No, no vienen los aliens, es una cruz de Einstein: un curioso efecto muy difícil de encontrar y que, en realidad, es “un troleo”
Hace poco hablábamos de la espaguetización de una estrella porque se había logrado detectar ese “espagueti final”. Un fenómeno relacionado con la atracción fortísima de un agujero negro, de modo que se logra arrastrar a otra estrella y que deje este hilo de materia que conduce hasta la extinción de ésta.
Pero en ocasiones, los agujeros negros no acaban con un halo de materia o luz, sino que actúan como magnificador, por decirlo de algún modo. Es el caso de las cruces de Einstein, que no son per se el efecto contrario al que comentábamos pero son un espectáculo visual que no es fácil de ver.
Aunque se trate de algo grande, es complicado dectectarlas
La desviación de la luz debido a la fuerza es algo que se predijo hace ya siglos y que Einstein tuvo en la mirilla (como tantas otras cosas). De hecho, como ya contamos aquí, lo “confirmó equivocándose”, por así decirlo.
De hecho, el famoso físico llegó a afirmar que no había “ninguna esperanza de observar este fenómeno directamente”, pero los telescopios modernos nos permiten observarlo cuando un objeto luminoso se sitúa tras un cúmulo de masa (en la línea de visión del telescopio). De ahí que por ejemplo el vetusto Hubble pudiese capturarlo en el clúster de galaxias Abell 2813.
¿Qué pasa entonces con las cruces y por qué el epónimo de Einstein? Que aunque lo parezcan, no son aliens acercándose a visitarnos. Se trata de cuásares que se observan multiplicados por cuatro debido al efecto de la lente gravitacional, de modo que aunque veamos una cruz, es algo virtual.
De este modo, estamos viendo algo así como un espejismo; aunque haya dos, tres, cuatro o incluso cinco puntos de luz, se trata de un sólo quásar. Es un verdadero troleo espacial.
Es decir, el efecto es debido a que un objeto espacial masivo (que puede ser una agujero negro) tiene tal influencia gravitatoria que curva la luz emitida. Podemos imaginarlo como si bajo un chorro de agua ponemos una canica: el agua bordea la esfera de la misma y se desvía durante este paso, para volver a su trayectoria cuando ha pasado la canica (es decir, cuando ha dejado la influencia del objeto masivo).
Como decíamos antes, Einstein lo predijo a principios del siglo XX, en un momento en que los medios no abundaban ni se acercaban mínimamente a la precisión y validez de los actuales. Pero al César lo que es del César, y aunque no fue el único científico que apoyó esto (de hecho, Arthur Eddington observó este fenómeno durante un eclipse, intentando probar la Teoría de la Relatividad General), a este fenómeno se le dio su nombre en referencia a dicha predicción.
Hace algunos meses, en abril, gracias al observatorio Gaia se descubrieron 12 cruces de Einstein (las que veíamos en la imagen anterior), algo bastante notorio porque no es fácil que ocurra. Más allá de lo curioso que resultan a la vista, su estudio puede servir para conocer mejor la materia oscura y estudiar la expansión del universo, pero al ser tan difíciles de encontrar (no pueden predecirse) por ahora (y pese al poder de Gaia) siguen siendo eventos bastante singulares.
Imagen | ESA/Hubble
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No, no vienen los aliens, es una cruz de Einstein: un curioso efecto muy difícil de encontrar y que, en realidad, es “un troleo”
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Anna Martí
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