Un japonés perdió un USB tras una noche de fiesta. Un USB con los datos privados de 400.000 habitantes

Un japonés perdió un USB tras una noche de fiesta. Un USB con los datos privados de 400.000 habitantes

Datos personales, benditos datos personales. Nos pertenecen, nos identifican y son necesarios para realizar una amplia variedad de tareas y gestiones en el mundo en el que vivimos. Durante décadas hemos ido sembrándolos quizás sin darnos cuenta que, en caso de caer en las manos equivocadas, podrían darnos grandes dolores de cabeza.

En los últimos tiempos, sin embargo, hemos tomado mayor conciencia sobre lo que significa nuestra privacidad. Además, de la mano de iniciativas como el GDPR, hemos descubierto que también podemos negarnos a permitir la cesión y el tratamiento de nuestros datos, por ejemplo, si tenemos dudas o no confiamos en las prácticas del receptor.

Cuando los mecanismos de protección de datos fallan

Se supone que nuestros datos personales deberían estar a salvo dentro del esquema de una entidad gubernamental. Se supone, porque lo que sucedió en una ciudad japonesa en 2022 es tan solo otro ejemplo de que por más cuidadosos y celosos que seamos de nuestra información siempre existe algún tipo de riesgo de privacidad.

Como recoge Vice, un buen día, el ayuntamiento de Amagasaki llegó a la conclusión que el camino más adecuado para averiguar qué hogares cumplían con los requisitos para la exenciones de impuestos era contratar a una compañía privada para que ayudara con esta tarea. Ciertamente, no podía ser cualquier compañía ya que involucraba tratar información sensible.

La elegida para esta tarea fue BIPROGY, una firma con más de sesenta años de vida que llevaba gran parte de su historia colaborando estrechamente con organizaciones públicas en el ámbito de los servicios informáticos. Dentro de su historial operativo se encontraban varios municipios, así que tuvo luz verde para empezar a trabajar en la tarea encomendada.

Para cumplir con su misión, presumiblemente mediante un acuerdo de confidencialidad y protección, BIPROGY recibió información personal de los 465.177 residentes de Amagasaki. El paquete incluía datos como nombres, apellidos, fechas de nacimiento, domicilios, números de cuentas bancarias y registros fiscales de cada una de las personas.

Hasta ese momento todo parecía estar bajo control. ¿Qué podía salir mal entonces? Pues… muchas cosas. Días más tarde, un empleado de la mencionada compañía que estaba trabajando en el proyecto de los impuestos llegó al final de su jornada laboral sin terminar con sus tareas, por lo que pensó que era buena idea seguir trabajando desde su ordenador personal.

Así, sin previa autorización de sus superiores, este trabajador transfirió los datos de los 465.177 residentes de Amagasaki a una unidad USB para continuar con sus labores fuera de la oficina. Pese a que era un día martes, el hombre pasó por una bar para deleitarse con cócteles varios. El problema, es que no midió las consecuencias de aquella última decisión.

Jonathan Borba G770qwe45gq Unsplash

El protagonista de esta historia bebió más de la cuenta y, posiblemente al darse cuenta que se estaba excediendo, no tardó en tomar sus cosas y dirigirse rumbo a su casa. El segundo problema es que se quedó dormido en la calle antes de llegar a destino. Cuando despertó, el susto por lo que había sucedido acabó sumiéndolo en una gran preocupación: había perdido la unidad USB.

Aquella situación no tardó en convertirse en un escándalo. BIPROGY contactó a las autoridades policiales con la esperanza de recuperar los datos. El ayuntamiento, por su parte, emitió un comunicado de prensa en el que pidió “profundas disculpas” a los ciudadanos de Amagasaki y a todos los preocupados por las molestias causadas por el incidente.

Los ciudadanos no lo tomaron con demasiada calma. En los días posteriores, la oficinas gubernamentales de Amagasaki recibieron más de 30.000 llamadas de gente preocupada de que su información acabara en manos de delincuentes. Y, estaban en lo cierto, este tipo de datos puede ser útil para poner en marcha un amplio abanico de estafas.

Por fortuna, aunque con vagos recuerdos, el empleado intentó reconstruir lo que había pasado aquella noche de fiesta. Así, llegó hasta un edificio de apartamentos por el que creía haber pasado de camino a su casa antes de quedarse dormido y, finalmente, encontró un maletín de su propiedad con la unidad USB en su interior aparentemente impoluto.

Los funcionarios de Amagasaki pudieron respirar tranquilos con la buena noticia. Después de una serie de pruebas, aseguraron que la unidad USB estaba encriptada y que no había evidencia de intentos de acceder a la información personal de sus residentes. Por consecuencia, descartaron una brecha de datos.

BIPROGY también se pronunció tras el asunto y dijo que revisaría y mejoraría todos sus procesos de gestión y operación. Además, “brindará educación y orientación exhaustiva a todos los funcionarios, empleados y empresas afiliadas”. No sabemos que pasó con el empleado, pero de seguro lo pensará dos veces antes de irse de fiesta con información sensible de toda una ciudad.

Imágenes: Motoki Tonn (Unsplash), Jonathan Borba (Unsplash)

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Un japonés perdió un USB tras una noche de fiesta. Un USB con los datos privados de 400.000 habitantes

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Javier Marquez

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