‘The One’: La nueva ‘Black Mirror’ de Netflix cuestiona qué pasaría si la genética nos ayudara a encontrar a nuestras almas gemelas

'The One': La nueva 'Black Mirror' de Netflix cuestiona qué pasaría si la genética nos ayudara a encontrar a nuestras almas gemelas

Una singular mezcolanza de thriller, ciencia-ficción cotidiana estilo ‘Black Mirror’ y suave drama romántico componen los ingredientes de la nueva serie británica de StudioCanal distribuida por Netflix. Y sin duda se trata de temas que nos afectan muy de cerca, porque solo unos días después de su estreno, la primera temporada de esta serie se ha encaramado al Top de lo más visto en la plataforma.

Su secreto reside en que bajo una trama general de thriller y una estructura con saltos al pasado donde vamos conociendo más y más de los ambiguos protagonistas, se despliegan una serie de secundarios afectados por la invención distópica The One. Inicialmente solo están conectados entre sí de forma muy ligera, pero cada uno vive circunstancias personales a las que el servicio / negocio que da título a la ficción afecta de muy diversas maneras. Y en todos los casos, de la misma forma que hacía ‘Black Mirror’, obliga al lector a preguntarse con cada giro de guión “¿Qué haría yo si…?”

La trama gira en torno a The One, un sistema que en solo unos meses ha cambiado completamente la percepción que tiene la sociedad de las relaciones personales. Se trata de un método científico que es capaz, sin asomo de duda y usando la genética, determinar quién es nuestra alma gemela. En efecto, esa categoría no es cosa de poemas románticos, sino pura ciencia: quiénes están destinados a ser pareja es una cuestión cuantificable, y The One lo decide a la perfección.

Conoceremos en esta primera temporada a Rebecca Web (una apropiadamente misteriosa Hannah Ware), CEO de la empresa que comercializa esta aplicación de la genética, y que se ve envuelta en una investigación criminal cuando aparece el cadáver de un antiguo amigo. No solo ella está salpicada por la sospecha, sino también un ex-socio y co-descubridor del invento que les ha hecho millonarios. Mientras tanto, la sociedad intenta gestionar de muy diversas formas el cambio sin marcha atrás de las formas tradicionales de conocernos y enamorarnos.

Cuando la genética es el algoritmo

Hay un claro paralelismo entre el método que usa The One, basado en la genética, con las apps de citas tipo Tinder, que analizan los gustos y afinidades de los usuarios, y emparejan a quienes las usan con gente compatible. Cómo está cambiando nuestra forma de ver las relaciones, mediatizadas cada vez más por internet y por nuestros nuevos usos y costumbres en lo virtual, en un mundo en el que “salir a ligar al bar” ya es algo casi caduco, es una de las cuestiones que la serie pone sobre la mesa.

Para plantear distintos puntos de vista, ‘The One’ describe distintas relaciones entre diversos match, que son estas parejas ideales según la genética, tras una solicitud previa y voluntaria. ¿Qué pasa cuando solo uno de los dos sabe que ha hecho match con alguien? ¿Y si ambos lo saben, pero uno de ellos está mintiendo en todo? Y la hipótesis más interesante, que afecta a un periodista que investiga a Webb: ¿no provocará la infabilidad de The One grietas en relaciones aparentemente felices, pero no bendecidas por la genética?

Todo ello está expuesto de forma muy efectiva ya en la novela original en la que se inspira la serie, obra de John Marrs, y que ha sido adaptada para la pantalla por Howard Overman (‘Misfits’). La investigación policial que va desvelando turbios detalles sobre el origen de The One establece un hilo conductor para la trama, pero lo realmente interesante es el leve matiz de ciencia-ficción del argumento, que plantea cómo la ciencia es capaz de modificar, para bien o para mal, costumbres sociales firmemente arraigadas.

Sin ser una producción perfecta (falta algo más de lógica en la a veces muy arbitraria investigación policial, y la peligrosidad de una base de datos que cruzar con los datos genéticos se podría explotar más a fondo), ‘The One’ abunda en buenas ideas. Y alguna bastante desafiante, como el concepto de que el “alma gemela” es algo que existe científicamente. El choque entre fe (porque esa visión idealizada del amor, al final, es cuestión de fe) y la razón siempre ha sido combustible para las mejores distopías. ‘The One’ no llega a tanto, pero desde luego está explorando en las zonas correctas.


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John Tones

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