nevadas. Ahí el material requerirá que tenga buenas propiedades de drenaje para evitar que el agua se estanque en las vías.

También es importante mencionar su forma rugosa y sus bordes afilados, importantes atributos de estas piedras que sirven para dificultar el movimiento de las vías. Si se usaran piedras de lados lisos, como las que hay en los ríos, es muy probable que se deslizaran unas sobre las otras cuando pasa el tren. Sin embargo, el balasto no se usa en todas las vías del tren. En los trenes de alta velocidad, su uso es menos frecuente. El motivo es que los trenes muy rápidos pueden hacer que el balasto se desprenda y dañe componentes importantes del tren,

¿Cómo se instala y mantiene?

El proceso de colocación es simple, pero primero hay que retirar el balasto viejo, el cual se carga en camiones y se transporta para su eliminación o reutilización. Una vez que se ha retirado el viejo, se lleva a cabo una inspección del terreno para detectar posibles defectos antes de colocar el nuevo balasto. Este se distribuye uniformemente sobre suelo desnudo utilizando equipos especializados, como esparcidores de balasto, lo que ayuda a elevar el nivel de la vía.

Una vez extendido el balasto, se aplasta mediante una máquina de apisonamiento. Esto lo compacta y estabiliza. El proceso de apisonamiento es muy importante ya que ayuda a eliminar los huecos o bolsas de aire que puedan haberse creado durante el proceso de esparcimiento. Estos vacíos pueden hacer que el balasto se mueva y se vuelva inestable, provocando fallos en la vía y posibles accidentes.

Una vez colocado, las traviesas se colocan a distancias iguales y luego se coloca más balasto entre las traviesas y hacia los lados, listo para colocar encima las vías del ferrocarril. Hay que tener en cuenta que el balasto requiere también de un proceso de mantenimiento continuo, ya que puede desgastarse o degradarse con el tiempo. Por lo que es necesario realizar inspecciones cada cierto tiempo para verificar su correcto funcionamiento.

Imagen: Unsplash (Thomas Thompson)

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Albert Sanchis

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