Un diminuto lago de Canadá está a punto de definir el punto exacto en que cambiamos la Tierra para siempre

Un diminuto lago de Canadá está a punto de definir el punto exacto en que cambiamos la Tierra para siempre

Tiene 250 metros de largo, pero el lago Crawford en Ontario, Canadá esconde un tesoro.  En 1971, un grupo de investigadores descubrió que se trataba de un lago meromíctico. Es decir, de ese raro tipo de lagos en los que las aguas superficiales no se mezclan nunca con las del fondo. Durante siglos, los sedimentos procedentes de la atmósfera se han ido acumulando poco a poco en su lecho.

Y ese es el tesoro: toda la historia del planeta desde el siglo XIII está ‘guardada’ en apenas 90 centímetros de tierra, a 24 metros bajo la superficie del lago. Es más, allí a 24 metros bajo la superficie del lago, se esconden un buen puñado de preguntas clave para nuestro futuro en la Tierra.

La pregunta por el antropoceno. Este es el ejemplo más obvio, el antropoceno. Es decir, la pregunta por el impacto (real, radical, duradero) que dejamos en la Tierra. O, dicho de otra manera, cuando haga mucho tiempo que la humanidad haya desaparecido y sus ‘restos’ hayan sido devorados por la evolución natural del planeta… ¿se podrá nuestro rastro en la historia geológica de la Tierra?

En 2016, un equipo de trabajo de la Comisión Internacional de Estratigrafía decidió que la respuesta es sí, que “habíamos cambiado el ciclo natural de la Tierra”. Los seres humanos hemos dejado cicatrices tan profundas en el planeta que seguirán siendo evidentes en el futuro. Desde entonces, no ha parado de discutirse.

Porque no se trata solo de “dejar una huella”, sino qué tipo de huella consideraríamos lo suficientemente significativa como para dar por concluida una era geológica y proclamar el inicio de otra. Hay muchas propuestas (“isótopos radiactivos, concentraciones químicas o cambios dramáticos en el registro fósil”), pero no hay acuerdo.

Buscando la prueba definitiva. No hay acuerdo, entre otras cosas, porque la Comisión Internacional de Estratigrafía, suele escoger ‘puntos de referencia’ muy claros para ‘marcar’ de forma clara el inicio de las etapas geológicas. Por ejemplo, como explica Manuel Ansede, el arranque del Holoceno (y el rapidísimo calentamiento que ocurrió) está oficialmente representado por un trozo de hielo extraído en 2003 en Groenlandia. Esa muestra estaba a unos 1.500 metros de profundidad.

Es decir, la Comisión necesita una muestra clara donde se observe, geológicamente hablando, el cambio en cuestión. Y no es nada fácil: en un mundo constantemente en cambio, encontrar un sitio donde se ve con total claridad es difícil. Ocurre con todas y cada una de las etapas geológicas (y, con más razón, ocurre con el antropoceno).

Así que volvamos a Canadá. Es ahí donde el lago Crawford tiene un papel inestimable. En esa ‘cata’ de 90 centímetros, es muy fácil identificar el paso del tiempo. Casi como si se tratara de los anillos de los árboles, los investigadores pueden ver las capas que sucesivamente dejan sucesivamente el invierno (que, al congelar el lago, hace que la materia orgánica, oscura, se deposite en el fondo) y el verano (cuando se cristaliza la calcita y se ‘precipita’ sobre el fondo formando una capa blanca).

Lo interesante es que se puede apreciar que, en torno a 1950, las cosas cambian. Se puede encontrar con total nitidez tanto la radiactividad de las bombas nucleares como los cambios ambientales producidos por el boom de los combustibles sólidos (y el CO2 consecuente). No era el único candidato para convertirse en el punto de referencia del antropoceno (había 12), pero las conclusiones del equipo que los ha estado estudiando es que parece ser el punto donde se ve más claramente ese ‘cambio geológico’.

No está todo hecho. Porque una vez encontrada la zona, los investigadores tienen que preparar la propuesta y enviarla a la Comisión Internacional de Estratigrafía. Esta tendrá que aprobarla con una mayoría de, al menos, el 60% y, posteriormente, tendrá que ser ratificada por la Unión Internacional de  Ciencias Geológicas. Se trata de un proceso complejísimo, muy riguroso y que, por eso mismo, puede quedar bloqueado en cualquier momento.

Pero las sensaciones son buenas. Muy buenas. Parece que estamos a punto de vivir cómo se cambia de era (geológica).

En Xataka | Radiación, huesos de pollo y fósiles de poliespan: así será la Tierra del Antropoceno en diez mil años

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Un diminuto lago de Canadá está a punto de definir el punto exacto en que cambiamos la Tierra para siempre

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Javier Jiménez

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