Estamos buscando a más de 2.100 especies. No están extintas, pero no tenemos ni rastro de ellas

Estamos buscando a más de 2.100 especies. No están extintas, pero no tenemos ni rastro de ellas

En este mundo inmenso, y prueba de ello es que cada año descubrimos más de 15.000 especies nuevas de animales, plantas u otros seres vivos. Pero en la inmensidad a veces pasa que perdemos el rastro de algunas que ya conocíamos. No encontrar especies potencialmente vulnerables es un problema tal que hay quienes ofrecen recompensas a quienes las avisten.


Qué quiere decir eso de perder especies.
No hay una definición exacta de lo que quiere decir perder una especie. Esto sucede cuando los expertos dejan de toparse con ella. Debe transcurrir una cierta cantidad de tiempo desde el último avistamiento hasta que se da a la especie por perdida, periodo que no está definido pero que dura un mínimo de 10 años (y hasta 50).

La pérdida de una especie está estrechamente vinculada a su estado de conservación (a mayor riesgo de extinción mayor facilidad para perder a una especie de nuestro radar), pero correspondería a una categoría aparte. La Lista Roja IUCN de Especies Amenazadas cuenta con la principal base de datos que cataloga especies de diversos reinos taxonómicos en función de su estado de conservación.

La lista roja de la IUCN no cuenta con una categoría específica de especies perdidas, pero muchas de ellas se encuentran bajo el apartado de datos insuficientes o en el de peligro crítico, como por ejemplo la salamandra ciega de Blanco (Eurycea robusta). En paralelo a esta lista, la ONG Re:wild elabora y actualiza una base de datos en la que cuenta con unas 2.100 especies de animales, plantas y hongos perdidos. La base de datos cuenta también con una lista de “los más buscados”.

En busca de la salamandra perdida.
Los animales perdidos quizá no sean los más “carismáticos”, señalaba Benji Jones, un periodista que se lanzó en la búsqueda de la salamandra de Blanco. Quizá por eso se pierden con tanta facilidad, por el escaso interés que generan. Blanco contaba con Andy Gluesenkamp, director de conservación del zoo de San Antonio quien ha convertido la búsqueda del anfibio en su “ballena blanca”.

La salamandra de Blanco es una de las especies en esta sublista. Última vez vista en 1951, se trata de un anfibio descubierto en el mismo año en el río Blanco, Texas y del cual sólo se preserva un espécimen conservado en un laboratorio de Estados Unidos.

Una pequeña salamandra sin ojos ni pulmones puede representar bien lo que Jones quería decir con la ausencia de carisma de estos animales. El problema es que el valor ecológico de los animales no está relacionado a su aspecto. Las salamandras son buenos indicadores de la calidad del agua, por lo que su desaparición puede ser comparable al silencio de un canario en la mina.

Animales de todo el mundo.
No hace falta irse hasta el río Blanco en busca de animales perdidos. En la península Ibérica tenemos uno: la araña Nemesia berlandi, descubierta en Portugal, también fue descubierta y perdida hace 91 años. Pocos serán los que estén ansiosos por salir en la búsqueda de este animal, pero aun así se encuentra en la lista de los más buscados por Re:Wild.

Algunos de estos “fujitivos” tienen también un precio puesto sobre su cabeza (preferiblemente vivos, claro). La recompensa por encontrar al kokako (Callaeas cinerea) asciende a los 10.000 dólares. Visto por última vez en Nueva Zelanda en 2007. El animal había sido dado por extinto por las autoridades neozelandesas puesto que no había sido visto desde 1967. Y no ha vuelto a ser detectado desde entonces.

La lista incluye otros animales en situación crítica, como el zagloso de Sir David (Zaglossus attenboroughi), que recibe su nombre del divulgador británico David Attenborough, visto por última vez en 1961 en Indonesua; la jutía enana (Mesocapromys nanus), que no ha sido hallada desde 1937, en Cuba; o la ardilla voladora de Namdapha (Biswamoyopterus biswasi), ausente desde 1981 y vista por última vez en la India.

Y no solo animales.
En la lista de la ONG no solo se catalogan animales. Aunque estos predominan en la categoría de los más buscados, en ella también podemos encontrar representantes de los otros dos reinos que Re:Wild incluye en su base de datos, hongos y plantas.

Una seta, Austroomphaliaster nahuelbutensis o Nahuelbuta Austroomphaliaster, es una de las especies descrita y perdida en el mismo año: 1988. Debe su nombre al área en la que fue hallada: la Cordillera de Nahuelbuta, en Chile. También se la conoce como hongo del gran jaguar, traducción del nombre del sistema montañoso.

El acebo de Pernambuco (Ilex sapiiformis) por su parte es una planta en peligro crítico del que no tenemos rastro desde hace 184 años. Esta planta brasileña lleva desaparecida desde la primera mitad del siglo XIX y es por ello el miembro de la lista que más tiempo lleva desaparecido.

Difícil proteger lo que se ha perdido.
Encontrar estas especies, muchas de ellas en peligro de desaparecer completamente, de lo contrario nos veríamos abocados a una lucha a ciegas por la biodiversidad. Aun así es probable que nunca encontremos muchas de estas especies antes de su extinción. Cada vez contamos con más técnicas para buscarlas. Una de ellas es el ADN ambiental (eDNA).

El análisis del eDNA se basa en el análisis de un elemento cualquiera de un entorno, como por ejemplo las hojas de un cultivo. Al contacto con el elemento del entorno los animales pueden dejar trazas de ADN residual, procedentes de su saliva, excreciones o piel. Los expertos pueden hacer barridas de ADN para detectar qué animales han pasado por el área analizada.

No perder la esperanza.
En algunas ocasiones las especies son redescubiertas. Es el caso de una especie de ciervo ratón, Tragulus versicolor. Este diminuto pariente de los ciervos llevaba desaparecido casi tres décadas, pero fue redescubierto en 2019 en Vietnam. Más recientemente, y tras más de un siglo en paradero desconocido, el camaleón de Voeltzkow (Furcifer voeltzkowi) “resucitó” en Madagascar. Las especies redescubiertas también incluyen plantas, como la Nepenthes mollis, una planta carnívora que reapareció también en 2019 después de más de un siglo sin ser avistada.

Imagen | Colibrí de Santa Marta, una especie perdida y redescubierta en varias ocasiones. Yurgen Vega/SELVA/ProCAT


La noticia

Estamos buscando a más de 2.100 especies. No están extintas, pero no tenemos ni rastro de ellas

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Pablo Martínez-Juarez

.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *