Asturias tiene un plan para recuperar viejas minas en desuso: que acojan instalaciones informáticas

Asturias tiene un plan para recuperar viejas minas en desuso: que acojan instalaciones informáticas

Asturias quiere dar nueva vida a viejas minas abandonados. Y quiere hacerlo además cambiando totalmente de tercio, con un enfoque que sonaría a ciencia ficción a los operarios que pululaban por sus galerías hace décadas entre picos, carretas cargadas de carbón y faroles. El Gobierno del Principado aspira a un polo tecnológico propio y ha visto en instalaciones en desuso del Caudal, como el pozo Santiago, espacios ideales para acoger infraestructuras informáticas.

A finales de junio responsables de la Consejería de Ciencia asturiana y del Centro Nacional de Supercomputación visitaron Mieres y Aller, en la comarca de Caudal, donde estudiaron sobre el terreno las galerías del pozo Santiago. Luego se trasladaron al Centro de Innovación de la Universidad de Oviedo, clave también en los planes de la comunidad autónoma.

“El Principado plantea la puesta en marcha de un polo tecnológico vinculado al ámbito de la computación en la cuenca del Caudal —explicaba poco después el Gobierno regional un comunicado oficial—. Para ello, la Consejería estudia dos vías: el aprovechamiento de instalaciones mineras en desuso que puedan albergar infraestructuras informáticas y la incorporación de Asturias a la Red Española de Supercomputación (SER), con un nodo en el campus de Mieres”.

Aunque todavía debe concretarse y pasar de la teoría a la realidad, por lo pronto lo de reconvertir antiguas galerías mineras no suena descabellado al sector. Ventajas tiene, desde luego.

Nueva vida para los viejos pozos

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Infografía de Lefdal Mine Datacenter, situado en un centro de datos subterráneo de Noruega.

Por la región —recuerda La Voz de Asturias— se reparte una red de alrededor de 5.000 kilómetros de viejas galerías que en ciertos puntos puede ofrecer importantes ventajas para acoger sistemas informáticos: ventilación, equipos energéticos, reservas de agua y una temperatura más o menos estable en su interior, condiciones que facilitarían el proceso de refrigeración.

“Tienen un gran potencial. Las minas cuentan con un capacidad tecnológica y energética que es muy interesante para el uso de la supercomputación y otros muchos”, comentaba en junio Sergi Girona, director de operaciones del Barcelona Supercomputing Center, tras visitar el pozo Santiago.

Otra de sus ventajas es lo difícil que resulta acceder a las galerías, un factor valioso cuando se trata de proteger centros de procesamiento de datos (CPD) por los que pasa información sensible. Que no sea fácil llegar a las instalaciones podría suponer un hándicap en la mayoría de casos y usos; con equipos estratégicos en los que la seguridad es prioritaria, sin embargo, la cosa cambia.

“Una mina, desde el punto de vista de la seguridad física, es un lugar en el que resulta muy complicado realizar un atentado. Supone un punto a favor”, explica Enrique Jáimez, director general del Clúster TIC al diario La Nueva España. La idea permite dar una nueva vida a las viejas minas y, de paso, ganar instalaciones con un impacto prácticamente nulo sobre el medio ambiente.

Hace años, de hecho, en 2019, el sindicato SOMA ya vio el potencial de las galerías y planteó reconvertir los pozos en centros de big data, una solución que ya han puesto en práctica en Noruega. Allí, en el interior de una antigua mina a más de 600 metros de profundidad, está por ejemplo Lefdal Mine Datacenter, un enorme centro de datos subterráneo. En diciembre de 2021 Daimler anunciaba su intención de trasladar a la vieja mina su computación de alto rendimiento (HPC).

La propuesta que tiene sobre la mesa el Gobierno asturiano plantea aprovechar el pozo Santiago para infraestructuras informáticas. En el caso de la explotación del Caudal el proyecto conecta con el deseo del Principado de generar un polo tecnológico y sentar las bases de una “nube” asturiana.

“El interés de la propuesta responde a tres fines: recuperar antiguas instalaciones mineras para fines tecnológicos; minimizar el impacto energético y la huella de carbono que supone mantener grandes infraestructuras de computación, para lo que se aprovecharía el agua de la mina y la superficie; y, finalmente, garantizar la seguridad física que actualmente requieren los equipos informáticos que manejan grandes datos”, explica en un comunicado el Principado de Asturias.

Habría aún otra iniciativa para sacar partido de las peculiares condiciones de las antiguas minas: en Pozo Carrio, en la Cuenca del Nalón, se plantea centrar el foco en la innovación agrícola. Ya durante la pandemia la Consejería de Ciencia asturiana llegó a plantear la posibilidad de crear invernaderos subterráneos para seguir la estela de Growing Underground, un programa similar inglés.

La idea: aprovechar el potencial de la amplia red de galerías asturianas y demostrar, de paso, que pueden disfrutar de una segunda vida de la mano de la última tecnología.

Imágenes | Principado de Asturias y Lefdal Mine


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Xataka

por
Carlos Prego

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