El secreto para construir casas más eficientes y sostenibles estaba en el cannabis: el cáñamo
En su búsqueda de materiales más sostenibles y un menor impacto medioambiental los arquitectos han recurrido a menudo a soluciones tan prometedoras como llamativas. La lista es larga: hormigón elaborado con pañales o mascarillas, ladrillos de vidrio, bloques fabricados con plástico, tejas y planchas fotovoltaicas o sencillamente un retorno a la madera. A todas esas soluciones se añade ahora otra igual de prometedora, igual de llamativa: el cáñamo.
Ya se sabe: viejos recursos, nuevos usos.
¿Casas con cáñamo? Exacto. Quizás resulte chocante, pero en el sector de la construcción hay gente convencida de que el cáñamo puede resultar un material valioso para conseguir construcciones más respetuosas con el entorno. Y no se han quedado en la retórica. Para demostrarlo han desarrollado propuestas concretas o incluso levantado edificaciones. Habitualmente se emplea como hempcrete, un “hormigón” especial que combina el cáñamo con cal y agua para emplearlo como material de construcción y aislante. Otros usos son como lana y aislamiento.
A lo largo de los años se ha usado para dar forma a construcciones que van más allá de simples cabañas, como Flat House, en Cambridgeshire (Reino Unido), o Highland Hemp House, en Bellingham (EEUU). En 2022 se presentó también en Baja Sajonia la primera casa adosada construida con ladrillos de cáñamo.
Pero… ¿Por qué utilizarlo? Por sus ventajas. Eso sostienen al menos sus defensores, quienes destacan que el hempcrete es un biocompuesto que ayuda a prevenir humedades, transpirable, actúa como un eficaz aislante térmico y acústico y es resistente al fuego. “Su alta masa térmica significa que se calienta y libera calor lentamente, regulando la temperatura interior a lo largo del día”, explica a la BBC Summer Islam, de Material Cultures, el estudio que construyó Flat House.
“El cáñamo es un aislante extremadamente bueno. Se ha reconocido que controla la humedad y proporciona un entorno de vida acogedor. Es ignífugo, por lo que es ideal para las condiciones australianas y otros lugares cálidos y secos, como California”, explica Rachel Burton, de la Universidad de Adelaida.
¿Son sus únicas virtudes? No. De hecho sus defensores ponen igual o incluso mayor acento en otra de sus ventajas: su capacidad para reducir las emisiones de CO2, el gas de efecto invernadero que más contribuye al cambio climático. Shane Chandran, de la empresa OzHemp, explicaba a comienzos de año a The Property Tribune que el hempcrete permite secuestrar carbono y calculaba que a lo largo de su vida útil puede eliminar alrededor de 20 toneladas de la atmósfera.
Los cálculos de la Comisión Europea (CE) apuntan que una sola hectárea de cáñamo secuestra entre nueve y 15 toneladas de CO2, cantidad similar a la de un bosque joven. Teniendo en cuenta que el cultivo tarda algo menos de medio año en desarrollarse, es un balance que supera al de la silvicultura comercial tradicional. “El hormigón de cáñamo es un secuestrador de carbono, ya que la cantidad de CO2 almacenada en el material es superior a las emisiones durante su producción y sigue almacenando carbono durante la vida útil del edificio”, abunda la CE.
¿Importan esas cifras? Desde luego. Y mucho. Como recuerda la propia Comisión Europea el sector de la construcción es responsable del 36% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Sus cálculos concuerdan con los del Programa de Medioambiente de la ONU, que estima que en 2021 las emisiones de CO2 procedentes de “las operaciones de edificios” alcanzaron un nivel máximo nunca visto, con alrededor de de 10 Gt CO2. Si se le añaden los gases emitidos durante la fabricación de materiales como el hormigón, acero, aluminio, vidrio o ladrillos, los edificios representan cerca del 37% de las emisiones globales.
“La mejora de la eficiencia energética en el sector de la construcción jugará un papel clave para logar la neutralidad de carbono para 2050, un objetivo establecido en el Pacto Verde Europeo. El cáñamo puede desempeñar un papel importante para alcanzar ese objetivo”, recalcan las autoridades comunitarias.
Pero… ¿Son todo ventajas? No. Como material de construcción el cáñamo presenta también algunas debilidades y desafíos. El hempcrete por ejemplo es liviano, pero no suele tener un uso estructural. En la práctica eso sígnica que los constructores deben combinarlo en sus proyectos con otros materiales de carga, como la madera o la piedra. El propio “hormigón” incorpora compuestos menos respetuosos que el cáñamo. “Resulta estupendo, pero la cal sigue siendo algo que debería cuestionarse”, recuerda Thibaut Barrault, de Practice. Al fin y al cabo durante su proceso de producción se emite también dióxido de carbono.
Los responsables del proyecto Hemp Tiny House apuntan también otros hándicaps: un mayor coste por la mano de obra, los materiales y aprendizaje, la disponibilidad el tiempo de secado. Uno de los mayores retos es sin embargo de naturaleza bien distinta: legal. Como recuerda la cadena BBC, en EEUU el cultivo de cáñamo industrial estuvo restringido hasta 2018 por la consideración que tiene la planta y su hormigón no se aprobó para el código de construcción residencial del país hasta 2022. Para su aparición en el Código Internacional de Construcción (IBC), fundamental en las edificaciones comerciales, habrá que esperar aún.
¿Queda trabajo pendiente? Sí. Y no solo a nivel técnico. En 2022 la ONU reconocía que, si bien el cáñamo industrial no tiene propiedades tóxicas, sigue siendo “una planta controvertida”: “A menudo se asocia erróneamente con su uso como intoxicante. Aún prevalece una connotación negativa, que se debe en parte a la confusión sobre las características botánicas y el quimiotipo de la planta”.
El organismo incluso va más allá e insiste: si queremos “aprovechar plenamente el potencial del cáñamo industrial” los países deberán ponerse manos a la obra. “Una clarificación del estatus legal del cáñamo, diferenciando de la sustancias tóxicas del cannabis, podría ser el primer paso dado por los gobiernos”, subraya.
¿Y qué es exactamente el cáñamo? Un cultivo que ha ganado superficie en la UE a lo largo de los últimos años hasta alcanzar las 34.960 hectáreas en 2019 y que tiene aplicaciones industriales que van más allá de la construcción, como en el sector textil, la alimentación y elaboración de piensos o producción de papel.
El cáñamo es una especie de la familia Cannabaceae con un muy bajo nivel de tetrahidrocannabinol (THC), el principal constituyente psicoactivo del cannabis. En el catálogo de la UE hay registradas 75 variedades diferentes y su cultivo se dirige sobre todo a usos industriales. Dado su reducido nivel de THC el cáñamo que cumple lo dispuesto en la PAC no se usa para elaborar estupefacientes.
Imágenes: Wikipedia y Tomline43 (Flickr)
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La noticia
El secreto para construir casas más eficientes y sostenibles estaba en el cannabis: el cáñamo
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Xataka
por
Carlos Prego
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