‘Boss Level’: por qué esta ‘Al filo del mañana’ en clave de acción desfasada se ha convertido en la película de culto del verano

'Boss Level': por qué esta 'Al filo del mañana' en clave de acción desfasada se ha convertido en la película de culto del verano

Llegó hace un par de semanas a Amazon Prim Video sin hacer mucho ruido, pero rápidamente se ha encaramado a los puestos más altos del recién estrenado top de lo más visto de la plataforma. Los motivos están claros: tan aparentemente descerebrada como muy afilada e inteligente en el fondo, ‘Boss Level’ es puro cine de culto. Divertida, irónica, modesta, llena de sorpresas y resistente al revisionado.

No debería sorprendernos viniendo de Joe Carnahan, un director consagrado al cine de acción, pero que siempre lo ha abordado de forma inteligente y personal, aunque alguna de sus películas sean encargos c-omo su excelente e inesperada versión de ‘El Equipo A’-. Entre sus películas más celebradas están producciones tan dispares entre sí como la claustrofóbica y estupenda ‘Infierno blanco’ o la divertida (y coincidente en tono y ritmo con ‘Boss Level’) ‘Giro inesperado’.

En ‘Boss Level’ sigue demostrando por qué sus películas no serán blockbusters millonarios, pero sí esperadas como agua de mayo por los devotos del cine de acción bien coreografiado, rodado y editado, con personajes de una pieza y conceptos potentes. En este caso, Carnahan parte de un guión ajeno, titulado ‘Continue’ y escrito por Chris y Edie Borey (autores de la muy demencial ‘Open Grave’), que reescribió por completo, pero respetando su concepto: un ‘Día de la marmota’ centrado en la acción y multiplicando los guiños a las mecánicas de los videojuegos que tenía (de forma no tan explícita) ‘Al filo de la mañana’.

Concretamente, conoceremos a Roy Pulver (Frank Grillo), un veterano de las Fuerzas Especiales que está atrapado en un loop que le hace repetir una y otra vez el mismo día, en el que es perseguido por un grupo de estrafalarios asesinos. Cada vez que lo localizan lo matan, y vuelta a empezar, pero él sospecha que el secreto de este disparatado loop está en los experimentos que su mujer (Naomi Watts) está conduciendo a las órdenes de un misterioso empresario militar (Mel Gibson).

Muere una y otra vez

Lo mejor del caso es que Carnahan, muy en su línea autoconsciente, que usa el cine de acción para reflexionar sobre las posibilidades del propio cine de acción, da por sentado que el espectador conoce de sobra los recursos narrativos de las películas de loops en el tiempo y decide no perder el tiempo explicándonos las reglas. Desde el primer momento, un irónico Grillo (¿por qué este tío no es ya una estrella?… ¡sería un Punisher perfecto!) nos cuenta que está hasta las narices de tanto loop.

Inmediatamente Carnahan conecta la estructura de ‘Boss Level’ con las mecánicas de los videojuegos. Lo hace en lo explícito con el propio título, la pantalla de selección de personajes a lo Street Fighter que abre la película, un torneo de videojuegos enmedio de la trama… pero también en lo implícito, no solo porque cuando matan al protagonista vuelve a empezar, sino también en su forma de llevar a cabo un aprendizaje que le permita avanzar en su aventura, basado en un antinatural método de ensayo y error y en la búsqueda de pistas y datos en los recodos que le dejan los espacios “sin muerte”.

Todo ello sin el más mínimo toque del existencialismo acerca de lo que significa morir una y otra vez, algo que la mayoría de las películas posteriores a ‘Atrapado en el tiempo’ han heredado de la fundacional comedia de Harold Ramis. Aquí la muerte en loop es una mecánica, como en los videojuegos, un recurso narrativo que hay que aprovechar, y que Carnahan lleva al límite poniendo el acento más allá de la construcción de personajes o drama, haciendo de la acción exagerada y excelentemente bien planificada un ingrediente más, casi una pieza argumental al estilo del cine oriental de género.

De hecho, la película parece mandar al espectador un mensaje honesto y, en cierto sentido, emotivo: el personaje de Frank Grillo recuerda en buena medida a los sólidos y unidimensionales héroes de una pieza del cine de acción clásico de los ochenta y noventa, y el eterno loop en el que está es un homenaje a por qué nos gusta el cine de género, y por extensión, los videojuegos de acción. La repetición, una y otra vez, de unos mismos códigos asumidos por todos, absurdos y sin sentido, pero a los que estamos enganchados. Como a esta estupenda y minúscula pieza de acción perfecta en loop.


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John Tones

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