Tres años después, he vuelto a Dying Light y podría pasar por uno de los grandes de 2019

Tres años después, he vuelto a Dying Light y podría pasar por uno de los grandes de 2019

Dying Light fue una notable sorpresa a primeros de 2015 por parte de los creadores de Dead Island. Parecía que iba a ser una mera modificación de aquella saga de zombis, pero supo aportar su toque de originalidad con el parkour y la dureza y tensión al caer la noche, siendo un juego que fue evolucionando a lo grande con el paso de los meses. Y también con los años.

Sin ir más lejos, un año después recibió la expansión The Following, donde nos desplazamos hasta la campiña de Harran, sin rascacielos, y el incentivo del vehículo para poder masacrar zombis de modo más rápido y eficiente. Lo bueno es que Techland ha seguido añadiendo cosas de forma gratuita.

Lo que no esperaba a estas alturas, tras haberlo finiquitado en 2015 y darle un poco más de caña en 2016 con aquella expansión, era volver en pleno 2019 aprovechando que mi hermano lo ha comprado. Y para mi asombro, comprobar lo bien que se conserva (mejor que en 2015, de hecho) y que vuelva a estar enganchado para intentar sacarle de una vez el Platino.

Este Dying Light es mejor que el de 2015

Dying Light

No es que Dying Light fuese perfecto, porque tuvo detalles de su historia que empañaron el conjunto, igual que el comportamiento de la IA en ciertos tramos, pero poco a poco se fue perfeccionando en otros aspectos y, sobre todo, Techland puso mucho énfasis para que su retoño siguiese con vida.

Tras diversos DLC de poca enjundia y la citada expansión en 2016, el estudio polaco anunciaba a mediados de 2017 que sacaría diez DLC gratuitos a lo largo de un año, entre ellos el modo Prison Heist visto en marzo de 2018. De hecho, por aquellas fechas presentaría su particular visión de los Battle Royale con Dying Light: Bad Blood para Steam Early Access, lanzado en septiembre de 2018 y todavía en desarrollo, con las miras puestas en 2019.

Si bien Dying Light todavía no cuenta con mejoras oficiales para PS4 Pro y Xbox One X, sí que se notan todas las mejoras aplicadas con los parches que ha ido sacando Techland, siendo una experiencia más disfrutable con Kyle Crane si lo tenemos potenciado al máximo en sus habilidades de agilidad, potencia y supervivencia, especialmente por la posibilidad de subir el nivel de leyenda, incrementando notoriamente los parámetros básicos.

Se puede jugar así en cualquier nivel de dificultad, aunque si queremos un reto extra podemos pasar al modo Pesadilla o directamente iniciar una “Partida Nueva Plus” para que rehacer su historia tenga otro aliciente.

Abruma bastante viendo todo lo que ha recibido entre 2017 y 2018:

  • Conoce a tu enemigo: recompensas especiales desde el tablón
  • Refuerzos: un nuevo tipo de soldado más duro y otro matón
  • Tributo al maestro: un mural conmemorativo de George Romero
  • Inventos letales: revólver última voluntad, hacha Fenrir y daga Kuai
  • Silenciador: posibilidad de equipar las pistolas con un silenciador
  • Guerreros de Harran: tres nuevos supervivientes como personaje
  • Atraco en la prisión: una prisión de alta seguridad en una isla
  • Sargento Deathrow: una nueva mutación de los Demoledores
  • Serpiente en la hierba: una misión donde obtener balas silenciosas
  • La mascarada: cuatro supervivientes nuevos como personaje
  • El invento perdido: la cuarta arma legendaria, el Zaghnal
  • La mascarada, segunda parte: otros cuatro supervivientes adicionales
  • Saqueador del páramo: un último y misterioso superviviente

En compañía sigue ganando muchos enteros

Dying Light

En su estreno, me pasé la historia de Dying Light jugando en solitario, con alguna partida esporádica al cooperativo online (principalmente para las zonas de cuarentena) y al modo Sé el zombie, por lo que ahora tenía la ocasión ideal al poder compartir la aventura con alguien conocido.

Ahí gana muchos enteros (sobre todo si se juntan cuatro personas, dicho sea de paso), porque podemos aderezar cualquier misión de un poco de chispa gracias a las competiciones en caliente: eventos aleatorios que podemos activar y que añaden una dosis de pique entre jugadores para ver quién se alza con el primer puesto a la hora de saquear botín, eliminar más zombis que el resto o llegar hasta el punto de destino antes que los demás.

Como aliciente para jugadores noveles en Dying Light, como es el caso de mi hermano, está el hecho de que podemos soltar nuestras armas, incluso las que fabriquemos, por lo que no se les hará tan cuesta arriba el principio. Eso sí, la noche sigue intimidando lo suyo debido a la dureza de los Coléricos y me sigue pareciendo de los detalles donde más ha acertado Techland.

Sigue contando con detallitos a mejorar, como que se reinicien las misiones donde hay que recoger un determinado número de objetos (por fin he podido completar las tres que me faltaban -incienso, vendas y medicinas, y gasolina de mechero- para el 100% de su historia), pero es más que probable que los pocos defectos que tenía el original se subsanen en Dying Light 2.

Porque, a lo tonto, ha pasado un año desde que se presentó su secuela, con motivo del E3 2018, y no hemos vuelto a saber nada de ella, por lo que hay muchas esperanzas depositadas en el E3 2019, tanto a la hora de saber más sobre sus novedades (aparte de lo mucho que influirán nuestras decisiones a la hora de moldear su universo) como por su ansiada fecha de lanzamiento.

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Tres años después, he vuelto a Dying Light y podría pasar por uno de los grandes de 2019

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