Cómo proteger el último lugar del mundo sin COVID-19: necesitamos ir a la Antártida, sin amenazar todo lo que hemos hecho allí

Cómo proteger el último lugar del mundo sin COVID-19: necesitamos ir a la Antártida, sin amenazar todo lo que hemos hecho allí

Solo hay un continente en el planeta que no ha reportado ningún caso de COVID-19. Lo que ocurre es que, a poco que lo pensamos, no resulta sorprendente. El lugar más más inhóspito de la Tierra tiene, además, algunos de los lugares más recónditos donde viven los seres humanos de forma permanente. Hay bases polares con accesos de personal y material que convierten llegar a la Estación Espacial Internacional en un agradable paseo de domingo por la tarde.

No es raro, pues, que la Antártida tenga aún a cero el contador coronavírico. Sobre todo, porque el ‘boom’ de la pandemia ha pillado al continente en pleno invierno. No obstante, el invierno se acaba y empiezan a reactivarse los proyectos científicos, las rutas de comunicación y el turismo polar. ¿Podremos mantener el continente antártico libre de la enfermedad?


¿Es seguro volver a la Antártida?

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La pregunta es importante porque aunque muchas de esas actividades (especialmente las relacionadas con el turismo y otras investigaciones no esenciales) pueden postergarse, ahora mismo, en suelo austral, hay decenas de proyectos de investigación de crucial importancia en nuestra comprensión de fenómenos tan complejos (y acuciantes) como el cambio climático o el deshielo polar.

Al fin y al cabo, en lugares como la base neozelandesa Scott se llevan tomando datos muy precisos desde 1957 cuando se fundó la estación. Romper la serie histórica no sería un daño irreparable gracias a las nuevas tecnologías satelitales, pero afectaría a series con más de 60 años de trabajo acumulado. Este problema se repite en cada estación meteorológica y en cada proyecto ecológico.

Pese a ello, el SARS-CoV-2 es el SARS-CoV-2 y la mayor parte de programas (que van desde la recolección de muestras o la realización de catas al marcado de pingüinos) se han parado. El problema es que el continente está lleno de infraestructuras, equipos e instalaciones que no están preparadas para seguir operativas sin mantenimiento durante demasiado tiempo.

¿Cómo solucionamos este problema?

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“Para todas las naciones que trabajan en la Antártida, el objetivo principal es mantener el virus fuera del hielo”, explicaba en National Geographic Christine Wesche, coordinadora de logística del programa antártico de Alemania. La mayoría los países están poniendo en marcha amplias reducciones de personal que, en la mayor parte de casos, lo mantienen por debajo del 50% habitual.

El asunto es que nadie está preparado para esta situación. Nadie sabe si la reducción de equipos podrá evitar que el virus se instale en la Antártida, ni qué pasaría si los sistemas fallaran y estallara un brote en un lugar tan aislado. Por eso, en muchos sentidos, este año es un momento de prueba y error para encontrar la forma de mantener la Antártida los años que nos queden hasta recuperar la tan esperada “nueva normalidad”.

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Cómo proteger el último lugar del mundo sin COVID-19: necesitamos ir a la Antártida, sin amenazar todo lo que hemos hecho allí

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Xataka

por
Javier Jiménez

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