Latinoamérica tiene un problema con la semana laboral de +40 horas. Y Chile ha empezado a corregirlo

Latinoamérica tiene un problema con la semana laboral de +40 horas. Y Chile ha empezado a corregirlo

Chile pisa el acelerador para alcanzar el que, salvo sorpresa de última hora, se convertirá en uno de sus grandes avances de los últimos años en materia laboral. Su Senado acaba de aprobar la iniciativa que quiere dar un “tijeretazo” a la jornada de los trabajadores del país: de 45 bajará a 40 horas semanales. El texto aún debe pasar por la Cámara de Diputados para seguir con su tramitación, pero el Ejecutivo de Gabriel Boric confía en que la norma pueda promulgarse en breve y esté lista para una fecha próxima… y simbólica: el 1 de mayo, Día del Trabajo.

“Cada vez más cerca de convertirse en ley”, celebra el Ejecutivo.

¿Qué ha pasado en Chile? Que su Sala del Senado ha aprobado de forma unánime, con 45 votos a favor, el proyecto normativo que quiere aligerar la jornada laboral de los chilenos: de 45 a 40 horas a la semanas sin que el cambio afecte a los salarios. Ahora la iniciativa deberá trasladarse a la Cámara de Diputados. Antes de convertirse en ley aún deberá superar una última votación, pero la ministra chilena de Trabajo, Jeannette Jara, se muestra optimista: “Esperamos que este 1 de mayo los trabajadores puedan tener su jornada laboral de 40 horas convertida en ley”.

Como recordaba esta semana vía Twitter la Ministra Secretaria General del Gobierno, Camila Vallejo, el proyecto se presentó hace ya más de un lustro. La medida cuenta además con un gran respaldo ciudadano, de los sindicatos y las patronales. El propio presidente del Senado destacaba tras la última votación “el acuerdo transversal” que ha suscitado, fruto de “una larga discusión”.

¿Cómo se aplicará la medida? De forma progresiva. “Se generó una gradualidad para que las pymes pudieran adaptarse y también flexibilidad para considerar normas especiales en ámbitos tales como transporte, minería y pesca”, explica Coloma. Para facilitar su implantación los responsables de la iniciativa han abierto la puerta a “sistemas excepcionales de trabajo” o la jornada 4×3 —cubrir el cómputo semanal trabajando cuatro días y descansando tres—, pensada para ciertos sectores. También se han regulado las horas extraordinarias.

El ajuste no se aplicará de golpe. El primer año se adoptará un sistema de 44 horas, que bajará a 42 el tercero y se quedará en 40 al quinto. “El proyecto de ley contempla un plazo máximo para la reducción de la jornada laboral para aquellos empleadores que lo requieran”, anota Jara en declaraciones recogidas por El País: “Cualquiera que quiera anticiparse puede hacerlo. De hecho, el sello 40 horas lo hemos entregado a empresas que han reducido jornada sin tener ley”.

¿Cuál es la situación en Chile? Un repaso a las tablas de la OCDE ayuda a hacerse una idea precisa. Según sus datos, en 2021 el promedio de horas anuales efectivamente trabajadas por un empleado ascendía a 1.916, lo que lo sitúa en la parte alta de la lista global. Solo lo superan México y Costa Rica, con 2.128 y 2.073, respectivamente. En España, donde la duración máxima de la jornada ordinaria es de 40 horas semanales de trabajo efectivo promedio en el cómputo anual, el dato es bastante inferior: 1.641. En Alemania cae a 1.349. La OCDE no incluye valores actualizados sobre Turquía o Colombia, que en 2020 rozaba las 2.000 horas.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIM), la media de horas semanales por persona empleada en Chile es de 36,8. El 11% de los empleados trabajarían 49 o más horas. Sus datos apuntan cargas mayores en otros puntos de Sudamérica, como México, El Salvador o Uruguay, que se mueven entre 42 y 43. En la India el organismo identifica 50 horas semanales y en China 46,1.

¿Es el único en “mover ficha”? No. En Colombia también han decidido aligerar de forma progresiva la carga laboral de los trabajadores: a partir del 15 de julio se verá reducida en una hora a la semana, por lo que pasará de 48 a 47. Será el primer paso de un proceso más ambicioso —recogido en la Ley 2101 de 2021— que prevé nuevos recortes de horario en 2024 y 2025 para llegar a las 42 horas semanales en 2026. El objetivo: “Reducir la jornada de manera gradual, sin disminuir el salario ni afectar los derechos adquiridos y garantías”.

En otros países distribuidos por Latinoamérica, como Costa Rica, Argentina, Bolivia, México o Panamá, la semana laboral máxima se fija en 48 horas. En el caso de El Salvador o Guatemala se fija en 44. La excepción la marcaría Ecuador, donde los trabajadores ya disfrutan de una jornada de 40 horas semanales.

¿Qué significará en la práctica? El Gobierno chileno defiende que la propuesta redundará en la calidad de vida de los trabajadores, facilitando por ejemplo la conciliación.  “Se dan muchas discusiones teóricas, pero si uno ve que las personas se trasladan más de una hora y media en micro [autobús] para llegar a sus trabajos y esta ley les permitiría irse sentadas, tiene otra perspectiva de las cosas”, comentaba en noviembre Jara durante una entrevista con El País.

“Si una mujer antes de salir a trabajar puede dejar a los hijos despiertos y no dormidos, lo mismo. Cuando se formulan políticas públicas hay que tener siempre en cuenta cómo impacta en la vida real”, subraya la titular de Trabajo y Previsión, que recuerda que hay empresas que ya se han lanzado a replantear horarios antes incluso de que se aprobara la ley, una medida promovida desde el Ejecutivo con el “sello 40”, que identifica a los nnegocios que han adaptado sus jornadas.

Imagen de portada: Aurelien Romain (Unsplash)

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por
Carlos Prego

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