Nos quejábamos del #donglelife y no era para tanto

Nos quejábamos del #donglelife y no era para tanto

Me gustan los puertos como al que más. Los de conexión, digo. En los portátiles llevamos tiempo quejándonos de cómo los fabricantes llevan tiempo centrándose en los puertos USB-C, algo que condena en algunos casos al uso de adaptadores y dongles.

De ahí ese meme hecho hashtag llamado #donglelife y que apareció a raíz de esa nueva tendencia. De repente un portátil ya no tiene sentido sin un dongle que ofrezca todos los puertos que el fabricante no quiso poner de forma nativa. Tras varios años viviendo esta teórica tragedia me he dado cuenta de una cosa: la tragedia, al menos en mi caso, no es tal. La ausencia de puertos molesta, sí, pero quizás no era para tanto.


Mi reino por un RJ-45

Estamos en 2020 y sigo sin fiarme del todo de la Wi-Fi. Si puedo trabajar conectado mediante cable de red, lo hago. En casa es al menos así, y de hecho dedicamos tiempo, dinero y esfuerzo a cablearla con Cat6 para tener buena conexión allí donde estuviéramos.

Portatil1 Este es el panorama en mi portátil todos los días cuando trabajo en casa. Ese adaptador para la conexión Ethernet lo coloco tras la pantalla para disfrazar un poco esta realidad.

El despacho desde el que trabajo, por ejemplo, tiene su propio router Wi-Fi (algún día daré el salto a una red Wi-Fi Mesh), pero conectado a un switch al que precisamente le llega el cable desde el router de la operadora, que está en el salón.

De ese switch salen unos cuantos cables Ethernet que van a parar al router, al NAS, a la impresora y a los equipos que queramos conectar. En mi rutina diaria suelo trabajar con un Dell XPS 13 (9343) que tiene ya cinco años de vida. Es un equipo fantástico, pero como la inmensa mayoría de equipos portátiles —sí que los encontramos en equipos gaming y empresariales— no tiene puerto RJ-45 para conexiones Ethernet.

Eso me fastidia, pero hace mucho que encontré la solución: un adaptador USB que me permitía disponer de tres puertos USB más y que además tiene el deseado conector Ethernet me soluciona la vida. Me costó menos de 10 euros hace unos años y solventa de golpe y porrazo esa limitación.

Me gustaría que el equipo tuviera conector Ethernet para no tener que hacer uso de adaptador, claro, pero el problema no es grave porque al usarlo como si fuera un PC de sobremesa (lo conecto a un monitor externo y a un teclado y ratón inalámbricos) tener un periférico adicional no es un gran problema.

De hecho es hasta interesante: en ese uso en casa podría tenerlo (casi) todo conectado a un adaptador, de forma que solo tuviera que conectar un cable al portátil (y no cuatro o cinco) cada vez que vuelvo a colocar el portátil en modo PC de trabajo.

Uso mucho más el portátil así que como portátil puro, pero precisamente este formato me permite maximizar su comportamiento en cualquier escenario: es un gran portátil como portátil, y es un PC de sobremesa estupendo cuando le conecto todos esos periféricos.

Cambiar es difícil, pero es bueno

Probablemente muchos de los que me leéis no viviéseis la era pre-USB. Los puertos serie, paralelo y PS-2 dominaban nuestra vida y hacían que el célebre “plug&play” (“conectar y listo” en una traducción libre) de Microsoft fuera más bien un “plug&pray (“conectar y rezar”).

Usb C

Fueron las limitaciones de aquellos puertos las que provocaron la aparición del estándar USB, y lo mismo ha ocurrido con los actuales puertos USB con el conector USB Tipo A (USB-A): tienen sus limitaciones, sobre todo ante la obsesión por contar con dispositivos ultradelgados.

Esa obsesión puede ser más o menos discutible, pero lo cierto es que con todas sus pegas —y no son pocas— el conector USB-C ha planteado un cambio prometedor. No solo por sus dimensiones o el hecho de ser simétrico —una vieja crítica de los conectores USB, que solo se podían insertar de una forma— sino porque da cabida a nuevos estándares de conexión que como Thunderbolt 3 marcan el futuro.

Convertir al puerto USB-C en esa navaja suiza que plantean los fabricantes es estupendo por un lado pero preocupante por otro: ¿qué hacemos con todos esos periféricos que antes conectábamos con otros conectores como USB o Micro USB? La solución es obvia: adaptadores y el célebre #donglelife.

El problema no es tanto del USB-C, creo yo, sino de que los fabricantes se empeñen en ofrecer tan pocos puertos, sobre todo en portátiles. Los MacBook con pantalla Retina de Apple solo ofrecían un puerto USB-C, y los MacBook Air más recientes ofrecen tan solo dos.

Dellxps13

No es un pecado que solo cometa Apple, por supuesto: el Dell XPS 13 (9300) que acabamos de analizar tenía exactamente ese número de puertos que se antojan algo escasos para la mayoría de usuarios.

Tanto Dell como otros fabricantes hace mucho que venden las célebres docking stations, las caras “hermanas mayores” de los adaptadores convencionales, y el concepto es básicamente el mismo que ahora vivimos con el #donglelife, pero de una forma más “de andar por casa”, por decirlo de alguna forma.

Eso hace casi obligatorio contar con algún tipo de adaptador o dongle que permita expandir esa oferta de puertos, y la pregunta aquí es, ¿cuándo necesitamos conectar tantos periféricos?

Lo normal es que sea en casa o nuestro lugar de trabajo, y si vamos a usar el portátil en estos sitios lo normal es que contemos con adaptadores o dongles que siempre estén allí preparados para utilizarlos. Será menos frecuente tener que llevarnos portátil y adaptador a todas partes, y si esa es nuestra situación, quizás deberíamos haber optado por un equipo distinto y que se ajuste a esas necesidades.

Aquí parece claro que unos fabricantes se han tomado más en serio lo de dejar atrás el conector USB Tipo A para apostar por el USB Tipo C, mientras que otros tienen claro que de momento hay muchos usuarios que tienen demasiados periféricos y accesorios que usan el antiguo conector.

Ambas formas de responder a esta situación son respetables, y ambas provocan críticas. Las opciones son buenas y tener muchos y variados puertos es siempre llamativo, pero desviar esa versatilidad a estos adaptadores y dongles no es quizás tan grave como esperaba.

Esperemos que el caótico USB-C deje de ser tan caótico, y esperemos que los fabricantes tengan al menos el detalle de incluir varios de estos puertos en sus diseños, sean ultradelgados o no. Y si no lo hacen, ya sabéis. Dongle al canto.


La noticia

Nos quejábamos del #donglelife y no era para tanto

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Javier Pastor

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